Esta semana ha salido a la luz una de las noticias más escandalosas que se han dado, junto a la operación Catalunya y la persecución de los líderes independentistas desde 2015: “la policía patriótica del PP espió a 69 diputados de Podemos a través de las bases de datos de Interior”. Así titulaba El País un hecho que pone en evidencia todo lo que se venía denunciando desde distintos frentes de la sociedad en el Estado español.
Decía la noticia que la Audiencia Nacional tiene ya las pruebas del rastreo masivo que se hizo, sin aval judicial, por parte de los agentes de 57 comisarías de toda España. El Diario.es cuenta que policías antiterroristas de Madrid, o agentes de seguridad ciudadana de Ruzafa “dejaron rastro al consultar bases de datos restringidas para conocer antecedentes, desplazamientos y hospedajes de Pablo Iglesias y otros miembros de la formación”.
En los ficheros aparecen casi 7.000 consultas a bases de datos restringidas a las que agentes de la policía Nacional y de la Guardia Civil accedieron antes de que algunos dirigentes accedieran a los cargos públicos y, lo que añade aún más gravedad a los hechos, mientras lo fueron. La información que se ha dado a conocer, señala que en plenas negociaciones entre el PSOE y Podemos para la configuración de un gobierno de coalición, el secretario de Estado de Seguridad presionaba para buscar antecedentes de los diputados electos de Podemos. Pero los rastreos a los distintos líderes venían, en realidad de antes, de 2014, antes de que Podemos se presentase a las elecciones europeas. La consulta a estas bases de datos, sin que hubiera orden judicial ni de mandos superiores por escrito que pudieran justificarlo, puede suponer un delito de revelación de secretos, según apunta Eldiario.es. La propia Victoria Rosell ha denunciado públicamente, al darse a conocer los datos de las búsquedas, que estuvo siendo espiada mientras todavía era jueza. Algo que supondría una serie de responsabilidades considerable.
Si no piensas “como ellos”, eres su enemigo. Se ha perseguido a personas perfectamente intachables por el simple hecho de no pensar “como ellos”. Se han saltado las normas, se han cometido delitos, se ha tejido una red insoportablemente hedionda para tumbar, haciendo además mucho daño, al que hiciera falta
Respondan lo que respondan desde Fiscalía a la pregunta del juez Pedraz, sobre si esto es o no espionaje, lo que es evidente para cualquier demócrata, es que España está muy lejos de poder hablar de democracia. Como tanto ha hecho, sin embargo. Porque ahora ya sabemos que, si no piensas “como ellos”, eres su enemigo. Y que aquí se ha perseguido a personas perfectamente intachables, por el simple hecho de no pensar “como ellos”. Se han saltado las normas, se han cometido delitos, se ha tejido una red insoportablemente hedionda para tumbar, haciendo además mucho daño, al que hiciera falta. Jueces, ministros, vicepresidentes y ciudadanos intachables si era necesario.
Algunos que vivimos la intensidad de la política de aquellos años en primera persona tenemos experiencias increíbles para nuestra memoria: de espías destapados, policías camuflados, infiltrados, y demás capítulos que nos hicieron entender que eso de la política, cuando se quería hacer con convicción para cambiar realmente las cosas, es tarea imposible en España. Porque muy posiblemente, te juegues mucho, demasiado. Recuerdo cuando el Secretario General del PSOE de aquellos años, en un encuentro en Sofía, me tomó del brazo y me dijo: “Pablo, Edu y tú sois demasiado jóvenes para perder vuestra libertad”. Se refería a Iglesias, y a Madina (y a una servidora). Y no tenía muy claro si aquello era una amenaza o un consejo. Con el tiempo vi que, en realidad, eran las dos cosas.
Viendo lo que estamos viendo en todo el asunto catalán, que aparezca esta bomba ahora, debería hacer abrir los ojos de una vez a la sociedad española. Y sobre todo, alertarle de que, en realidad, los medios de comunicación han sido cómplices de semejantes barbaridades. Porque cuando alguien ha intentado contarlo, se le ha perseguido, o censurado. Porque se ha preferido alimentar el odio hacia los indepes o los de Podemos, en lugar de denunciar las auténticas aberraciones y delitos que se estaban cometiendo desde instancias que jamás deberían hacer lo que han hecho.
La gente debería tener conciencia y memoria. Y el Partido Popular, dar la cara y pedir disculpas a todos por ello. Y es que, donde no hay justicia, es un peligro tener razón.