Lea la carta que le ha remitido Sara García, escuche a Curra Ripollés, atienda las palabras de Francisco Cardona… Si aún le queda algo de decencia, señor Trillo, y un ápice de lo que ustedes los católicos llaman piedad, arrepiéntase de lo hecho y lo dicho y pídales perdón 14 veces, las mismas que años ha durado su lucha para que se conozca la verdad de lo que ocurrió en aquél maldito avión que usted subcontrató para trasladar a nuestros militares como si fueran ganado. Ellos fueron a una zona en conflicto y estaban dispuestos a morir por una España a la que usted, por mucho que se empeñen algunos, no merece representar ni dentro ni fuera de nuestras fronteras.

Nadie le quiere mandar a usted a Perejil, como ha insinuado su compañero Fernando Fernández Maillo. Basta con que España entera sepa que usted ha sido el perejil de todas las salsas turbias del PP y el muñidor de operaciones inconfesables. Por eso le premiaron con una embajada, por eso taparon sus vergüenzas, por eso justificaron sus tropelías. Y por eso aún hoy callan. Son los mismos que se cuadran ante las banderas y dicen defender más que nadie no sé qué patria.

Usted, señor Trillo, ha sido el perejil de todas las salsas turbias del PP y el muñidor de operaciones inconfesables

¡Hubiera sido tan fácil! No pedían más que verdad y justicia. Apenas dos horas de reunión, un trato cálido, humanidad y cariño. Así de fácil. Su colega Dolores de Cospedal lo ha hecho. Y ellos por primera vez han sentido una paz interior que no han tenido en 14 años.  5.110 días y 122.640 horas de calvario. Nadie sabe si es una treta o la nueva ministra de Defensa ha marcado un punto de inflexión en esta infame historia del Yak-42 para reparar la indignidad de tanto tiempo.

No tenemos motivo, de momento, para dudar de su gesto y su palabra, la que comprometió ante los familiares de los 62 militares fallecidos para reabrir la investigación y bucear en cuantos despachos sea necesario para encontrar unos seguros que nunca aparecieron porque alguien probablemente se encargó de destruirlos.

¿Recuerda señor Trillo aquello de “cada palo que aguante su vela”? 

Y si, como se escucha por algunos cenáculos, lo que se pretendía con la filtración del informe del Consejo de Estado que ha puesto al descubierto todas sus vergüenzas era poner una bomba de neutrones bajo la silla de la secretaria general del PP para complicar su continuidad en Génova a partir del próximo febrero, el explosivo ha tenido un efecto boomerang. Ha ido y ha vuelto donde correspondía, sobre la cabeza de quienes nunca asumieron responsabilidad política alguna.  De la moral, ni hablamos.

¿Recuerda señor Trillo aquello de “cada palo que aguante su vela”?  Aquellas palabras salieron en pleno escándalo por los papeles de Bárcenas, de quien hoy, aún compartiendo sus mismas siglas, se niega a sostener tan indigno cirio. Y eso, de momento, es para celebrarlo como han hecho los familiares de los muertos, que son muertos de todos los españoles decentes, que son millones. No parece que sea su caso, salvo que, pese al daño ya irreparable que causó en el alma de tantas familias y en un alarde de arrepentimiento tardío, anunciase hoy mismo que renuncia a esa plaza de letrado mayor del Consejo de Estado que, en efecto, le corresponde por oposición.