Esta semana ha sido una buena semana para Junts per Catalunya. No por este hecho diré que se confirma la tesis escrita hace siete días de que el barómetro del CEO era más una oportunidad que un problema para este partido; es pronto para saberlo. Pero claramente ha sido un buen comienzo. La gira mediática de Pedro Sánchez por medios de comunicación catalanes asumiendo los múltiples incumplimientos del acuerdo de Bruselas por parte del PSOE termina con movimientos en el Congreso de los Diputados. Ayer jueves, Junts, PSOE y PP acordaron un texto en la ponencia de la comisión de Justicia para intentar que la ley que registró Junts en el Congreso contra la multirreincidencia pueda ser aprobada a principios del año que viene. Al PNV también le gusta. Si los vascos acaban sumándose, podría ser una de las iniciativas políticas que haya recibido un apoyo más amplio de toda la legislatura. Fruto de una suma poco habitual, bien cierto. Pero que aporta un valor añadido importante a quienes la apoyan.

En política es muy importante dar sentido a lo que haces y a lo que representas. Y ante el problema de la multirreincidencia, cualquier partido que quiera tener opciones de gobernar algún día debe abandonar la estética y arremangarse para resolverlo. Esta propuesta para modificar el Código Penal responde a la voluntad de introducir la multirreincidencia como agravante en los hurtos de menos de 400 euros, que son básicamente robos de móviles y ordenadores, ya que ahora esta agravante no se aplica. Si se aplica la agravante de multirreincidencia, significará que a alguien que ha cometido un hurto de menos de 400 euros y ya ha sido condenado tres veces por delitos similares, se le impondrá una pena de prisión de entre uno y tres años.

Es bastante obvio que el PP lo apoye. Más allá de que sea una propuesta de los independentistas catalanes; más allá de que el PSOE lo haga porque quiera seducir a Junts (olvidando a la izquierda minoritaria que lo respalda); sus votantes lo ven bien. También lo ven bien los votantes del PNV, que siempre han valorado más el orden que la ideología. Además, es un acuerdo que aporta soluciones a uno de los problemas de los que más provecho saca el populismo para inflamar su discurso. Y eso también les va bien a todos.

La sociedad actual presenta problemas nuevos sobre los que harán falta consensos amplios, quizá curiosos, para encontrar soluciones

Empieza el baile en el centro del tablero, y parece que habrá más gente que querrá estar dentro que quedarse fuera. La sociedad actual presenta problemas nuevos sobre los que harán falta consensos amplios —quizá curiosos— para encontrar soluciones. No hacerlo perjudica a todos. En primer lugar, a los ciudadanos, hartos de que el sistema no les proteja. En segundo lugar, a quienes aspiran a la centralidad, ya que para combatir los extremos lo que hace falta es actuar, no radicalizar el discurso. Y, en tercer lugar, a quienes gobiernan, puesto que la polarización y la crispación entorpecen mucho la calidad democrática y el buen funcionamiento de las instituciones. No hay que echar las campanas al vuelo, es un principio de acuerdo, pero tiene su gracia.

Muchos sectores apoyarán este acuerdo. Pero casi todos olvidarán que esto ha pasado porque Junts ha decidido mantener su postura. Volviendo al artículo anterior, por mantenerse fieles a su estilo de juego y asumir las consecuencias. No debe ser sencillo. Al registrar la propuesta se les acusó de todo por parte de la izquierda dogmática. Y otros corrieron a decir que era por Aliança y tal. Al romper con Sánchez se les acusó de todo por parte de la izquierda dogmática. Y otros corrieron a decir que era por Aliança y tal. Pues bien, si acaba habiendo acuerdo será porque presentaron la propuesta a pesar del ruido y las presiones y porque rompieron con Sánchez a pesar del ruido y las presiones.

Es lo que tiene querer ocupar el centro en tiempos de extremismos y verdades absolutas. Es duro, pero es donde se está por lo que importa. Parece que empieza el baile.