La ruptura de España es el argumento recurrente que se ha utilizado tanto desde el PP como desde el PSOE cada vez que Catalunya ha intentado negociar bilateralmente una nueva financiación autonómica. Supuestamente rompía España la cesión del 15% del IRPF pactada por CiU con el PSOE hace más de treinta años. Lo decían el PP y el entonces presidente socialista de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra. También se dijo que rompía España la cesión del 30% pactada por CiU con el PP. Lo afirmaban sobre todo los barones regionales del PSOE. Y así ha seguido la cosa hasta que los Gobiernos españoles, con el pretexto de la crisis, han preferido dejar de revisar el sistema pese a que la ley obligaba a hacerlo.
Ahora, que Pedro Sánchez y Salvador Illa se han comprometido con los partidos independentistas a establecer una financiación singular para Catalunya, la batalla será mucho más feroz, y los ataques ya llegan desde el PP, desde los barones del PSOE... y desde el cuerpo de inspectores de Hacienda, que ya se han movilizado para impedirlo y no hace falta decir que son una estructura de Estado. Así que el boicot está servido.
Dado que haga lo que haga lo acusarán de romper España, el presidente Sánchez podría ir más allá y aceptar incluso el concierto económico. Por tanto, si no lo hace es porque, además del boicot de los poderes fácticos del Estado, él tampoco lo quiere. El hecho de que la vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, evite salir en la foto de la comisión bilateral ya es toda una declaración de intenciones. Con tantos frentes abiertos como tiene, Pedro Sánchez necesita ganar tiempo, dejar que pase el verano y, estos días, procura entretener a Esquerra Republicana con buenas palabras. Y cada día que pasa, un año que se gana. También sabe que no lo van a hacer caer.
Dado que haga lo que haga Pedro Sánchez con la financiación singular lo acusarán de romper España, el presidente del Gobierno podría optar por ir al grano e incluso aceptar el concierto económico para Catalunya. Así que, si no lo hace, es porque él tampoco lo quiere.
No lo harán caer, pero si lo que dice Oriol Junqueras va esta vez en serio, no habrá presupuestos generales del Estado ni tampoco de la Generalitat. El president Salvador Illa ya ha actuado con previsión y ha arrancado a ERC los suplementos de crédito necesarios para ir tirando, a cambio de favores como taparle las vergüenzas por el escándalo de la DGAIA.
Sin embargo, la misión principal de cualquier gobierno es perdurar, y el barómetro de este mes del Centre de Estudis d’Opinió, dirigido por el profesor Juan Rodríguez Teruel, no le asegura al Govern de Salvador Illa la comodidad eterna que algunos imaginaban. Illa seguirá siendo president, casi por falta de alternativa, mientras sume el tripartito PSC–ERC–Comuns, por mucha gesticulación que haga Junqueras.
Ahora bien, resulta que el tripartito no tiene asegurados los 68 escaños necesarios en unas elecciones previstas para 2028. Si además añadimos que la tendencia del socialismo en general, y de Sumar/Comuns en particular, es descendente, y que ERC tampoco remonta, no es arriesgado prever que difícilmente el tripartito repetirá mayoría. Tampoco la sumarían los grupos que se proclaman independentistas. Si ya era difícil que se pusieran de acuerdo, con la irrupción de Aliança Catalana ahora Sílvia Orriols lo hará imposible. Siempre los partidos catalanes más radicales —antes la CUP, ahora AC— acaban haciéndole el trabajo a la causa de quienes llaman sus adversarios. Todo esto permite una elucubración veraniega.
Cuando Pedro Sánchez convoque elecciones generales —y eso puede suceder en cualquier momento— Salvador Illa tendrá la tentación de convocar elecciones catalanas el mismo día para asegurarse un resultado que le permita reeditar la mayoría del tripartito. ¿Se atreverá?
Salvador Illa no tiene, por ahora, ninguna urgencia, pero su futuro como president depende mucho de cómo le vayan las cosas al PSOE, y no hace falta decir que no le están yendo muy bien. Dicho de otro modo, a Salvador Illa no le convienen unas elecciones catalanas con un PSOE derrotado y hundido, unos Comuns desmoralizados y una ERC desorientada.
La única manera de asegurarse que el tripartito sume es que el PSC aumente considerablemente los votos que le faltarán a sus aliados, y tiene una manera de lograrlo. Es la gran tentación de Salvador Illa. Así lo señala la propia encuesta del CEO. Para las elecciones catalanas, el CEO le pronostica un 25% de los votos, pero para las elecciones generales, un 31%. Son seis puntos de diferencia. Las próximas elecciones generales están previstas para 2027, pero sin presupuestos, sin capacidad legislativa, con las consecuencias de la corrupción y la voracidad de los jueces, Sánchez podría verse obligado a convocarlas en cualquier momento. Y se librará una batalla campal que, a diferencia de España, en Catalunya ganará el PSOE con un resultado contundente, como ocurrió en 2008 con la recordada Carme Chacón, que obtuvo 25 diputados frente a los Aznar y Rajoy del 11-M y el “no a la guerra”.
Si Salvador Illa convoca elecciones el mismo día, tendría asegurado un resultado en Catalunya que quizás no será de mayoría absoluta, pero sí suficiente para repetir la fórmula del tripartito. Efectivamente, es una tentación. Si el president Illa lo hace será muy criticado... pero solo por los independentistas, y ya se sabe que estos los disgustos se los tragan rápido.