"Las dificultades auténticas son casi lo contrario de las dificultades reconocidas"
G.K.Chesterton
Ningún problema. La corrupción no es un problema. La falta de presupuestos no es un problema. La carencia de apoyos para sacar adelante leyes no es problema. Haber dicho una cosa y luego la contraria no es problema. Nada de eso importa. Importa el proyecto, su proyecto. Los jueces no cumplen la ley. Hay una persecución contra su persona. Él no insulta ni degrada el sistema, son los otros. Todo es contingente, solo él es necesario. Las elecciones paralizarían el país; la falta de gobernabilidad, no. El fin es gastar los fondos europeos que no son ya un medio para salir de la crisis pandémica, eso se lo deja a los obligados presupuestos del Estado. Ningún problema. No hubo culpa in vigilando. No hay corrupción estructural. No polariza sino la derecha. No ha prometido cosas que no ha cumplido. Rajoy tenía que dimitir al no tener presupuestos pero no su caso. Los jueces no hacen su trabajo sino cuando me viene bien y le vino bien cuando quería traer a Puigdemont y sentarlo en el banquillo. Ningún problema. No me iré. Pase lo que pase, no me iré.
Aunque sea invisible, se caló el presidente la gorra antes de acudir a la entrevista pactada con Pepa Bueno. Ambos beneficiados. Ella por tener una entrevista de impacto para estrenarse, hacía un año que no concedía otra, y él por jugar en casa por muy incisivas que fueran las preguntas, si es que lo fueron. La gorra de Sánchez es exacta a la de Trump: "Sánchez tiene razón en todo".
Parece el discurso de un líder fuerte, no lo es. Aburrido, sí. Motos le sacó un millón de televidentes a pesar de que la entrevista presidencial se retransmitió por tierra, mar y aire de lo público. Tiene su lógica. Hay quien lo ve por obligación, y hay quien lo ve para asegurarse de que sus privilegios no peligran, y quien lo hace para reafirmarse en sus propias convicciones y, los menos, para flagelarse en secreto. En sentido político son entrevistas vacías, vacuas, de las que uno puede prescindir perfectamente. La única novedad que han sido capaces de extraer los colegas ha sido que presentará presupuestos —lo cual puede volver a cambiar en un rato— y que los jueces que llevan las causas contra todos sus inocentes son prevaricadores, malvados y politizados. La compra del lawfare para él después de que su ministro Marlaska dejara dicho: "Los jueces acatan el orden jurídico" cuando eran otros. Las elecciones paralizan, así que no cuenten con ellas. No se irá. Visite a quien visite Illa, no se irá. Le aprueben o no las cuentas, no se irá. No se irá. Díganme cuántos iban a renunciar a una cena, una peli o una copa con los amigos de fin de verano para enterarse de que no se irá.
Todos sabemos que los mecanismos democráticos formales e informales están gripados por las circunstancias políticas propias de cada uno de los otros grupos. Sigue ahí porque nadie, por mucho que despotriquen, va a mover una mano para sacarlo. ¿Para qué tragarse la entrevista? Lo extraño es que el que quiere presentarse como el antagonista de Trump empiece a parecérsele tanto. O a lo mejor es de todo menos extraño. "Aunque cierta tensión entre las ramas del poder es una característica de nuestro sistema constitucional, este esfuerzo continuo del Ejecutivo para difamar e impugnar a jueces individuales que fallan en su contra carece de precedentes y es desafortunado". ¿Las asociaciones judiciales españolas tras la entrevista de ayer? No, el juez Thomas Cullen en un fallo contrario a la acción judicial interpuesta por el gobierno de Trump contra todo un tribunal. A Cullen lo nominó Trump, pero hay cosas que claman al cielo. "Esta deriva atenta contra el Estado de derecho", escribe Cullen y podrían suscribir los jueces españoles. Máxime si tras el jefe llegan los reflujos, que no solo son más ácidos sino más torpes. Es el caso de Patxi López siguiendo la estela del líder: "Hay actuaciones de algunos jueces que avergüenzan al Estado de derecho". Eso mismo dijo Trump del juez que lo halló culpable de 34 cargos.
La gorra de Sánchez es exacta a la de Trump: "Sánchez tiene razón en todo"
No es el único rasgo que los acerca. Están los bulos que persiguen a Sánchez, aunque se refieran a cosas bien ciertas como que a su hermano lo enchufaron o que las actividades de su mujer no eran ejemplares, y está Trump acusando de fake news y concediendo en sus redes los insólitos Fake News Awards en los que señalaba ¿a los "pseudomedios"? Está gobernar por decreto-ley a falta de respaldo parlamentario y están las órdenes ejecutivas a troche y moche. "Vamos a avanzar con determinación en esa agenda con o sin apoyo de la oposición, con o sin un concurso de un poder legislativo que necesariamente tiene que ser más constructivo y menos restrictivo" dijo taxativo y eso se lo compra Donald sin arrugarse. Porque el personalismo en el poder, el cesarismo, el yo o el caos también les aúna.
Así que falta esa gorra para Pedro: "Sánchez tiene razón en todo". Reparen en que sería preciso un pequeño golpe de mano al tiempo verbal. La frase textual de la gorra de Trump, "Trump tenía razón sobre todo", así en pasado no le valdría. Basta recordar que Sánchez decía en la mayor parte de las cosas lo contrario de lo que dice, así que o llevaba razón entonces o la lleva ahora. Por cierto, fue la única cuestión que lo descolocó un poco en la entrevista, que lo hicieran verse diciendo que Rajoy tenía que presentar una moción de confianza al no haber logrado aprobar los presupuestos. En cuanto pueda abole la hemeroteca, que encontrará más adeptos en sus filas que en lo de abolir la prostitución.
En el entreacto de la nueva comedia que se inicia, Illa improvisa una llamada para verse exactamente media hora con Puigdemont aprovechando un viaje para otra cosa. La ocurrencia no va de Puigdemont ni de reconocimiento ni de pacificación, sino que va, como siempre, de los socialistas y de Sánchez. Haciendo cosas, algunas cosas, o al menos que lo parezca, que la oposición habla de parálisis mientras que "el objetivo es gastar los fondos europeos" sobre todo de la forma que más votantes atrape y, en ese camino, "paralizar al país sería meterlo en un proceso electoral". Sobre todo, añado yo, antes de tiempo, o lo que es lo mismo, de que a Sánchez le parezca que le viene bien. Ahí no consultará a los socios.
De todo esta escenificación de movimiento quieto convendría que se tomara nota. Algunos grupos que ni quitan ni ponen rey deberían saber que algún día su actitud puede volverles en forma de boomerang, con visita o sin visita, y que la degradación democrática tampoco beneficia a sus votantes, por mucho que les parezca que es la de otros. "Creía que muchos de los que se consideran guardianes de nuestro sistema y de la democracia se plantarían. Y, sin embargo, se rindieron". No lo digo yo, es el plañido de Kamala Harris. Trump no tiene quien le haga oposición y Sánchez parece que tampoco mucho.