"El coronavirus elegirá a los ganadores" ha sido un juicio que ha dado vueltas entre estrategas, expertos en atención médica y mercados. Esta sentencia adquirió un tinte altamente dramático cuando el miércoles Angela Merkel dijo que "del 60% al 70% de la población se infectará". Sumándose a la declaración de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de "pandemia", la canciller alemana explicó: "como el virus está ahí fuera, la población no tiene inmunidad y no existe terapia". Las bolsas se hundieron y un nuevo y lamentable estado de ánimo se apoderó de las calles.

El primer paso en la batalla para ser el ganador lo dio desde Riad el príncipe de Mohamed bin Salmán (MBS) que eligió el pasado fin de semana para arrojar el guante a Rusia sobre el liderazgo del gran negocio del petróleo. Su táctica fue hundir el precio del barril, cuya caída estrepitosa (el 30% menos en el caso del Brent) también tenía como blanco el asbesto norteamericano. Arabia Saudí debía mandar en el futuro sobre el crudo. Y punto. El lunes, la debacle en todos los mercados fue el inicio de una tanda semanal que pocos olvidarán.

Mientras, el presidente turco Erdogan puso en la frontera a millones de sirios para ejercer una presión feroz sobre Europa exigiéndole un nuevo precio por el mantenimiento de los expulsados en su territorio. En su guerra particular con Putin, Ankara y Moscú alcanzaron un punto de acuerdo tan inestable como el que mantenían hace meses. Como fuera, el viejo Imperio bizantino debía dar nuevos pasos. Estamos en la era de la posglobalización.

El momento estelar llegó el martes, cuando Xi Jinping se trasladó a Wuhan para demostrar que Pekín había ganado la batalla al dar una salida a la crisis mientras Italia extendía la cuarentena al conjunto del país. Para la Unión Europea se planteaba cómo afrontar la propagación de un agente infeccioso aún mal conocido, pero en cualquier caso diez veces más dañino que la gripe estacional como se empieza a reconocer. Emmanuel Macron reconoció que Francia estaba "sólo al comienzo de esta epidemia". Y en España, Madrid, La Rioja y dos áreas en el norte del País Vasco concentran el problema con cerca de 40 muertos por Covid-19.

En EE. UU., Trump no ha logrado convertirse en otro Churchill a la hora de afrontar la epidemia debido a los enfrentamientos de su Administración con el Congreso en manos de los demócratas, que buscan la elección del candidato Biden.

En estas tesituras, para Europa se plantea un dilema muy simple: sabiendo que es más fácil prevenir que curar, ¿hay que multiplicar las soluciones de confinamiento como en China o en Italia? Según el analista francés Jean-Pierre Robin, "si bien su coste es exorbitante a corto plazo al provocar casi de manera inevitable una recesión, parece la única fórmula para evitar una catástrofe sanitaria y una depresión económica duradera".

La presidenta del BCE, Christine Lagarde advirtió a los países de la UE que sin una acción coordinada esta crisis puede parecerse a la de 2008". Las decisiones del jueves del banco fueron tan sólo fórmulas de ayuda aceptables, pero sin carácter decisivo a solas. Como ocurrió con la Reserva Federal y el medio punto de tipos que bajó. Ahora comienza la hora de replantear a fondo los presupuestos y lo que atañe a los estímulos para reanimar a Europa. No vale quedar como perdedores. De ninguna manera.

Al cierre de la semana el viernes, con Wall Street logrando una remontada histórica tras presentar Trump su plan de acción, la OMS indicó que ahora “el epicentro de la epidemia de coronavirus está en Europa”.

El sábado, a nuestro alrededor, el vacío.