La UE y la zona euro tienen por delante un arduo mes de septiembre. Riesgos políticos y económicos, que se entrecruzan, forman un escenario dominado por el "europesimismo". Los mercados pueden romper la tentación de mantener el statu quo acelerando la salida de capitales.

El lunes pasado, Angela Merkel, Matteo Renzi y François Hollande se encontraron en un portaaviones en la isla de Ventotene (Italia) para anunciar la voluntad de dar "un nuevo impulso" a a la cohesión europea tras la salida del Reino Unido y mostrar, como dijo el dirigente italiano, que "Europa no está acabada". 

La reunión mediterránea sirvió de prolegómeno a una serie de consultas para preparar la cumbre extraordinaria europea de Bratislava del 16 de septiembre.

El temario de esa cita está sobrecargado de cuestiones espinosas. En primer lugar, la cuestión de la seguridad y la defensa. Los ataques terroristas son una amenaza permanente sobre la que se debe discutir si hay que tomarla como un agujero negro al que sólo cabe acostumbrarse o cómo, y a su vez el modo de combatirlo uniendo fuerzas. En materia de defensa, Ucrania ha enviado este mes señales de alarma sobre movimientos militares rusos, teniendo en cuenta además que EE.UU. busca descomprometerse en cuestiones de seguridad ajenas.

El problema de los emigrantes se ha complicado tras el golpe fallido de julio en Turquía

El problema de los emigrantes, ya por sí peliagudo y fuente de conflictos entre los propios miembros de la UE (como se ha visto en el Brexit), se ha complicado tras el golpe fallido de julio en Turquía, que está llevando al Gobierno de Erdogan a una línea islamista y nacionalista inquietante. Las tensiones han aumentado y los dirigentes europeos buscan una alternativa.

 Los países bálticos están inquietos acerca de los planes de Putin y la estrategia de la OTAN. El grupo de los cuatro países de Visegrado, Polonia, Chequia, Hungría y Eslovaquia están en contra de las políticas en favor de los refugiados y reclaman un mejor control de las fronteras. A su vez, advierten que cualquier intento de reformular una Unión Europea a dos velocidades o cualquier otra fórmula que les condene a un segundo plano pude concluir en una desintegración.

Todo este cúmulo de tiranteces y dificultades políticas están desalentando las inversiones al sumarse a un tibio crecimiento económico de la zona, unas ganancias deslucidas de las empresas y a un sistema financiero frágil.

Los mercados bursátiles europeos han sufrido salidas de capital durante 28 semanas consecutivas por valor de 90.000 millones de dólares

Los mercados bursátiles europeos han sufrido salidas de capital durante 28 semanas consecutivas por valor de 90.000 millones de dólares, según la firma de seguimiento de fondos EPFR Global. 

Ante esta situación, Francia e Italia se muestran a favor de mayor gasto público y un avance en la línea de mayor federalismo. Alemania es contraria a nuevos aumentos de las deudas públicas y defiende una Unión que presente "resultados", o dicho con sus palabras, "una mejor Europa".

España no está jugando casi ningún papel a pesar de su buena situación económica a causa del 'impasse' político

En estas controversias, España no está jugando casi ningún papel a pesar de su buena situación económica a causa del impasse político. Pero la situación del núcleo duro tampoco es nada clara. Renzi se enfrenta a un referéndum sobre la Constitución italiana, a cuyo resultado ha vinculado su futuro político. Francia, envuelta en un estado de desazón elevado, tiene elecciones en 2017; al igual que Alemania, donde Merkel sufre un desgaste no a causa de los refugiados. Por todo ello, se deduciría que ante este cuadro general lo probable sería un mantenimiento del statu quo.

Pero ello no es tan fácil hoy. "Si la incertidumbre política se mantiene elevada, las acciones europeas podrían caer un 15%", indica el grupo Allianz. El castigo a las acciones podría ir acompañada a la deuda y la moneda.

Benoît Coeure, del consejo del BCE, que representa a Mario Draghi en las reuniones de banqueros centrales de Jackson Hole, ha dicho que las reformas estructurales son ahora imprescindibles y que de ellas depende no sólo que la recuperación no descarrile sino el propio proyecto europeo. La política monetaria empieza a mostrarse como pólvora mojada. Y el europesimismo amenaza. Los mercados pueden obligar a hacer un giro.