¡Amb il·lusió! era el grito de guerra del personaje de Artur Mas en Polònia. En los momentos más duros del procés o el pre procés, Bruno Oro -y el resto del magnífico elenco del espacio de humor de referencia de TV3- levantaban la moral del personal soberanista ante los embates de Madrid, y, sobre todo, los autogoles en puerta propia. Mas ya no está en la presidencia -por razones sobradamente conocidas- y el proceso continúa, pero se palpa la sensación difusa que nada se mueve, que una extraña calma chicha se enseñorea de los días y las horas de la travesía procesista.

Lo que desde el Estado y sus terminales políticas y mediáticas, también las catalanas, se calificó a su día de “suflé”, creo que sigue siendo duro como una piedra. Pero hay síntomas de una cierta fatiga en el electorado soberanista. El apoyo a la independencia ha bajado en tres puntos en la encuesta del CEO (por comparación con el 48% de los partidos del sí en el 27-S) y la coalición de JxSí (ahora está de moda decir “la confluencia”, por qué será) podría ser que no sumara mayoría absoluta con la CUP si se convocaran ahora nuevas elecciones. Lo que, si se materializara en las urnas, sería el delenda est del proceso soberanista, por razones más que obvias.

Es cierto que el mal momento de CDC, que sigue siendo el partido clave del proceso, está pasando factura a las expectativas del independentismo. Y que ERC, en cambio (como detecta el sondeo del CEO con respecto a las elecciones españolas), resiste mucho mejor el mientras tanto, este cierto paréntesis que parece haberse abierto en el proceso y en el escenario político catalán en su conjunto, todavía fuertemente conectado con Madrid. Pero el diagnóstico sobre el momento del soberanismo tiene que ir un poco más allá.

La incógnita es doble: ¿todo lo que (en los sondeos) pierde CDC va a parar a ERC? ¿Es inmune ERC, su potencial electorado, al crecimiento que detecta el CEO por el flanco de la izquierda referendista, es decir, de los ‘comunes’, que podrían relevar a C's como segunda fuerza en el nuevo Parlament (suponiendo que CDC y ERC, ERC y CDC, continuaran embarcados en la nave de Jxsí, lo cual es mucho suponer)?

¿Es inmune ERC al crecimiento a las encuestas de la izquierda referendista, de los 'comunes'?

Silencio. Sobre el horizonte se dibuja una nueva ilusión: el referéndum. El referéndum que, se supone, no permite que Pedro Sánchez pacte con Pablo Iglesias. Y que Pedro Sánchez le ha dicho esta semana a Carles Puigdemont en una reunión ciertamente inédita que sólo podría servir para referendar una nueva Constitución (federal) y un nuevo Estatut (federalizado). El referéndum que, en su entrevista en El Nacional, Miquel Iceta prefiere que sea a la quebequesa, es decir, para seguir negociando... El referéndum que será la bandera de Ada Colau que se supone que se tendrían que celebrar dentro de 16 meses. Ojo: ¡Amb il·lusió!