Si ahora miro hacia atrás me doy cuenta, con sorpresa, de que la vida me ha dado casi todas las cosas que anhelaba, incluso las que me parecían más difíciles de lograr. Lo escribo maravillado, con la esperanza de que sirva para calmar la desazón de los jóvenes y los señores desorientados que ven negro su futuro porque son demasiado listos para adaptarse al clima de miseria general y a la vez demasiado inseguros o inexpertos para distanciarse o combatirlo.

La primera cosa que hay que hacer en tiempos de crisis es simplificar. La vida es dura y nosotros somos muy frágiles. A veces somos como un gladiador lanzado en medio de un circo lleno de leones que resucitan cada vez que los atraviesas con la espada. Cuando la situación se pone difícil es cuando tienes que estar más tranquilo y cuando tienes que medir mejor la energía que dedicas a las cosas. Saber abstenerse de hacer nada que no tenga un propósito importante es una virtud que se tiene que aprender de los reyes y de los artistas.

La segunda cosa que hay que hacer es reducir la velocidad de la marcha. Matar la prisa siempre es bueno, pero es imprescindible si no sabes a dónde vas o sientes el impulso de subir al primer tren que pase lleno de gente para huir de la confusión. También es recomendable evitar hablar con grandes palabras. La épica y la poesía nacen de la acción. Los planteamientos grandilocuentes nos justifican porque nos hacen sentir pequeños y nos empujan a abrazar espejismos que nos consuelan pero nos hacen perder un tiempo precioso.  

Para prosperar y ser feliz hay que aprender a limitarse y trabajar con tenacidad. La felicidad viene de la fe que pones en las cosas que has elegido elevar y proteger. La inteligencia evoluciona con la práctica y si te concentras en dominar el trozo de mundo que realmente te importa, la vida misma te irá elevando por encima de las resistencias del entorno y los problemas personales. Compite, pues, solo contigo mismo. Deja que el fuego del instinto y de la intuición funda el hielo de los prejuicios y vigila de no perderte dentro de un argumento demasiado complicado.

Si proteges aquello que es importante para ti, verás como el tiempo destruye obstáculos que parecían insalvables. Nada de lo que es superfluo al final dura demasiado. La prueba es que cuando has traicionado el corazón y has tomado un camino equivocado no hay excusas que sirvan, solo lecciones para poder rectificar y quizás reinventarte. Escoge las amistades con cuidado y libérate de las relaciones que te obliguen a mentir de forma gris o baja. Practica la comedia pero no pierdas nunca la capacidad de ser sincero contigo mismo y con los otros. 

Ama sin miedo y, cuando sea necesario, ataca a los enemigos sin vanidad y sin remordimientos.