Cuando se nos encomendó la defensa del president Puigdemont y de los consellers en el exilio, hace casi dos años, establecimos como objetivo que todo lo que se hiciese fuera tenía que tener como objetivo final el servir para generar un cambio de escenario dentro del Estado. En esa línea, no solo se trazó una estrategia sino, también, se han ido implementando una serie de tácticas que tienen que ver con las fases y momentos de todo este proceso de internacionalización.

También, y desde un comienzo, se asumió que no sería un trabajo sencillo y que, en el mismo, tendríamos malos, regulares y buenos momentos, pero, sobre todo, es importante poder identificar cada uno de esos momentos y encajarlos dentro del marco general de lo que se está haciendo.

Dependiendo desde qué lado del conflicto se mire, esta habría sido una buena o mala semana. Desde el nacionalismo español y el floreciente neoautonomismo catalán se viven estos días con euforia. Y, algunos, en el independentismo los viven con desánimo. Sin embargo, creo que ni unos ni otros están acertando a interpretar lo que realmente está sucediendo.

Es claro, así consta en una resolución de un juez del Tribunal General de la Unión Europea, que las medidas cautelares que solicitamos, como acción accesoria a la demanda en contra del Parlamento Europeo por no reconocer la condición de eurodiputados del president Puigdemont y Toni Comín, han sido denegadas, tal cual ocurre en la gran mayoría de las causas que se presentan ante dicho tribunal.

Es claro, y ahí están los hechos, que, siguiendo consejo nuestro, y muy a su pesar, ni el president Puigdemont ni Toni Comín asistieron en persona a la manifestación que este pasado martes se celebró a las puertas del Parlamento Europeo para reivindicar el derecho de sufragio activo de más de 2 millones de ciudadanos de la Unión Europea.

Es palmario, y ahí está la resolución de la Comisión Europea, que se han negado a tramitar una iniciativa ciudadana europea (IcE) que pretendía y pretende que se activen los mecanismos legales previstos en el Tratado de la Unión Europea (TUE) para analizar y superar los riesgos sistémicos que afectan al Estado español y que tan claramente han quedado reflejados a partir del conflicto con Catalunya.

Nunca antes una apertura de legislatura en el Parlamento Europeo había estado tan marcada por un problema que, para algunos, solo parecía ser interno y que se está demostrando que es un atolladero para el conjunto de la Unión Europea

Ahora bien, igual, antes de lanzarse a grandes algarabías o sumirse en infundadas depresiones, habría que analizar el contexto en que todo esto se produce y qué es lo realmente relevante en cada momento.

Que la Comisión Europea, en funciones, haya decidido rechazar una IcE no debe sorprendernos; se trata de una decisión política dentro de un marco de actuación que era esperable y que, además, es recurrible. Las IcE son la máxima expresión de participación ciudadana dentro de las instituciones europeas y, por tanto, siempre han disgustado a la Comisión y mucho más a una como la saliente pero, como estaba previsto, estas decisiones son recurribles. Debe tenerse presente un dato fundamental: no ha existido ninguna IcE que haya sido admitida, sin más, por la Comisión y sí por parte del TJUE.

Que no se hayan admitido las medidas cautelares que solicitamos es un revés, la cuestión es saber dimensionarlo para evitar euforias o depresiones, dependiendo desde dónde se mire. La verdad es que son escasos los casos en que se admiten, pero la coherencia jurídica obligaba a solicitarlas a sabiendas del riesgo de denegación. Lo importante, en todo caso, es que nuestra demanda fue admitida en escasas cuatro horas y eso ya es un buen indicador.

Para nosotros, lo esencial es muy distinto y puesto dentro de una estrategia de mucho más largo recorrido que pasa por la internacionalización del conflicto,  esta semana, como en pocas otras, se han alcanzando unas cotas que eran muy difícilmente imaginables hace casi dos años.

Nunca antes una apertura de legislatura en el Parlamento Europeo había estado tan marcada por un problema que, para algunos, solo parecía ser interno y que se está demostrando que es un atolladero para el conjunto de la Unión Europea. Miles de catalanes estaban ahí en Estrasburgo para recordárselo a los eurodiputados y, también, tres escaños vacíos que son la mejor expresión de la restricción de los derechos civiles y políticos de una minoría nacional.

Alegrarse de que los representantes de más de 2 millones de ciudadanos de la Unión no puedan, por ahora, ser representados en el Parlamento Europeo refleja una pobre visión de lo que ha de ser un estado democrático y de derecho así como de la Unión Europea que quieren. No son pocos los que, de una parte, se dicen demócratas, incluso progresistas, y que, sin embargo se alegran de esos escaños vacíos... Lo que no saben es que son situaciones incompatibles.

Hemos abierto un procedimiento ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, hemos logrado visibilizar ante la Unión Europea los derechos democráticos de millones de ciudadanos de la Unión, hemos logrado dejar al descubierto una acción parapolicial e impedido el secuestro del president Puigdemont y Toni Comín

El solo hecho de huir de los mecanismos de cooperación jurídica existentes en el ámbito europeo para adentrarse en los oscuros derroteros de un convenio como el de Málaga, que permite la entrega administrativa de cualquier ciudadano español por parte de Francia, es un claro signo de los éxitos de toda esta estrategia. España ha renunciado al mecanismo de la Orden Europea de Detención y Entrega para jugársela a la aventura de Harry el Sucio y sus secuaces que, esta vez, no lo han conseguido.

Utilizar recursos públicos, vaya uno a saber cuántos, para tratar de traer a España por la fuerza a dos de los exiliados también nos retrotrae a una España que algunos dicen que ya está superada, pero, claramente, no es así y de eso tenemos sobradas evidencias tras lo vivido este martes en Estrasburgo y Kehl... con agentes de paisano saltándose fronteras e intentando una aventura más propia de los años ochenta del siglo pasado, aventura que terminó con varios altos cargos del Gobierno de Felipe González condenados por diversos delitos, entre ellos el de malversación de caudales públicos, el de detención ilegal y otros.

En cualquier caso y resumiendo el cómo ha sido la semana y el cómo vamos, podemos decir que hemos abierto un procedimiento ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, hemos forzado a que el Tribunal Supremo abra otro, hemos dado los pasos necesarios para abrir un tercero en contra de la denegación de la IcE, hemos logrado visibilizar ante la Unión Europea los derechos democráticos de millones de ciudadanos de la Unión, hemos logrado dejar al descubierto una acción parapolicial e impedido el secuestro del president Puigdemont y Toni Comín. Todo esto solo en una semana que, no lo voy a negar, ha sido agotadora.

No hay duda que estos días pudieron ser mejores y también  que todo pudo acabar en un desastre, con el president Puigdemont y Toni Comín en prisión y privados de todos sus derechos por muchos o muchísimos años, pero no lo han conseguido... seguimos.