A los estudiantes que a comienzos de los años setenta del siglo pasado cursaban, en el bachillerato de la época, la rama de letras y tenían la asignatura de latín les quedó grabada para siempre una frase que aún hoy recitan de memoria: "¿Quo usque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?". Que traducida quiere decir: "¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?". La frase es el encabezamiento del primero de los discursos, conocidos también como Catilinarias, que, en el año 63 a. de C., el cónsul Marco Tulio Cicerón dirigió, en el Senado de Roma, contra el patricio Lucio Sergio Catilina con la finalidad de desenmascararlo por haber conspirado contra la república. La imprecación tiene, pues, un sentido de denuncia y de protesta y, con el tiempo, el uso ha hecho que la forma reducida "quo usque tandem" tuviera la misma carga semántica que la oración entera.

El recordatorio de esta sentencia latina viene a cuento a raíz de los aspavientos que JxCat y ERC han hecho al conocer el alcance del acuerdo entre los gobiernos catalán y español sobre la teórica financiación singular que le debe corresponder a Catalunya. El acuerdo es fruto de los pactos a los que JxCat llegó con el PSOE para investir a Pedro Sánchez en noviembre de 2023 y ERC con el PSC para investir a Salvador Illa en agosto de 2024, pero, como suele pasar demasiado a menudo en estos casos, una cosa no concuerda con la otra. Dicho de otra manera, lo acordado ahora está muy lejos de lo que se pactó entonces. Los pactos de investidura que permitían a uno continuar en la Moncloa y a otro acceder al Palau de la Generalitat ya eran especialmente imprecisos y poco comprometedores, pero es que el acuerdo entre gobiernos que se supone que debe recoger y llevar a la práctica lo que convinieron los partidos es una huida hacia adelante en toda regla: no prevé, entre otras cosas, ni calendario para que Catalunya pueda recaudar y gestionar todos los impuestos que se pagan ni asignaciones presupuestarias para redimensionar la Agència Tributària de Catalunya con el fin de que tenga la capacidad para hacerlo. Es decir, aún menos concreciones.

Ahora bien, ¿cuál es la parte que a los partidos catalanes como ERC y JxCat no les suena? ¿De verdad que cuando firmaron los pactos con el PSOE y el PSC se pensaban que no había que preocuparse más porque los cumplirían al pie de la letra? ¿Son los únicos que de verdad no saben que los socialistas incumplen sistemáticamente todos los compromisos que adquieren? Si realmente no tienen ni idea es que son todos una panda de pardillos, pero si son perfectamente conscientes de lo que hacen es que siguen tomando el pelo a los catalanes, porque utilizan la aparente confrontación política entre las dos partes como estrategia y excusa para marear la perdiz, tirar el balón adelante, ganar tiempo, y a vivir que son dos días. Es exactamente el mismo mecanismo que usan en el caso del traspaso integral de Rodalies, en el de la transferencia también integral de las competencias en inmigración o en el del reconocimiento de la oficialidad del catalán en la Unión Europa (UE), que son como un chicle que se estira y se estira, pero no se rompe nunca, porque de lo que se trata es de hacer ver quién sabe qué, no de cerrar verdaderamente ninguna de las carpetas que tienen abiertas, porque entonces unos y otros se quedarían sin munición para mantener el teatro que se piensan que les va tan bien.

Son JxCat y ERC los responsables de que el 'statu quo' actual se perpetúe sin solución de continuidad

El resultado es un panorama en el que JxCat y ERC están cargados de razones para forzar al PSOE y al PSC a cumplir los acuerdos alcanzados, para inquirir a Pedro Sánchez y a Salvador Illa —como hizo Cicerón con Catilina— sobre cuándo dejarán de abusar de su paciencia, para presionarles con hacerlos caer antes de llegar al final de las legislaturas de cada uno. Si tienen la sartén por el mango a la hora de sostener a los dos gobiernos, y efectivamente la tienen, ¿cómo es que no usan esa arma política tan poderosa para obtener algo a cambio? En lugar de eso, se quejan mucho y amenazan mucho, pero solo de palabra, nunca pasan a los hechos. Una actitud que, encima, les hace perder toda la credibilidad y provoca que cada vez vean más disminuido el apoyo electoral. Y no porque sea lo que prevén las encuestas —que cada vez son de fiabilidad más dudosa—, sino por los batacazos que han recibido en las últimas citas con las urnas y por los que recibirán, si no reorientan el rumbo, en las próximas, y si no paran los pies a los palafreneros de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y de Òmnium Cultural con iniciativas tan estrambóticas, y sectarias, como la de querer excluir a Aliança Catalana de la manifestación de la próxima Diada nacional.

El caso, sin embargo, es que no da la impresión de que ni ERC ni JxCat tengan que modificar en nada los comportamientos respectivos. Más bien parece que se encuentren especialmente cómodos en este escenario. En todo caso, que, según el relato socialista, la alternativa a hacer caer al actual presidente del Gobierno sea peor no es motivo suficiente para dejar de actuar, aparte de ser mentira, porque está históricamente demostrado que, ante la presión de instituciones de signo totalitario —que es lo que sería en este supuesto un gobierno del PP presidido por Alberto Núñez Feijóo y con el apoyo de Vox—, Catalunya siempre reacciona. Sería una situación, de hecho, que permitiría despertar el sentimiento nacional que ha quedado aturdido a raíz de las continuas enredadas perpetradas por los mismos partidos catalanes que ahora se rasgan las vestiduras porque el PSOE y el PSC no cumplen y pretenden que todo el mundo les aplauda y les dé la razón. De momento, los hechos confirman que no ha de pasar nada, porque la aparición del caso Cristóbal Montoro da aire a Pedro Sánchez cuando más acosado se encontraba por el caso Santos Cerdán, y que, en realidad, la corrupción en el país de la picaresca del Lazarillo de Tormes es sistémica y no tiene remedio. Y luego vienen las vacaciones.

Es por todo ello que quizás la pregunta de hasta cuándo abusaréis de nuestra paciencia que Cicerón dirigió hace más de dos mil años a Catilina ahora habría que dirigirla no solo al PSOE y al PSC, sino también, y muy especialmente, a JxCat y a ERC, porque en estos momentos son los de Carles Puigdemont y los de Oriol Junqueras los auténticos responsables de que el statu quo actual se perpetúe sin solución de continuidad. "Quo usque tandem".