En uno de estos artículos que escribe como si tuviera ardor de estómago, Ignacio Vidal Folch denunciaba hace unos días que la Agencia Tributaria catalana es una fachada, y que continúa tan vacía como cuando se creó en el 2007. Vidal Folch explicaba que uno de los ideólogos de la hisenda, Joan Iglesias, ha vuelto a la Agencia estatal después de cobrar una morterada del gobierno de Mas, sin dejar detrás de él nada más que un libro "pueril” y perdonavidas. 

Con la mayoría de las denuncias de Vidal Folch cualquier independentista estaría de acuerdo. Es verdad que el pujolismo prefirió actuar más como una agencia de colocación de amigos que esforzarse en poner las bases de una administración de calidad. Es verdad que, mientras el presidente Mas daba a entender que preparaba una hacienda mejor que la española para afrontar el proceso de independencia, la cocina de la agencia no estaba haciendo las tareas básicas.

Tanto que oímos hablar del pensamiento único catalán, y en España la crítica no pasa nunca de ser una pose de torero

Lo que no explica Vidal-Folch, ni los diarios que han publicado informaciones parecidas últimamente, es por qué no aparecieron artículos como el suyo mientras Mas era presidente. ¿Qué necesidad tenía Vidal-Folch de hablar de psiquiatras y de nazis cuando era tan rematadamente fácil poner en evidencia el 9N explicando la hisenda de Mas? Todo el mundo informado sabía que el discurso de las estructuras de Estado era una variación de aquel lema pujolista que el trabajo bien hecho no tiene fronteras. 

Cuando leo a Vidal-Folch me pasa como cuando leo estas plumas jóvenes y estilosas de Madrid que me recuerdan a mí cuando tocaba la guitarra e iba despeinado. Tanto hablar del pensamiento único catalán y en España la crítica no pasa de ser una pose de torero. El president Mas subió los honorarios de los registradores de la propiedad delante de las narices de todo el mundo, también delante de las narices de Vidal-Folch. 

En el fondo, a las rabietas del columnista de El País con el llamado nacionalismo catalán son una pelea de familia, como las rabietas del PP y de Ciudadanos. Vidal-Folch mezcla los aspectos técnicos de la hacienda con los aspectos puramente políticos para vender la moto que Catalunya no está preparada para ser independiente. Como tantos articulistas de su cuerda quizás cree que así desmonta las imposturas del prucés, pero en realidad sólo las alimenta.

Para dotar la hacienda de contenido, lo primero que hay que hacer es resistir a las presiones de los poderes económicos y empezar a cobrar

El truco de presentar cosas sencillas como si fueran complicadas ya lo utilizaban los brujos en la noche de los tiempos. Todo el mundo que participa de la pomada catalana saca tajada de la inoperancia de la Agencia Tributaria de la Generalitat. Para dotar la hisenda de contenido lo primero que hay que hacer es resistir a las presiones de los poderes económicos y empezar a cobrar. Si Catalunya no tiene una mejor hacienda también es debido a que, hasta ahora, al Estado le ha convenido más pagar a una élite reducida -que cuando conviene finanza Ciudadanos- que pagar a todo el pueblo catalán. 

Las denuncias viscerales de Vidal Folch me hacen pensar en algunas periodistas y políticas que exprimen el discurso contra el machismo y luego dedican más rato a decidir cómo se visten que a leer un poco los libros que citan. Toda España es una gran fachada. Si incluso un diario tan conservador como ABC publica entrevistas de revista rosa para sugerir que con amor se puede domesticar el problema catalán.

Mientras no se celebre un referéndum de autodeterminación, la Agencia Tributaria de la Generalitat será poco más que la expresión de una voluntad política. No hay que ser muy inteligente, para entenderlo.