Pedro Sánchez ha obtenido una victoria electoral indiscutible que, sin embargo, no le augura una legislatura muy fácil y eso, paradójicamente, debido al derrumbe del Partido Popular y el gran resultado obtenido por Ciudadanos. PSOE y Ciudadanos, que suman mayoría, es la coalición más deseada por el establishment, pero el resultado de las elecciones hace casi imposible llevarla a cabo.

No será por falta de ganas que Pedro Sánchez no pacte con Ciudadanos. Seguro que invitará a los naranjas a sumar mayoría y seguro que le darán calabazas. El fracaso del Partido Popular, que tiene dimensiones históricas, incentivará las ambiciones de Rivera de convertirse en la alternativa a la presidencia del Gobierno. Conociendo el talante del líder de Ciudadanos, es seguro que no desaprovechará la crisis interna que se desencadenará a partir de mañana mismo al PP, para erigirse en el auténtico líder de la oposición. Después de todo, la diferencia entre PP y Ciudadanos es inferior al 1 por ciento de los votos y seguro que algunos ya estarán pensando en abandonar el barco que se hunde y cambiar de bando. El fracaso de Pablo Casado hace que el PP haya dejado de ser el hermano mayor de la derecha y sin duda Rivera centrará todos sus esfuerzos en desbancarlo ahora que estarán débiles. ¿Y cómo lo hará? A base de hostigar el Gobierno de Pedro Sánchez por sus acuerdos inevitables con Podemos, PNV, Bildu y los soberanistas.

Habrá por supuesto un periodo de incertidumbre hasta después de las municipales, pero a continuación Sánchez, con negociaciones laboriosas pero no muy difíciles, superará la investidura con los votos de Podemos, de todas sus franquicias territoriales, más el PNV y los grupos minoritarios que se puedan apuntar. Siempre le faltarán unos pocos votos que le deberán suministrar Bildu o ERC, pero solo para votaciones que requieran mayoría absoluta. En segunda votación de la investidura le bastará con la abstención de los independentistas vascos o catalanes, suficiente para que Sánchez pueda gobernar pero también para que Ciudadanos se mantenga en posición de ataque permanente.

Son buenos resultados del independentismo que deberían hacer entender en España que el conflicto político solo podrá resolverse dialogando con los legítimos representantes del pueblo catalán en vez de encarcelarlos

En cuanto a Catalunya, los datos resultan engañosos. No se puede negar la victoria del independentismo y en particular el éxito espectacular de ERC, que, efectivamente ha ensanchado la base como pretendía. Ha ganado seis diputados y solo le ha tomado uno a sus rivales de Junts per Catalunya, que con 7 diputados aguantan mejor de lo que preveían las encuestas.

Son buenos resultados del independentismo que deberían hacer entender en España que el conflicto político solo podrá resolverse dialogando con los legítimos representantes del pueblo catalán en vez de encarcelarlos. Ahora bien, dicho esto, lo cierto es que aritméticamente las fuerzas independentistas en el Congreso no serán tan determinantes como lo fueron en la moción de censura y previsiblemente Sánchez preferirá prescindir de los apoyos soberanistas o aceptarlos a cambio de nada.

La cuestión fundamental de la legislatura será cómo Sánchez gestionará la situación cuando el Tribunal Supremo dicte la sentencia del procés, y, desgraciadamente las presiones al presidente del Gobierno serán más fuertes en contra que a favor de los indultos. Y la realidad es que los independentistas no estarán en condiciones de hacer caer el Gobierno si no atiende sus reivindicaciones.