“C’est de la prudence de ne se fier jamais entièrement à ceux qui nous ont une fois trompés”

René Descartes

 

Prudencia. Lo decían las abuelas, es la madre de todas las ciencias. Prudencia y mente fría. También para analizar la operación llevada a cabo por la Audiencia Nacional que se ha saldado con nueve detenidos de los cuales siete están en Tres Cantos a la espera de comparecer ante un juez acusados de terrorismo, entre otras cosas.

La primera cuestión que reclama la prudencia viene auspiciada porque sólo conocemos hechos y datos parciales que han sido filtrados, por la Fiscalía o por la Guardia Civil o incluso puede que por otros conocedores del sumario secreto, y, por tanto, caminamos ciegos por senderos marcados. La prudencia pide que esperemos a tener datos concretos de qué sustancias se encontraron en los registros y en qué estado. Sueltas o en combinación. Llegando a formar algo evidente o sólo como potencial. Lo cierto es que los precursores prohibidos y los controlados se encuentran recogidos en un protocolo procedente de la UE y, por tanto, si las sustancias están, están. Otra cosa es que se demuestre para qué se han utilizado o se pensaban utilizar. Así que esa es una primera prudencia. Una vez conocidos los hechos, tal vez haya que concluir que hubo unos individuos que decidieron saltarse la proclama de pacifismo reivindicativo que siempre ha emanado del movimiento independentista. En ese caso, supongo que sería el propio movimiento el que tendría que cargar sobre los idiotas que estaban dispuestos a darles gratuitamente la violencia que nunca se halló y que nadie pretendía. Si se confirma a través de pruebas materiales –conversaciones grabadas, mezclas concretas o pruebas explosivas– que hubo quien pretendió sabotear el planteamiento cívico del movimiento, no quedará otra que mostrar la más dura repulsa. Sobre todo procedente de los que llevan propugnando y defendiendo la pelea pacífica por la independencia años.

Esta misma prudencia debería haber impregnado las informaciones de todos los medios de comunicación y las declaraciones de políticos y, aún más, de asociaciones judiciales. El comunicado de prensa de la Fiscalía de la AN es un prodigio de condicionales, hipotéticos y presuntos. La cuestión es que no han faltado las legiones que salten mucho más allá de todo eso. Incluida la asociación mayoritaria de jueces que, desde su cuenta oficial, ha hablado directamente de la incautación de goma 2. Nadie desde la investigación se había atrevido a llegar tan lejos. Y ahí es donde quizá se aprecien las ganas de muchos. Las ganas de encontrarse ante un fenómeno conocido, la comodidad del terreno explorado, que es el de la lucha armada por la independencia llevada a cabo mediante actos terroristas. Este supuesto todo el mundo sabe cómo manejarlo y, sobre todo, cómo vencerlo. Así que hay mucho público dispuesto a llevar el agua a ese molino, incluido el diario que ayer por la mañana ya buscaba las relaciones de los detenidos con Terra Lliure.

La carta remitida por el president Torra a Sánchez refleja la indignación por lo que llama “detenciones preventivas”, pero siento anunciar que ese modo de actuación es el que se lleva siguiendo desde hace décadas en la propia Catalunya con los sospechosos de yihadismo

Las cosas son más complejas aún. El problema no arranca ahora sino que tiene su origen en las reformas realizadas en la legislación penal en 2015 con el aparentemente loable objetivo de adecuar la legislación española a los nuevos desafíos del terrorismo yihadista. Mucha gente alertó sobre el ensanchamiento y la indefinición en el que iban a quedar sumidos estos supuestos. Nadie le dio mucha importancia. Era para defendernos de los islamistas furibundos y asesinos. Como ya dejó escrito Bustos: “Lo peor de las leyes antiterroristas es pensar que sólo se aplicarán a terroristas”. Y así ha sido. Desde la macroreforma finalista de 2015 hemos visto a tuiteros, a titiriteros, a gente que estaba de fiesta y a cantantes ser acusados de terrorismo. Nunca hubiéramos esperado que despanzurrada ETA íbamos a ver un incremento de estos delitos. Pero es que ahora ya no hace falta pertenecer a ninguna organización, ni recibir órdenes o instrucciones de nadie. Ahora te puedes radicalizar solo y convertirte en un lobo solitario e, incluso, ser terrorista sin nada más allá que tener una finalidad concreta. Una finalidad que puede ser subvertir el orden constitucional, por ejemplo, u obligar a las instituciones a hacer algo o, incluso, alterar gravemente la paz pública o provocar un estado de terror en la población... o estar preparándote para ello. 

La cuestión es que incluso esas finalidades son enormemente difusas y, sobre todo, fácilmente maleables. Como ya nos alertaba Descartes, no habría por qué desconfiar de la vigilancia que desde la Audiencia Nacional se realiza sobre el terrorismo si no fuera porque ya nos han demostrado varias veces que en los últimos tiempos se equivocan mucho. No sólo por las detenciones de los CDR que acabaron en nada, sino por el caso Alsasua o todas las detenciones y el juicio derivados de las operaciones Piñata e Ice contra unos supuestos terroristas de “corte anarquista” que acabaron en nada de nada y con un buen reproche de los juzgadores al instructor. Puede ser que sean las nuevas leyes o los nuevos ocupantes. Cada vez hay más magistrados en la Audiencia Nacional que han llegado al destino una vez atemperado el riesgo pero que, desde luego, ni estaban ni se les esperaba durante los años de peligro y de terrorismo real.

Así que habremos de esperar, pero lo que puede afirmarse ya es que la operación realizada por orden judicial no fue ni sigilosa ni discreta. Se han dado cifras de 500 guardias civiles para llevarla a cabo, ¡quinientos guardias para nueve detenidos!, ¡más de medio centenar de efectivos para cada uno! Se han proporcionado videos para producir la sensación de espectacularidad, cuando no hubo resistencia alguna, y se han hecho públicos siendo un procedimiento secreto. Junto a ello la brigada mediática habitual ha realizado sus componendas químicas y ha convertido las sustancias en goma 2 y no ha tenido empacho, como en el caso de ABC, de “implicar” a los acusados en la “cobertura logística” para el “enlace del grupo de huidos de Puigdemont y un representante de la Generalitat”. Y lo escriben así. Pasmoso. Crimen a la vista. ¡Como si no hubiéramos podido invitarlos a cenar en casa cualquiera de nosotros sin vulnerar ningún precepto! La criminalización del entorno institucional y del movimiento independentista es tan evidente que produce alipori.

Prudencia. La carta remitida por el president Torra a Sánchez refleja la indignación por lo que llama “detenciones preventivas” pero siento anunciar que ese modo de actuación es el que se lleva siguiendo desde hace décadas en la propia Catalunya con los sospechosos de yihadismo. Insisto, es lo que tiene aceptar las leyes y los modos que chocan con los principios democráticos cuando creemos que nos protegen y que sólo incumben a otros. Miramos a otro lado. Hasta que vienen a por ti...