“Algo peor que un actor que ha fracasado es un actor que triunfó en el pasado”

G.K. Chesterton

Los cuatro fiscales cabalgan juntos de nuevo. Juntos han firmado un informe para conseguir que el tribunal sentenciador sea el que decida sobre el artículo 100.2 no sólo de Carme Forcadell sino de todos los presos del procés y, esto no lo olviden, de todos los presos de España a los que se les aplique en lo sucesivo un artículo así. Lo que decida el Supremo no va a tener consecuencias sólo para los catalanes, sino para todos los presos, el sistema penitenciario y los tribunales de todo el territorio nacional. Esto tiene su miga, ya van a ver.

No deja de ser cierto que los cuatro fiscales, cuyos nombres resuenan para muchos con sintonía de wéstern —Zaragoza, Madrigal, Moreno y Cadena—, estaban deseando meter baza en la historia del cumplimiento penitenciario de los políticos catalanes condenados. Les sentó peor que fatal que el tribunal se negara a concederles su petición de que no pudieran acceder al tercer grado hasta la mitad de la condena. Es como si les fuera el honor en ello, como si constituyera ya una cuestión que les afecta. Dicen las malas lenguas entre sus colegas —¡qué quieren, en todas partes hay malvados!— que les quema bajo la toga haber quedado ya fuera de foco y que arden en deseos de recobrar aquella preponderancia jurídica, mediática y política que tuvieron durante el proceso. Será cosa de envidias y de los malpensados, pero eso es lo que susurran. Al menos dos de ellos son lo que en la casa se llama con sorna “fiscales del Valle de los Caídos”, ya saben, cayeron de sus cargos y ahora no son jefes de nada y eso da lugar a mucha cháchara.

No conviene sacar conclusiones sobre el sentir general de la Fiscalía sobre este asunto. He dicho que los cuatro cabalgan juntos, pero no he dicho que les acompañe nadie más ni que a la cabeza vaya nadie

Nada de esto hubiera pasado si el juez del vigilancia penitenciaria de Lleida 3 no se lo hubiera puesto en bandeja, pero lo hizo. Aprovechó un lío doctrinal aparente para pronunciarse en contra del criterio de los fiscales y de los jueces especializados en vigilancia penitenciaria y lo mismo hacen ahora los cuatro jinetes del Supremo. Los de Vigilancia tienen por costumbre realizar unas minicumbres, que carecen de carga jurisdiccional, para aunar criterios, y todos habían convenido en que la interpretación correcta de la disposición adicional quinta de la LOPJ es que los recursos sobre el 100.2 los veían las audiencias provinciales, puesto que se trata de cuestiones de régimen penitenciario, mientras que lo atinente al tercer grado lo ve siempre el tribunal sentenciador, puesto que se refiere a la pena. Hasta este momento los recursos del 100.2 los habían visto siempre las Audiencias, incluso los de los aforados que han sido condenados por la sala segunda.

Lo que los cuatro fiscales piden ahora al Tribunal Supremo es que se decante y diga si esa interpretación es buena o lo es la del juez de Lleida, la de juez de Valladolid que mandó lo de Urdangarin a Palma y la que ellos mismos sostienen. Tendería uno a pensar que todo está amarrado y que una vez conseguido tener el futuro de los presos catalanes en el Supremo, no dejarán pasar la oportunidad de decirles que no y dejarlos en prisión. Aquí es donde entra en liza la importante cuestión que les apuntaba: lo que decidan tendrá enormes repercusiones. Si la sala segunda decidiera dar la razón a los cuatro fiscales que cabalgan juntos, cambiarían muchas cosas. En términos jurídicos, se desvirtuaría totalmente el carácter que el legislador le dio al 100.2, puesto que habría que entender que se trata de una parte del control de la pena, sólo así sería competencia de los tribunales sentenciadores. Por otra parte, eso supondría incrementar en gran manera el volumen de trabajo de los tribunales, que deberían hacerse cargo de todos los recursos que ahora llevan otras secciones que son las especializadas en vigilancia penitenciaria. En resumen, que para cubrir las húmedas expectativas de castigo máximo que tienen muchos hay que montar un cirio considerable y de complejas consecuencias jurídicas. Esto nos debe llevar a esperar con atención la decisión de la sala. No está tan claro que sea automático el endurecimiento de la situación de Forcadell y el resto.

Tampoco conviene sacar conclusiones sobre el sentir general de la Fiscalía sobre este asunto. He dicho que los cuatro cabalgan juntos, pero no he dicho que les acompañe nadie más ni que a la cabeza vaya nadie. La Fiscalía catalana había asumido completamente los recursos territoriales y nadie les ha encomendado esta misión. Eso sí, lo del juez de Lleida les ha venido al pelo para emprender otra cabalgada dentro de una misión sagrada que tantos aplausos les ha valido, por parte de sectores muy concretos, y que aún consideran que podría tener graves repercusiones políticas. Creo que van a ver que están equivocados. El de Lleida se la ha puesto botando pero no está claro que les permitan meter el gol.

Cuatro cabalgan juntos… y también en solitario.