Tan solo los que pretendan disminuir la imponente manifestación del 11-S en Barcelona entrarán hoy en un insufrible baile de cifras sobre el número de participantes en los 5,2 kilómetros de la Avinguda Meridiana. Por cuarto año consecutivo, la Assemblea Nacional de Catalunya y Òmnium Cultural congregaron a una multitud ingente de catalanes hasta convertirla en una de las más grandes concentraciones de la historia de Catalunya. Esta es la única certeza sobre lo que ayer sucedió en la Meridiana. El resto es humo para los debates y tertulias españolas. El independentismo hizo un ensayo en la calle para mostrar musculatura ante los trascendentales comicios del 27 de septiembre y los convocantes pueden darse más que por satisfechos. La evidente pérdida de apoyos políticos respecto a las formaciones que convocaron la manifestación del año 2012 -entonces estaban también partidos catalanes como ICV, Unió, EUiA y muchos de los rostros más conocidos del PSC- no ha tenido un impacto real en las manifestaciones, tampoco en la de ayer. Además, lo que empezó aquel año como un acto fundamentalmente de protesta por el histórico maltrato fiscal de España a Catalunya se ha transformado, con el paso de estos 48 meses, en concentraciones con una mirada mucho más centrada en el futuro. Así, los manifestantes han evolucionado de la protesta a la esperanza.

La comunidad internacional y los medios de comunicación del mundo entero, presentes con varios cientos de corresponsales durante toda la jornada, vuelven a tener una nueva muestra de la voluntad inequívoca del sector más movilizado de la sociedad catalana. Falta poco más de dos semanas para comprobar si esta mayoría independentista existe también en las urnas. Si no es así, las manifestaciones de estos años habrán valido de bien poco. La Diada también ha servido al independentismo para reforzar, de la mano de la rumba catalana, mensajes que serán claves durante las dos próximas semanas en la batalla del gran cinturón de Barcelona: que nadie tenga miedo del cambio y que se va a preservar la cohesión cívica y social si ganan las elecciones los partidarios de la independencia.