Estamos ante una auténtica guerra de encuestas. Las publicadas y las encargadas para uso interno. Pocas de las primeras y más que nunca de las segundas. ¿Qué mapa de partidos emergerá en Catalunya en la noche del 27-S? ¿La candidatura de Junts pel Sí podrá sacar adelante su hoja de ruta en solitario? ¿Necesitarán los votos de la CUP? ¿O, al contrario, no llegarán entre las dos candidaturas a los 68 parlamentarios que marcan la mayoría absoluta? El segundo escenario es el más repetido, en estos momentos, por los diferentes trabajos de las empresas demoscópicas publicados hasta la fecha. Las encuestas realizadas hace unos meses y que aseguraban que las candidaturas que encabezan Romeva y Baños no sumaban la mitad más uno de los asientos del Parlament han quedado superadas. Madrid lo sabe. También tiene las suyas. Ahí reside la explicación de por qué los partidos unionistas hayan subido con mucha antelación el diapasón de la campaña, con un lenguaje muy duro y más propio de un final de campaña que del principio.

Pero tampoco la coalición de Junts pel Sí alcanza su objetivo de hacerse con la mayoría absoluta por sí sola. Mucho menos, con seguridad. Estas semanas he visto muchas encuestas y esta certeza no existe. Un avezado sociólogo, experto en mercadotecnia electoral, me razonaba hace unos días que solo se explicaba la aceptación del envite soberanista de elecciones plebiscitarias por parte de PP, PSOE y Ciutadans a la vista del fracaso de sus respectivas campañas. Por eso se ha pasado directamente a atemorizar al electorado no independentista y provocar la sacudida, que no se estaba produciendo, en la bolsa de votantes del área metropolitana y el pequeño empresariado.

Y acabo: me advierte la misma persona que me avisó con varios días de antelación del registro en la sede de la fundación de Convergència que el denominado 'dossier Mas' para intentar reventar la campaña electoral catalana ya está circulando por algunos despachos oficiales de Madrid. ¿Acertará también esta vez?