En los mamíferos, las madres cuidan de sus bebés. Este comportamiento específico se inicia ya en las últimas fases del embarazo, y tenemos que recordar que el embarazo implica cambios fisiológicos ingentes, pero, al mismo tiempo, muy regulados en las madres, como hacer frente al incremento en demanda energética para dar alimento a un feto en constante desarrollo, para el parto y el posparto (con la lactancia). Además de los cambios metabólicos y corporales, también hay cambios comportamentales muy visibles, en los que las madres preparan y arreglan el nido, cambian la alimentación e, incluso, se incrementa la agresividad cuando se percibe un peligro. Este comportamiento (que se llama el "síndrome del nido") es común en muchas especies y se acentúa después de parir y dura un tiempo muy largo. Estos cambios comportamentales siempre se han asociado a los cambios hormonales producidos durante el parto, y que activarían circuitos neuronales específicos de la "maternidad". En ratones hembra hay una extremada diferencia de comportamiento hacia las crías entre las hembras vírgenes y las que son madres o ya lo han sido en alguna ocasión. Ya que las primeras rehúyen o tratan con indiferencia a las crías, mientras que los ratones hembra que son madres, aunque no sean sus crías, tienen actitudes muy proactivas de protección.
¿A qué hormonas se deben estos cambios comportamentales? El estradiol y la progesterona son dos hormonas esteroidales que se incrementan en el embarazo y que, además de causar cambios físicos corporales, también intervienen en el cambio comportamental. Las hormonas esteroidales son producidas por los ovarios, las glándulas suprarrenales y la placenta, y actúan a larga distancia. En primer lugar, hay que reestructurar las glándulas mamarias, el útero y permitir la implantación y mantenimiento de la placenta. Sin embargo, la madre tiene que cuidar a sus bebés proporcionando protección y limpieza, comida, calor. En el caso de los humanos, claramente, pero también en ratones y ratas, en que las crías nacen muy inmaduras y sin la protección de la madre no podrían moverse ni mantener la temperatura corporal, y morirían. Durante el embarazo, tanto la producción de estradiol como de progesterona incrementa, y ambas actúan conjuntamente para regular esta actitud que llamaremos "maternal" de la madre hacia sus bebés.
Las hormonas del embarazo actúan sobre nuestras neuronas y cambian los circuitos neuronales, algunos temporalmente, otros permanentemente
¿Cómo la progesterona y estradiol orquestan esta respuesta tan generalizada de protección maternal? No se sabía muy bien cómo se podía producir, pero en un artículo recién publicado en Nature, estudiando las diferencias entre ratones hembra vírgenes y embarazadas, los investigadores descubren que un pequeño grupo de neuronas que producen el neurotransmisor galanina en una región muy concreta del cerebro, el núcleo preóptico medial, responden al estradiol y la progesterona, de manera que con el incremento de estas hormonas se produce una respuesta neuronal muy concreta. Por una parte, el estradiol causa inhibición de la respuesta de estas neuronas a estímulos no relacionados con la maternidad, y de la otra, incrementa su sensibilidad al olor y chillidos de sus crías. Además, el incremento de progesterona causa el incremento de conexiones de estas neuronas, en lo que se denomina un nuevo "cableado" neuronal (neuronal rewiring), para adaptarse a la nueva situación de maternidad (véase imagen adjunta, que lo clarifica).

Como el estradiol y la progesterona ejercen su función después de unirse a receptores específicos en la membrana de sus células diana, y se conocen los genes que codifican estos receptores, los autores obtienen, mediante modificación genética, modelos de ratón en que estos genes pueden ser delecionados (lo que en inglés se denomina knockout) mediante la introducción concomitante de un virus que activa la deleción del gen en una zona cerebral muy concreta, en este caso en la zona de las neuronas con galanina. Por lo tanto, si se deleciona el receptor de la hormona estradiol, esta hormona ya no podrá hacer su efecto, es como si no estuviera. Y lo mismo pasa para la deleción del receptor de la progesterona. Y eso lo hacen en hembras vírgenes, y analizan su comportamiento, con respecto a compañeras, también vírgenes, en las cuales no se han modificado estos genes, una vez quedan embarazas. De esta manera, los investigadores demuestran que, al menos en el ratón, este grupito de células son las responsables del comportamiento maternal. Las hembras de ratón en las que faltan estos genes de respuesta hormonal no tienen el comportamiento habitual, no preparan el nido, no cuidan de sus crías y son totalmente indiferentes a sus chillidos. Además, determinan que la respuesta a estradiol se va perdiendo con el tiempo, a medida que los ratoncillos se van haciendo más mayores, mientras que el nuevo cableado neuronal se mantiene en el tiempo y explicaría la actitud maternal de las hembras que ya son madres veteranas, que amplían la actitud protectora hacia crías que no son las suyas, tal como pasa en otras especies, incluyendo la nuestra. Hasta cierto punto, es sorprendente que solo estas dos hormonas sobre este pequeño grupo de neuronas pueda condicionar tanto la respuesta maternal, ya que no olvidemos que muchas otras hormonas intervienen durante el embarazo, el parto y el posparto, como la oxitocina y la prolactina.
Sería muy interesante seguir estudiando si las hembras de otras especies se comportan de forma similar (por ejemplo, nosotros los humanos), o determinar si las hembras que pierden interés por sus crías o, incluso, se vuelven agresivas hacia sus crías, tienen defectos en este eje hormonal; o si otros factores, como los nutrientes, la percepción de estrés, el uso de drogas o modificaciones epigenéticas en estas neuronas pueden modificar este comportamiento maternal. Experimentos en ratones macho vírgenes muestran que si se activan estas neuronas de galanina, acaban teniendo mucho más cuidado de las crías y pierden agresividad, con una actitud radicalmente diferente de los machos normales.
Aunque en la mayoría de especies de mamíferos la madre es la que se encarga del progenie, en los humanos también hay padres que se implican mucho en el cuidado y protección de sus bebés. Ya que los padres no tienen las hormonas del embarazo, se han hecho estudios para determinar qué tipo de respuesta hormonal presentan. Un estudio en 600 padres humanos muestra que aquellos que cuidan mucho de los recién nacidos tienen una disminución considerable de la testosterona circulante, particularmente detectable el primer mes después del nacimiento. Después, vuelven a subir los niveles de testosterona hasta llegar a niveles normales en torno al año de vida del bebé. La testosterona también es una hormona esteroidal. En todo caso, habría que estudiar si en humanos las vías de respuesta y la actitud paternal usan circuitos neuronales similares a las de la actitud maternal en las madres, o son circuitos neuronales diferentes.
Así que ahora podemos comprender una pizca mejor por qué las madres tenemos el instinto de crear un nido, y respondemos de forma pronta y esmerada a los llantos y ruidos de nuestros bebés. Las hormonas del embarazo actúan sobre nuestras neuronas y cambian los circuitos neuronales, algunos temporalmente, otros permanentemente, con el fin de atender a nuestra progenie. Y en los hombres que cuidan también hay una respuesta hormonal concreta que lo favorece. Instinto maternal y paternal programados gracias a las hormonas esteroidales