El temporal de lluvia y nieve de las últimas 24 horas ha servido para recuperar mediáticamente a Joan Delort. Los más veteranos de la localidad lo recordamos de otros momentos de crisis donde su figura aparecía para explicar e informarnos de la situación.

Pues bien, este Delort que ayer a la una menos cuarto de la madrugada estaba en directo en una emisora de radio y que esta mañana volvía a estarlo a les seis y media ofreciendo explicaciones sobre la cosa, ha comentado una anécdota que ilustra perfectamente la necedad humana sumada a una insolidaridad total, un individualismo egoísta, una irresponsabilidad infantil y el medalomismo extremo. Es la historia de un señor que se quejó ruidosamente de haberse quedado aislado con el coche en medio de la nada sin recibir ayuda de nadie. "No hay derecho a esta imprevisión", se exclamaba el ciudadano. Investigando, resultó que el señor sólo hacía media hora que estaba allí, que estaba cerca de su casa, que había salido con el coche en plena nevada a chafardear y que... ¡¡¡NO LLEVABA CADENAS!!! Un tipo que vive en zona de montaña, que ve que nieva, que coge el coche y que sale sin cadenas merece pasarse horas incomunicado y que los lobos llamen con la patita al cristal del coche pidiéndole si pueden cargar el móvil.

Exactamente lo mismo que ha sucedido este domingo por la noche en la zona del túnel del Cadí. Las previsiones meteorológicas lo avisaron: "Ojo que nevará. Y hay riesgo de que lo haga en cotas bajas". Y unos cuantos catalanetes (y catalanetas) pensaron: "Fíjate tú qué gracia... ¡nieve! ¡Arturu (o Maria Antònia), va, coge a los niños que nos vamos a la Cerdanya!". Y tralará, tralaró, la familia feliz, a pisar nieve.

Problema: la nieve es muy bonita cuando te la miras desde el sofá de casa tapado con una mantita. Pero cuando estás en una carretera, la nieve pierde poesía y gana en molestia y riesgo. Y mucho más cuando tú estás en medio de esa carretera en plena nevada, bajo cero y... ¡¡¡SIN CADENAS!!! Sí, porque un montón de Arturus y de Maries Antònies fueron a tocar nieve a la Cerdanya con las manos en los bolsillos, como el señor que quedó aislado. Y cuando fue hora de volver a casa, vaya por Dios, 10 centímetros de nieve les dejaron bloqueados. Y de rebote, dejaron bloqueados los millares de coches que venían detrás suyo.

No llevar cadenas en el coche cuando vas a un lugar donde sabes seguro que nevará merece el escarmiento de quedarte allí un ratito, y no precisamente corto, a ver si aprendes la lección. Por impresentable, sí, pero sobre todo porque generas molestias y riesgos innecesarios a quien sí ha cumplido con su obligación de ser responsable. Quien hace las cosas correctamente no debe salir perjudicado por los Arturus y Maries Antònies que irían al Everest con chancletas y después exigirían que les fuera a rescatar al señor yeti en persona.

Como sociedad tenemos derecho a exigir responsabilidades individuales. Y a protegernos de los inconscientes que se ponen en riesgo a sí mismos y nos ponen en riesgo a todos. Y tenemos que empezar a decir que las administraciones tiene su responsabilidad, naturalmente, pero nosotros también. Ir por el mundo sin cadenas diciendo "tienen que venir a rescatarme ahora nismo porque yo pago mis impuestos" no da más derechos. Sobre todo porque normalmente quien más usa esta frase, es quien más defrauda. Comprobado.