Durante los años más crudos del procés, el españolismo desacomplejado —y el acomplejado, el equilibrista, también— se empeñaron en reivindicar una “Diada de todos”. O un “Sant Jordi de todos” también. En el fondo, este manoseo de la celebración y la fiesta evidenciaba que lo que es orgánicamente catalán, lo que ha configurado la nación desde sí misma durante siglos, no se explicaba a través de la españolidad. Y como no lo hacía, quienes procuraban articular un discurso en el que catalanidad y españolidad son complementarias en la medida en que no se es más catalán de la cuenta, se sentían excluidos. Era, en el fondo, una evidencia de que la historia, la tradición, los patrones o incluso los mitos fundacionales —que tiene cualquier nación— no hablaban de ellos. Que tenía que ser “de todos”, porque si era de los catalanes, ellos no estaban. Era, pues, una evidencia de la diferencia.
Este domingo 12 de octubre, la portada de "El suplement" de Roger Escapa en Catalunya Ràdio hablaba de una hispanidad de todos, haciendo referencia a esta táctica retórica asimiladora que durante años el españolismo ha utilizado contra los catalanes. “Del mismo modo que hace años se reclamaba una Diada de todos, nos podríamos preguntar si empieza a ser hora de una hispanidad de todos. Una hispanidad que saque pecho de la diversidad, con más cerebro que tanques (…) y con una revisión honesta de la conquista de América”. Habíamos oído, hasta ahora, editoriales de Ricard Ustrell que eran un auténtico altavoz a la propaganda electoral socialista. Este, sin embargo, no había sido el talante de Roger Escapa. Supongo que las presiones políticas son indefectibles y que todos hemos abdicado de defender que tener medios públicos no sea sinónimo de entregar los medios del país al partido que está en el gobierno.
Hablar de una hispanidad de todos es comprar y difundir el marco ideológico nacional y nacionalista español del PSC
Escribo esto porque hablar de una hispanidad de todos es comprar y difundir el marco ideológico nacional y nacionalista español del PSC. Es renunciar a la idea de que la catalanidad, como adscripción nacional, puede definirse a través de sí misma sin ser una condición subalterna de una hispanidad que, a quienes se la hacen suya, aún les cuesta concretar. Es abrazar el planteamiento de que el problema que los catalanes tenemos con la hispanidad es moral: no nos la hacemos nuestra porque está construida sobre sangre y colonialismo, y explotación. Y porque es un poco de derechas y porque no pide perdón por lo que ha hecho. Enmascarado en un tono de crítica, el marco de la “hispanidad de todos” es el que hace posible el horizonte en el que una hispanidad que incluya a los catalanes sin hacerles renunciar a su catalanidad no solo es posible, sino que es deseable. Que debemos contribuir a ella por el bien y la justicia, entendidos en un sentido universal. Que la posibilidad de resignificarla y redimirla de su pasado pende de su grado de diversidad. Y que este debe ser nuestro objetivo: una cosmovisión nacional que nos responsabilice y, en consecuencia, nos ligue más a la hispanidad. Una hispanidad, por cierto, que aún hoy se fundamenta en el anhelo de hacernos desaparecer.
Tras el moralismo y la crítica aparentes, hay un viraje de rumbo político y discursivo que pretende cambiar la manera que la catalanidad tiene de definirse. Es, en el fondo, el mismo objetivo que había y que hay cuando se habla de “la Diada de todos”, el “Sant Jordi de todos” o “la Catalunya de todos”. Un eslogan, por cierto, que Salvador Illa utiliza a menudo y que hoy se sirve de la radio pública para, paulatinamente, procurar cambiar los polos sobre los que orbita el país y la idea de nación que tienen los catalanes. Con los argumentos de la inclusividad y la diversidad, el españolismo banal promueve la asimilación. Con estos argumentos articulados desde la hispanidad o la catalanidad, los socialistas quieren desdibujar las fronteras naturales entre una cosa y la otra para hacer nacer una nueva que, en realidad, será tan vieja como siempre. Una vez más, en nombre del progresismo, los socialistas hacen españolismo. Y parece que la radio pública de nuestro país se presta a ello.