Examen sorpresa. Va, piense así rápido en los cambios que ha habido en los últimos cinco años en el panorama de partidos políticos español. Sí, sí, ya sé que allí se habla mucho de la nueva política, pero en Madrit (concepto) de novedades-novedades, ha habido una: la vehiculación del 15-M en Podemos. Y pare de contar. Sí, porque Ciutadans es un partido nacido aquí. Que allí tiene un papel y una función diferente, sí, pero es un invento catalán. El resto, es un refrito de lo mismo de siempre. Un PP donde Rajoy ya era ministro el año 1996 y vicepresidente en el 2000 y un PSOE donde Felipe González todavía mueve hilos detrás de la cortina.

Y ahora miremos qué ha pasado aquí. Empezamos por los partidos que han gobernado más años, Convergència i Unió. CDC está en un proceso de refundación que, si lo hacen como algunos que mandan dicen que harán, provocará más muertos que un capítulo de Juego de Tronos. Mientras llega el día, de momento ya han hecho desaparecer sus siglas en dos elecciones seguidas. En las catalanas con la marca Junts pel Sí y en las españolas con la marca Democràcia y Llibertat.

Unió Democràtica está como el anuncio aquel de los plátanos: mínimo, uno al día. Pero en su caso lo que pasa cada día es un anuncio de renuncia. En menos de un año ha pasado de ser un partido de poder a quedarse como aquellos edificios en que vacían todo lo de dentro y sólo queda la fachada. Y a ver que no caiga antes de lo que nos pensamos.

Pasamos ahora al tripartit. De entrada el propio concepto salió un día a comprar 100 gramos de jamón dulce y nunca más se supo. Y lo peor es que dices “tripartit” y suena tan antiguo que es como hacer una regresión a tres vidas pasadas.

Por el camino, el PSC ha perdido media alma e Iniciativa sobrevive escondida dentro del concepto Podemos en el Parlament y chupada por el colauismo en el Ajuntament de BCN. Punto y aparte es Esquerra Republicana, que ha pasado del tradicional caos interno a vivir la paz desconocida sin disidencias ni despropósitos que proporciona Oriol Junqueras.

Otro capítulo son los elementos (ahora les llaman “actores”) totalmente nuevos. El ya citado de Ciutadans, que aquí se ha consolidado como el partido del “No” y que en España intenta ser una especie de UCD y, sobre todo, las CUP (que ahora son LA CUP). Aquel movimiento municipalista de la Catalunya interior decidió dar el paso y en poco tiempo se ha convertido en el árbitro de la política catalana. Tanto, que hace y deshace presidentes y es el elemento clave para aprobar los presupuestos. ¿Quién se lo iba a decir, verdad?

Y a la hora de los ingredientes de la nueva salsa catalana, no hay que olvidar la ANC y Òmnium. Los primeros, con sólo 5 años de vida, son una pieza importante en el rompecabezas nacional, a pesar de los últimos movimientos internos que veremos como acaban. Los segundos han pasado de luchar por la defensa de la lengua a encabezar manifestaciones de centenares de millones de personas pidiendo la independencia. Y a su lado, o fruto de, los independientes que fueron en las listas de Junts pel el Sí.

Pero en el lado unionista también ha habido novedades. Sociedad Civil Catalana es el ejemplo. Gracias a generosos presupuestos de origen desconocido ha conseguido organizar actos con mejor asistencia en los medios de comunicación que de humanos in situ. Pero también intenta jugar sus bazas.

Seguro que me he dejado elementos, cosas y matices, pero así al por mayor ésta sería la prueba de que aquí todo se mueve y que allí todo continúa más o menos igual. Si eso es bueno o malo, lo sabremos pronto. Pero vivimos momentos de cambio. Aquí y en la China popular. Y sorprende mucho este hieratismo sociopolítico español. A ver que no sea la reacción típica de los cadáveres, contrapuesta a nuestro movimiento agotador que quizás no nos mueva de sitio.