El juez tiene el sobrehumano poder de producir en el mundo del Derecho las más monstruosas metamorfosis, y de dar a las sombras apariencias eternas de verdades (...) puede si la sentencia no se adapta a la verdad, reducir la verdad a la medida de su sentencia.

Piero Calamandrei. Elogio de los jueces escrito por un abogado

 

 

Hay veces en que cuando el foco alumbra al centro de la escena, los movimientos más interesantes se producen en las sombras. A veces, en la ópera o en el teatro, habrán notado como sus ojos se escapan de esa acción tan obviamente sometida a su escrutinio para vagar por las sombras en las que se preparan los coros o se afanan los que, creyéndose ocultos, se recolocan para cuando vuelva a abrirse el plano. A lo mejor son cosas mías, rarezas que me aquejan, pero en el caso del juicio que se desarrolla en el Tribunal Supremo también tengo esa sensación. Y no, no es sólo que a pesar de la imagen sin realizador de la sala, veamos gestos y actitudes que nos dan claves sobre la incomodidad de unos o la sensación de triunfo de otros. Ese es un ejercicio vistoso y entretenido pero poco más. No. Me refiero a los movimientos del mundo de las togas, a los mentideros, a las confesiones de los reservados, a todo eso que con cierta razón se llama “Madrid” fuera de Madrid.

Madrid, ese Madrid de los que saben y dicen y de los que quieren saber y aguzan el oído, está ocupado estos días con las aguas de fondo de la solución al enigma que supone todo juicio. La solución, ya se pueden imaginar, es la sentencia. Y hay datos y comentarios y corrientes que van y que vienen, siempre entre gente y fuentes que saben de lo que hablan, que están más atentas a lo que podría pasar en la segunda mitad de julio que a las plúmbeas, por comparación, sesiones en la sala de vistas. Sí, en la segunda mitad porque hasta esa fecha de un viernes de julio para hacer público el fallo está por ahí en almoneda; tan próxima a la del verdadero alzamiento. No la cuestionaría mucho. Es muy propio de los tribunales soltar las sentencias con una mano y marcharse de vacaciones con la otra porque, como ya me explicó un día un entonces presidente del Supremo, “agosto, Elisa, en España todo lo cura y todo lo hace olvidar”. Será por eso.

¿Acaso alguien cree que es gratuita esa facilidad de crítica de la pluma castellana con los fiscales y esa falta de análisis con algunos fallos evidentes cometidos por el presidente del tribunal?

Todas estas fuentes y caudales, porque algunas son de gran potencia, están llenando de lluvia fina los oídos que convienen. Por resumirles, creo que están preparando a los muy cafeteros para una sentencia que no será por rebelión. Eso es lo que dicen y eso es lo que luego otros insinúan en los escritos, por esa curiosa sinergia entre periodistas y poder que es tan propia de la metropoli. Los susurros repiten mucho conspiración para la rebelión, que es algo también difícil de armar, pero que ya insinuaba la sala de admisiones en su auto. Y digo que el flujo de información tiene por objeto que vayan bajando las expectativas aquellos que las pusieron tan altas que daban la rebelión por cumplida y el castigo por impuesto. La conspiración tiene unas penas mucho más bajas y parece que en confianza algunos la venden como una salida apañada. Conspiración para la rebelión y malversación y la culpa de que no se pueda ir más allá será de los fiscales “torpes y pálidos” como hoy les llamaba un maestro del género en un diario nacional. Ese parece el trazado que recorre los mentideros y que algunas plumas, con buena oreja, están empezando a plasmar en sus escritos.

Un relato que vira debe tener un buen culpable, ¿acaso alguien cree que es gratuita esa facilidad de crítica de la pluma castellana con los fiscales y esa falta de análisis con algunos fallos evidentes cometidos por el presidente del tribunal? Nada sin su causa. Tampoco es a humo de pajas que se escribe y se publica que “un sector el Tribunal Supremo considera difícil encajar con el tipo de la rebelión” en uno de los diarios más importantes del país. No sé si hemos de pensar que son los magistrados de la Sala Quinta los que indican estas cosas a los periodistas para que no pequen los de la Sala Segunda, pero es obvio que es una lluvia fina. Llegan incluso a insuflar en sus oyentes discretos la idea de crear un nuevo tipo en el que encajen los hechos, lo que es tanto como aseverar que no lo hacen en el actual y si no encajan en el tipo, no hay delito que valga. Lluvia fina. Avisos a navegantes. Verán como poco a poco se van dando cuenta de que el clamor de ¡rebeldes, golpistas! a tumba abierta se va relajando suavemente y que sólo los más pardillos se quedan en la silla de don Tancredo de esa rebelión que vieron tan nítida mientras los más avispados revisan sus posiciones.

Estas corrientes subterráneas de la información privilegiada apuntan también a que en Estrasburgo la condena por rebelión correría muy mala suerte mientras que la conspiración podría ser aceptada con más naturalidad. Fíjense en la prensa nacional en los próximos días, en las declaraciones de líderes de opinión y hasta de políticos, verán que la rebelión se aleja como un barco a la deriva deslizándose de las manos incluso de los más firmes defensores y cómo la fiscalía se va quedando sola y al pairo en los estrados y en las columnas. No será coincidencia. En Madrid los únicos oídos a los que algunos hombres no susurran son los de los caballos.