La política, como el fornicio, cuanto más cochina más sabrosa es. Y cuanto mayor engrudo secreta entonces menos secreta, porque alimenta y, al comer, todo lo largamos, creciendo tiesos, arriba, arriba, hacia arriba, en dirección contraria al abono. Qué duda cabe, cuanta más basura mejor, sobre todo para la opinión pública, para la prensa canallesca y mercenaria ya que, a la buena sociedad, una escandalera le gusta más que ir de cuerpo, que cuanta más mugre para todo quisqui mejor y más general contentamiento. Mañana, que diría García Lorca, a las cinco de la tarde, a las cinco en punto de la tarde, a las cinco en punto en todos los relojes, en la media plaza de toros que dibuja el hemiciclo del Congreso en la carrera de San Jerónimo, España, entre sangre y arena, entre sol y sombra, héte aquí que soltarán a la bestia más parda de todas, al Miura más negro y violento, al Ós Borni de todas las barras de bar con bocadillo de calamares. Ahí está, que ya está aquí, el advenimiento de la Capra Legionaria de todos los más marciales desfiles, el más pavoroso estruendo con patas y olé, señoras y señores, con todos ustedes, el facha más puro de oliva, Santiago Abascal y cierra España. Óyese a continuación un rudo toque de cornetín, por encima del rumor de un coro de millares de castañuelas que palpitan muy adentro, como un pecado muy grande. Ay, ay, ay, qué canto más jondo, ay, ay, ay, qué pena más grande.

No cuesta mucho entender que, por eso, y sólo por eso, el ministro socialista de la cosa esta de la cultura, a la española, un tal José Manuel Rodríguez Uribes, abrió la boca exactamente ayer. Disfrazado de espontáneo, hizo notar a la opinión pública que está muy angustiado por la violencia de la fiesta de los toros y, de este modo animalista, alarmó al personal de la ultraderecha, caldeando un poco el ambiente, como en una apasionante final de fútbol. Estos seres humanos siempre responden y siempre es decir siempre. Son fachas pero patriotas. Si les tocas los toros, el rey, la Guardia Civil o la inmigración, como buenos españoles, los hombres verdes de Vox, los azules del Partido Popular, los naranjas de Ciudadanos y los de otros colores, se dejan provocar deportivamente y responden hechos una furia, profiriendo todo tipo de insultos pestilentes. Asegurando la continuidad del espectáculo. Atacan, por ejemplo, a Arnaldo Otegi, que para eso está, acusándole de auténtico violento, porque todo lo que no es España es ETA y viceversa. Y quien dice el independentismo vasco dice, y aún con más razón, el independentismo catalán, que es la cosa más violenta del mundo no porque sea verdad sino porque lo aseguran y lo repiten y lo santifican todos los medios españolistas, de Federico Jiménez Losantos a Antonio García Ferreras. De nada sirven las evidencias.

Santiago Abascal y Pedro Farsánchez no son lo mismo pero sí quieren lo mismo: eliminar al independentismo político

La evidencia es que Santiago Abascal y Pedro Farsánchez no son lo mismo pero sí quieren lo mismo: eliminar al independentismo político. Como sea. Y se ayudan entre ellos ya que se necesitan para crecer, para animar al público español, para mantener viva la sagrada unidad de España. Farsánchez repite de todas las maneras posibles aquello tan conocido: si tú no le votas, volverán Franco y los franquistas. El PSOE alimenta a la ultraderecha españolista, la ideología que comparten con Vox, PP y Ciudadanos, al igual que François Mitterrand nutrió al Frente Nacional de Jean-Marie le Pen, del mismo modo que estimuló la implantación del islamismo en Francia, al igual que provocó todos los incendios que luego él mismo se encargaba de sofocar. Sacan a Abascal a meter miedo, sólo para que acojone. Y para que, una vez visto el demonio con cuernos de los Pastorets, los independentistas catalanes, siempre tan sensatos, siempre tan dignos, siempre tan dispuestos a no hacer nunca el ridículo, crean que la represión política contra el independentismo y la españolización creciente de Catalunyaa y del conjunto de los Países Catalanes es lo mejor que nos podía pasar. Que nos guste más el policía bueno que el policía malo. Y que debemos ayudar a Pedro Farsánchez a perpetuarse en el poder porque si no, volverán los fachas y también será culpa, ay la culpita tuya, de los malditos e insolidarios catalanes. Como si no los lleváramos en brazos desde 1939.