El domingo vi The big short, una película que lo tiene casi todo para entender hacia dónde va España y cómo convendría leer las elecciones del País Vasco y de Galicia. El filme explica la aventura de tres pequeños inversores que vieron venir la crisis del 2007 y se hicieron multimillonarios especulando contra la burbuja inmobiliaria.

La película describe hasta qué punto el sistema presiona a los disidentes y sabe regenerarse con la sangre de los inocentes y de los oportunistas más estropeados por la ambición. El filme se adentra en las entrañas del mundo financiero y explica cómo funcionaban las subprimes y los bonos basura a través de una narrativa excéntrica pero pedagógica.

Sin necesidad de entender la jerga económica, la película muestra a través de un caso práctico cómo las ideas acaban dominadas por lógicas perversas que elevan parásitos cada vez más serviles y vanidosos. El clímax de la película llega cuando los inversores se dan cuenta de que sus cálculos matemáticos eran correctos, pero que la indignación y los deseos reformistas no les servirán para nada porque la mayoría de la gente es feliz viviendo por inercia.

Vista desde dentro, la crisis aparece como un mecanismo que el mismo sistema utiliza para hacer limpieza cuando la comedia de los que más provecho sacan de él resulta insostenible. Al final, después de mucha audacia y de mucha resistencia psicológica, los inversores se hacen ricos, pero su confianza en la capacidad de mejorar el mundo acaba tan agotada que sólo les queda la retirada o el cinismo descarnado

Si alguien todavía cree que una crisis al estilo de 1898 facilitaría la situación de Catalunya, o que el socialismo y la independencia servirán para hacer "un país nuevo", que corra a ver la película. Es verdad que el filme lleva este germen esterilizador típico de los productos de la CIA, pero también sirve para ver que la salud de una sociedad depende de la gente que es lo bastante fuerte e inteligente para no dejarse llevar por la comedia.

Después de la película no cuesta establecer paralelismos entre los productos financieros que provocaron la crisis mundial y los discursos que la prensa hace tiempo que publica contra Pedro Sánchez y la autodeterminación de Catalunya. Como las agencias de calificación que daban la triple A en productos rellenados de hipotecas imposibles de pagar, la España de la transición cada vez está más atrapada en sus mentiras.

Cualquiera que mire los resultados de Galicia y del País Vasco puede observar como el mundo que promueve el Ibex 35 se sustenta en territorios cada vez más grises y menos dinámicos. Cuando ves que una alcaldesa sin estudios intenta emular a Pasqual Maragall o que una web como El Orden Mundial se dedica a elogiar la China, quiere decir que se acerca la desbandada.

Sánchez ve eso y especula a la contra para salvar al PSOE de seguir comprando mercancía defectuosa, exactamente igual que los héroes de The big short. Los intentos de Errejón de articular un frente que promueva un cambio de modelo territorial dentro del orden constitucional están tan condenados a fracasar como los intentos que hará el PP de convertir Galicia en el motor de su regeneración.

Como ya dije, el Estado español ha llegado al punto aquel en el cual todo remedio es peor que la enfermedad. Lo vimos esta semana con las bofetadas que se llevó el pregonero de la Mercè, a pesar del apoyo que recibió de todos los grandes diarios. Ya hace tiempo que la prensa de papel parece especialmente escrita para que los independentistas nos partamos de risa.

Ahora mismo sólo Sánchez y su círculo impiden que el PSOE se convierta en un partido de ámbito andaluz, para gozo de las pulsiones más oscuras de Ciudadanos y Podemos. Sánchez impide que la fiesta demagógica española continúe con un PP podrido por dentro, que si pudiera gobernaría igual que el partido comunista de la China.

Cuando todo se hunde, lo que cuenta es la capacidad de generar hechos consumados. A Sánchez a nadie lo podrá parar, porque los valientes que querrían pararlo juegan de farol. Difícilmente ningún candidato ganará la secretaría general del PSOE apostando por ayudar a Rajoy, y si pasa peor para España.

Asimismo ningún gobierno español se podrá sostener a partir de la represión de Catalunya, si ejercemos el Derecho a la Autodeterminación. Si la reivindicación del Referéndum ya ha impedido que se constituya un gobierno y vamos directos a terceras elecciones no cuesta nada imaginarse que pasaría si el Estado intentara impedir de verdad de que Catalunya celebrara un referéndum y aplicara el resultado.

Cuando la gente que manda parece haber enloquecido y ves que todo se va a venir abajo, tienes que tener estómago de apostar por una alternativa que te parezca razonable y defenderla con dientes y uñas. De lo contrario tarde o temprano la riada te va a arrastrar con el resto de tontos.

Eso es lo que te enseña The big short.