Había una vez un lobo (dígale unos cuerpos de seguridad) que fueron de visita a casa de unos cerditos (concretamente catalanes). El motivo de la visita era que el lobo sospechaba que los cerditos (catalanes) habían hecho unas cosas muy feas y que las pruebas de la fechoría estaban en la casa. Y el lobo sopló y sopló. Y lo hizo tan fuerte que, en la puerta del lugar, y instantes antes de la entrada del lobo para registrar la casa, aparecieron un montón de periodistas, y de cámaras de televisión, y de fotógrafos, y de unidades móviles para poder transmitir en directo el momento. Eso permitió, vaya por donde, que todos los lobos, y todos los cerditos de la localidad pudieran ver la escena cómodamente sentados en los sofás de sus hogares.

Había otra vez que el lobo volvió a visitar a unos cerditos (también concretamente catalanes). Y, nuevamente vaya por donde, el lobo sopló y sopló y, ¡¡¡patapam!!!, delante de la casa de los cerditos aparecieron, también instantes antes del registro, tantos periodistas, cámaras, unidades móviles y reporteros gráficos que incluso se acreditó el fotógrafo de la revista Colonoscopias sin anestesia ni cariño alguno. El éxito de las imágenes volvió a ser tan grande que, en sus ediciones dominicales, los diarios regalaban el DVD de la segunda temporada de Lobos entrando en casas de cerditos.

Había otra vez de una otra vez que el lobo visitó otros cerditos, pero en este caso valencianos. Pero entonces el lobo no sopló. Bien, ni prácticamente respiró, por si las moscas. Y como el lobo no sopló, en la puerta de la casa de los cerditos (vaya por donde) esta vez no había ningún periodista, ni ninguna cámara, ni ningún fotógrafo, ni ninguna unidad móvil. I, ¿sabéis qué pasó entonces, niños y niñas? Pues que, al no haber nadie, esta vez el resto de lobos y de cerditos no vieron ninguna imagen del registro. Y, como bien sabéis, estimados chiquillos, en el mundo de los mass media donde estamos instalados, las noticias sin imágenes prácticamente no existen y las noticias sin conexiones en directo en los programas de TV pierden fuerza.

Y ahora, niños y niñas, os preguntaréis: "escuche, señor cuentacuentos, ¿por qué los lobos soplan cuando registran a según qué cerditos y no lo hacen cuando registran según que otros?". Bien, pues tenéis que saber que la respuesta correcta es: Marcelo tiene un soplido muy bien administrado. Amén.