El Rey vino el jueves a Catalunya. Y quien le escribió el discurso lo dejó en evidencia. Si el Rey viene a un acto público, tiene que saber que el president de la Generalitat, aprovechando su presencia y la de la flor y nata de los empresarios, pronunciará un discurso reivindicativo. Y si no lo sabe, tiene un problema. Y este problema se llama desconexión de la realidad.

Y si el Rey viene a Catalunya, con la que está cayendo, el president de la Generalitat le pronuncia un discurso explicando los agravios que inquietan a los empresarios presentes y él responde con un discursillo que podría haber hecho en la inauguración de la feria de la acelga de Astorga, entonces la monarquía española ya tiene dos problemas. Y este segundo problema se llama estar en manos de un gobierno que lo aísla del mundo. Y, de rebote, tiene un tercer problema, destilado de los dos anteriores: quien tendría que saber que el president de la Generalitat pronunciará un discurso reivindicativo y, o bien no lo sabe o bien no lo quiere saber, y lo deja vendido ante los empresarios, ama poco a la institución y tiene muy pocas ganas de solucionar el conflicto.

Pagaría (¡¡¡y muuucho!!!) para poder saber qué sensación tiene el Rey cuando tiene que leer estos discursos vacíos. ¿Qué debe sentir cuando le hacen hacer este papel? ¿Qué debe pensar un señor que nos los venden como muy preparado cuando La Moncloa decide enviarle un texto transparente y él queda como un marciano recién aterrizado?

Madrit (concepto) ha tenido muy mala suerte con la gente que han contratado para explicarles lo que estaba pasando en Catalunya y para gestionar la situación. Mala suerte que en el 99,9% ha sido auto provocada. Un ejemplo ha sido la hasta ahora delegada del Gobierno. Esta señora vive en BCN como podría vivir en una isla del Pacífico central y venir a trabajar cada día por tele transportación. Su conexión con la realidad catalana es la misma que la de alguien que va a una reunión de una asociación animalista vestido de torero y chorreando sangre. En Catalunya hay mucha gente del PP que conoce la realidad del país. Y ella no es una. Y por mucho que estos (y éstas) que sí que saben de qué va la cosa y lo explican a Madrit, o bien no se los acaban de creer o bien les interesa no creérselos. Y allí, durante mucho tiempo les ha convenido este "llanismodelunismo" de vestir pantalones blancos en pleno invierno, lucir chaqueta cruzada con botones dorados, pasear look de figurita de Lladró y meter al Rey en jardines de difícil salida.

Pero ahora toca cambio de estrategia. Ahora toca cara amable. Se ha acabado la manera de hacer de los Marcelo Brothers. "Que se consiga el efecto sin que se note el cuidado" y, por tanto, adiós al insulto, a las cloacas del Estado, a la guerra guarra (más marrana que la sucia) y a la filtración de pruebas falsas a periodistas amigos. Empieza la época de hacer ver a la opinión pública que los intransigentes son los otros. 

Y Enric Millo, la nueva cara oficial del PP en Catalunya, es un señor que conoce bien la realidad del país. Demasiado y todo. Y tiene sentido del humor. Y empatía. Y no está rígido como una mojama (desde el punto de vista de carácter). Y quizás desde su nueva responsabilidad podrá hacer cosas diferentes.

¿Cuáles? No sé, por ejemplo, avisar al Rey de la que le puede caer en un acto público y permitirle estar a la altura de las circunstancias.