“La transformación del mundo en porno se realiza como su profanación”

Byung-Chul Han

Las estadísticas afirman que nueve de cada diez jóvenes confunde el porno con el sexo real. Podríamos afirmar, casi con seguridad, que casi en la misma proporción los ciudadanos comienzan a confundir la escenificación pornográfica de la renovación de las instituciones con la realidad de lo que prescriben las leyes del sistema. Grave. Lo que ven no les gusta. Lo mismo que el filósofo Han nos dice que “lo obsceno del porno no consiste en un exceso de sexo sino en que allí no hay sexo”, la exhibición pública que los partidos están haciendo de su intervención en el proceso de renovación de los órganos constitucionales es obscena, porque no es un exceso del sistema sino que en ella no está ni por asomo lo que el sistema y las leyes prescriben.

No tienen pudor alguno. Muchos ciudadanos se desfondan, desconfían. Es lógico. La mayor procacidad, la impudicia máxima, procede desde luego del Partido Popular, pero hay que añadir que no se revolcarían en ese fango si uno al menos se preocupara de guardar las formas. Lo que antaño fue un magreo en la oscuridad es ahora mismo un show de pornostars ante la cámara.

Ayer por la mañana alguien me preguntaba, con ingenuidad lógica, ¿pero la ley dice que sea el Gobierno el que negocie con otro partido quiénes forman parte del CGPJ? Y es que el pueblo se confunde, lo confunden, y con esa confusión abonan la desafección ante un espectáculo poco gratificante. No, en ninguna parte dice que el secretario de la presidencia del Gobierno tenga que sentarse a repartir los cargos con el secretario general del PP. No, ni la Constitución ni las leyes dicen que el ministro del ramo tenga que discutir de esto con el encargado de justicia del PP, como también hicieron. No, de ninguna manera. A cualquiera con un mínimo sentido institucional se le abren las carnes cuando lee las afirmaciones o declaraciones hechas por unos y por otros, sin ningún rubor, con tanta porquería rezumando como cuando Cosidó le dio a enviar: “Ha sido una jugada estupenda que he vivido en primera línea” y añadía contento por la pactada presidencia de Marchena: “y además controlando la Sala II y la Sala del 61 por la puerta de atrás”. A esto último se le hizo poco caso, pero, miren qué casualidad, esta última es la encargada de aplicar la ilegalización de partidos.

La postura del PP ha sido y sigue siendo desleal y arribista. Han aprovechado el mal paso para hacerse fuertes y seguir manteniendo a sus fieles en el órgano que ha ido nombrando a los que decidirán sobre lo que les interesa

No, lo que la ley ordena es que las dos cámaras —Congreso y Senado— elijan en sendos plenos a 10 candidatos cada una entre una lista de ellos que ha sido previamente proclamada —esto se hizo ya en 2018— y que resulten electos aquellos que consigan 3/5 de los votos. Preguntar cómo la necesidad de conseguir pactos parlamentarios ha devenido en la reunión de Bolaños y García Egea para repartirse el mando es preguntar cómo Julieta devino en Apolonia Lapiedra. 

La postura del PP ha sido y sigue siendo desleal y arribista. Han aprovechado el mal paso para hacerse fuertes y seguir manteniendo a sus fieles en el órgano que ha ido nombrando a los que decidirán sobre lo que les interesa. El hecho de afirmar, con toda la cara, que vetan a un partido político con representación parlamentaria, sea Podemos sea otro, roza el delirio puesto que, como queda dicho, la ley lo que ordena es que 3/5 partes de las cámaras apoyen a cada candidato y en esa cuenta de votos se incluyen tanto los diputados de Podemos como los de los partidos soberanistas o independentistas del resto del Estado. En cualquier caso, mucho me temo que lo que están haciendo es construir un relato para los suyos y que sus famosos “vetos” no responden a un cordón higiénico. Victoria Rosell no estaba ya en el ánimo de Podemos para ocupar plaza en el Consejo, tiene otro puesto, y sabido es que a José Ricardo de Prada lo vetan por venganza, por su independencia, por esa sentencia que acabó matando a Rajoy y no porque sus simpatías ideológicas personales están más a la derecha o más a la izquierda de los socialistas. Otra cosa que parece casi segura es que Marchena perdió definitivamente el tren de sus ambiciones y que ya no figura en ninguna quiniela para presidir el CGPJ. Sería difícil imaginarlo, con el origen de los apoyos parlamentarios que precisa el Gobierno y con la inquina que le han cogido en la mucha derecha por haberse quedado corto con la rebelión.

La promiscua orgía institucional mainstream se completa con una almoneda en la que todos los cargos de órganos vacantes, sin ninguna relación legal ni institucional, se meten en la feria del cambalache para completar, a los ojos de todos, un pacto que soslaya la naturaleza parlamentaria de la norma.

El daño ya está hecho. Tiene que ver con la confianza que los ciudadanos tienen en sus instituciones. Esta debería ser la principal preocupación de todos los políticos, en todos los territorios y ámbitos, porque su propia existencia depende de ese respeto de la ciudadanía en el buen funcionamiento de las instituciones. Asistimos hace años a dichos y hechos que nos hacen pensar que ya se ha quebrado esa seguridad y esa esperanza en amplias capas de población.

En democracia la forma es el envase en que se contiene el fondo. Quebrar uno tras otro todos los recipientes que soportan el sistema sólo puede acabar derramando una furia que nadie podrá luego cabalgar.

Los ciudadanos no quieren su porno, quieren amor a la verdadera democracia.