Todavía no he leído ni hablado con ningún abstencionista que respalde sus argumentos con el "cuanto peor, mejor". La izquierda progre —sobre todo la española, gente que son de izquierdas hasta que se tiene que pactar con el PP para echar a Xavier Trias— gasta el día acusando a los abstencionistas de pensar que cuanto más de derechas sea España, mejor para Catalunya. He visto articulistas de La Vanguardia comparar a los catalanes hartos y frustrados por la incompetencia de la clase política independentista con partidarios de Trump y Bolsonaro porque "las artes brillarían más que nunca y los males del imperio quedarían a la luz". Yo ya entiendo que gente como Begoña Gómez desbarren cuando quieren leer la herida que carga el independentismo por llamar a la abstención el 23J. Solo pregunto a quienes salen a repartir carnés de cinismo contra quien se las ingenia como puede para fiscalizar a sus partidos que antes procuren sacarse la viga del ojo.

El argumento es bien sencillo y no hay que complicarlo mucho: si tienes unos intereses y crees que ahora mismo nadie los representa, no estás obligado a votar contra tu voluntad

Nadie se entretiene en sofisticar ningún argumento desde ninguna tribuna. El argumento es bien sencillo y no hay que complicarlo mucho: si tienes unos intereses y crees que ahora mismo nadie los representa, no estás obligado a votar contra tu voluntad. En la cabeza de los que solo priorizan el eje nacional cuando algún independentista maneja más poder de la cuenta, la única vía para combatir a los que se niegan a comprar el marco español es hacerles chantaje. Tiene toda la gracia porque primero te llaman cínico y después te acusan de cómplice de la homofobia, el machismo y el racismo, como si las plagas no existieran ya antes de la campaña del 23J y como si tuvieran que dejar de existir una vez asegurada nuevamente la poltrona para Pedro Sánchez.

Como buenos españoles, no pueden imaginarse que el eje nacional —el catalán— sea la brújula electoral de alguien, y no entienden, o no quieren entender, que quien no vota no lo hace por el "cuanto peor, mejor"

La trampa de la izquierda española y de todos los que llaman a la participación es que quieren reducir los problemas estructurales de la sociedad española a unas elecciones. Quieren hacernos creer que todos y cada uno de los debates ideológicos —"las guerras culturales"— terminan dentro de dos semanas. Además, lo hacen, como siempre, repartiendo títulos de privilegio aparejados con los de cinismo. Es una manera chapucera de no tener que hacer autocrítica porque "si gana la derecha, el catalán sufrirá mucho", como si no estuviera ya agonizando bajo su gobierno y todos los que lo han precedido. Como buenos españoles, no pueden imaginarse que el eje nacional —el catalán— sea la brújula electoral de alguien, y no entienden, o no quieren entender, que quien no vota no lo hace por el "cuanto peor, mejor". Lo hace de puertas adentro, bien consciente de que el movimiento independentista no depende de si gana la derecha o la izquierda en España, porque la carcoma a eliminar la tiene dentro. El dragón del abstencionista son los partidos que día tras día renuncian a defendernos para sacar las castañas del fuego a los españoles.

Es más fácil enfrentarse al independentista renegadillo y frustrado que decir en voz alta "la culpa del fascismo español es de los fascistas españoles", yo ya lo entiendo

"Su rabieta no la pagarán partidos, sino personas con mucho menos privilegio", decía la Gómez en La Vanguardia, refiriéndose a la lengua catalana. ¿Me lo dices a mí, Begoña, que soy catalanohablante? ¿Que procuro vivir plenamente en catalán en la Barcelona de Colau —ahora de Collboni con los votos de los radioprimaverasounders— y no puedo? ¿Que he tenido que escuchar que me llamen racista y burguesa por hablar en catalán en la capital del país? Es más fácil enfrentarse al independentista renegadillo y frustrado que decir en voz alta "la culpa del fascismo español es de los fascistas españoles", yo ya lo entiendo. Es más fácil pensar que los vacíos del independentismo desnacionalizado volverán a servir para reducir la conflictividad en la política española y pactar una salida porque, por poco que sea, será así. Es más fácil decirles a los catalanes "que vendrá el lobo lingüístico" que admitirse como lobo lingüístico. Esta es la parte fácil de ser un abstencionista cínico: que te permite reconocer quiénes son los otros cínicos, aunque no sean abstencionistas. Si las elecciones les salen bien, todo será gracias a la otra España y a las fuerzas del cambio y a toda la épica progresista que necesita el estado para taparse las carencias. Si las elecciones les salen mal, la culpa será de los abstencionistas cínicos, que lo único que querían era una clase política que defendiera sus intereses pero, sobre todo, una clase política que no les hiciera pasar más vergüenza. De momento tenemos la Inteligencia Artificial de JxCat y el vídeo de Francesc-Marco Àlvaro contando que su bebida preferida es la pellofa. Salud.