Hoy toca periodismo. Siempre, y ahora más aún, imprescindible. ¡Tantos años de maltrato y tantos de credibilidad perdida! Nunca estuvo tan igualado en esto último a la política. Cosas de la crisis económica, de las redes sociales, de la pérdida del sentido crítico, de las cesiones, del seguidismo, de las trincheras, de los alineamientos… y de nuestras miserias, también de nuestras miserias.

Ni la política lo respeta ni los profesionales de la cosa no siempre nos hemos hecho respetar ante quienes tienen el poder o aspiran a tenerlo. Con honrosas excepciones, claro. Hay muchas. Y una de ellas sin duda es la de Fran Llorente, exdirector de Informativos de TVE entre 2004 y 2011.

La decisión de Rosa María Mateo de recuperar como director de proyectos y estrategia de la radiotelevisión pública a un claro exponente del periodismo decente y libre es toda una declaración de intenciones de la administradora única de la Corporación a quienes le han propuesto para el cargo y a los que lo apoyaron en el Parlamento. Ni una injerencia, ni un argumentario, ni un veto. Así fue durante la etapa de Llorente al frente de los informativos, con Luis Fernández como presidente de consenso, y antes de ser destituido por el PP cuando llegó al Gobierno y escribió las páginas más negras de la televisión pública.

Un medio de comunicación es en esencia un servicio ciudadano, y mucho más si es público. Pero las injerencias políticas y la genuflexión de algunos directivos de RTVE ante quienes les auparon al cargo han hecho que una parte de la sociedad haya perdido la confianza en la televisión pública al entender que esta lleva años al servicio del poder, y no de los ciudadanos.

Con Llorente, pero también con el resto de nombramientos que se han hecho púbicos este mes de agosto, RTVE dejará de ser un instrumento de propagada barata al servicio del Gobierno de turno. Con Begoña Alegría, nueva directora de los Servicios Informativos de TVE, con el gallego Xabier Fortes al frente de Los Desayunos y con Iñigo Alfonso a cargo de la información política de Las Mañanas en RNE, la televisión pública intentará seguro reconectar con un periodismo valiente, comprometido y de calidad. El reconocido prestigio de todos ellos, su trayectoria intachable y su acreditada capacidad para resistir las presiones son cuando menos una garantía para aquellos ciudadanos que hoy más que nunca reclaman el derecho a saber y a que no les mientan.

Y en estos tiempos en los que la exigencia de regeneración democrática es un clamor, la fortaleza de una información honesta que alimente una opinión pública exigente no es cosa menor, sino más necesaria que nunca. Es ahora cuando más hay que reclamar radios y televisiones públicas con profesionales que no se plieguen a las presiones de poder político sea del signo que sea. No por obvio hay que dejar de decirlo. El periodismo valiente no debe temer, sino ser temido, ya que ni la información ni la opinión son patrimonio de ningún gobierno o partido. Si Telemadrid, tras casi 20 años al servicio del PP de Esperanza Aguirre, ha podido hacerlo con José Pablo López en la gestión y Jon Ariztimuño en los Informativos, han sabido en apenas un año recuperar la profesionalidad, independencia y pluralismo de un canal en el que ya nadie creían, por qué no va a poder hacerlo RTVE.