El presidente Juanma Moreno Bonilla (y parte de la izquierda andaluza, supuestamente agnóstica y colegui de los catalanes) pueden utilizar un gag de TV3 sobre la Virgen del Rocío con el simple objetivo de hacer campaña regionalista de cara a las elecciones municipales porque los comisarios procesistas de TV3 les han allanado el terreno de caza a la tele de la tribu. En efecto, la censura de La Nostra al humorista Manel Vidal por un gag donde se emparentaba al PSC con el totalitarismo ya demostró que los españoles no tienen ningún tipo de necesidad de intervenir en los medios públicos catalanes; los virreyes de Esquerra les hacen el trabajo gratis. En este sentido, el presidente de Andalucía puede sobar un sketch (de blancura mariana) sobre un icono del andalucismo con la misma alegría con que inaugura una oficina comercial justo en medio del paseo de Gràcia. La cosa va del derecho de conquista.

Como puede entender incluso una ameba, la polémica sobre el gag del Està passant no tiene ninguna relación con un debate sobre el respeto a las creencias o a la libertad de expresión de los humoristas. Moreno Bonilla y su catalanísimo secretario general de Acción Exterior, Enric Millo, conocen muy bien el terreno que pisan; saben que los catalanitos, cuando se les acusa de xenófobos, corren a defenderse aduciendo que aquí tenemos humoristas la mar de valientes con el imaginario nacional, gente que no solo se burla del Rocío, sino que también guarda metralla para La Moreneta y Santa Eulàlia. Hecha la cosa, los españoles disfrutan como conejos admirando como nos pasamos una semana marcando pecho de sentido del humor y bromitas sobre nuestros iconos mientras a ellos les basta con unas horas para marcar perfil. No hay nada más útil para un español que un catalufo con ganas de hacerse el racional y el justo.

Esto del regionalismo es una cosa tan antigua como aburrida y nos tendremos que conformar pasando los días entretenidos con una lucha nacionalistita de manual

El único interés de todo radica en ver como el autonomismo español se ha vuelto una lucha cutre de cantonalismos que aprovechan una cosa tan tronada como una reliquia para incendiar la masa ciudadana. A diferencia de los cretinos de Ciudadanos, a Moreno Bonilla y a los progres de Andalucía ya les va bien que TV3 subsista, porque parodias de la Virgen como la del Està passant les regalan una gasolina electoral que vale muchos duros. Mientras los catalanes sudan la gota gorda recordando las parodias de Els Joglars, Polònia y otros espacios similares contra el propio imaginario, el PP de Andalucía ya ha llenado la cuota de tertulias que necesita para subsistir. Eso los españoles ya lo habían tramado en tiempo de Pujol, pero el antiguo president —un político mucho más hábil que toda la peña sucursalista actual— tenía cuando menos los cojones de decir a los andaluces catalanes que si no lo votaban acabarían pasando mucha más hambre.

El hecho tiene cierta gracia, porque en este estallido que nos ha pillado en defensa de la libertad del humor nacional hemos acabado olvidando dos asuntos muy importantes. Primero, que todavía no sabemos cuál es el criterio exacto de TV3 y la Corpo con el fin de medir los contenidos de sus asalariados humoristas (para censurarlos, vaya). Y en segundo término, ahora que estamos entretenidos con el PP de Andalucía, ya tiene cojones que acabemos erigiendo a Toni Soler como icono de la libertad de expresión humorística cuando él solito ha censurado más gags que toda la Santa Inquisición en bloque. Pero bueno, esto del regionalismo es una cosa tan antigua como aburrida y nos tendremos que conformar pasando los días entretenidos con una lucha nacionalistita de manual. Los humoristas seguirán trabajando bajo vigilancia, quién sabe si todavía más, mientras las cadenas supuestamente serias del Estado seguirán tildándonos de nazis.

Lo único que pasa en la Catalunya de hoy, por desgracia, es que siempre acaba no pasando nada de nada. Pero que no os engañen; nuestros virreyes siempre han estado mucho más interesados en defender el honor de la Virgen del Rocío que vuestro derecho a reíros de lo que os dé la gana.