Aunque los resultados recogidos hasta ahora dan casi por seguro que Donald Trump tendrá que hacer las maletas para dejar la Casa Blanca por Joe Biden, es muy posible que las cuentas no hayan acabado hasta la próxima semana y uno tampoco puede descartar que no haya un reconocimiento oficial de la victoria electoral de Biden hasta diciembre, para dar tiempo a los tribunales a declararlo como ganador.

Pero, en cualquier caso, en estas elecciones han perdido todos: Donald Trump, porque casi seguro que no tendrá bastantes votos como para seguir como presidente, Joe Biden porque su victoria es por un margen pequeño y todavía tiene que buscar aliados, el Partido Demócrata porque no ha conseguido ni la "revolución" progresista que habían anunciado sus líderes, ni ha sabido mantener a sus votantes habituales, mientras que los republicanos, aunque han salido muy bien en el resto de las elecciones del martes pasado, han perdido la presidencia.

Si empezamos por los dos candidatos presidenciales, es evidente que Trump habrá perdido si deja de ser presidente, como es casi seguro, pero Biden tendrá pocas posibilidades de hacer algo. Es posible que el único programa que realmente tenga es llegar a presidente, un sueño que ha estado siguiendo desde hace 32 años.

En el 2016, cuando dejó el campo libre a Hillary Clinton porque el partido consideraba que "le tocaba a la ex-primera dama", habría tenido posibilidades de ganar unas elecciones para las que Clinton lo tenía muy difícil. Ahora que seguramente conseguirá su sueño, es demasiado tarde: aparte de su desgaste físico y la apariencia de senilidad, ha tenido que hacer concesiones a los sectores más radicales del partido, pero ahora se encuentra con que el pueblo americano ha rechazado este radicalismo muy claramente. Como los seis personajes de Pirandello en búsqueda de autor, este es un presidente en búsqueda de un mandato.

En cuanto a los partidos, el gran perdedor es el Demócrata, que seguramente no podrá conseguir la mayoría en el Senado que tanto segura le parecía hace unos días: han avanzado un poco, pero en vez de los 4 escaños necesarios para controlar esta Cámara, seguramente sólo ganarán 1. Mucho peor han sido los resultados en la Cámara de representantes, donde tenían antes una mayoría de 35 escaños que como mínimo se reducirá en 10, con consecuencias malas para su presidenta, la señora Nancy Pelosi.

Y lo mismo ha pasado con los gobiernos de los 50 estados: no sólo los demócratas no han conseguido cambiar ninguno de los Parlamentos estatales o los gobernadores, es que además los republicanos han avanzado en este terreno.

Las reacciones dentro del partido fueron muy negativas y rápidas: la mayoría de los congresistas acusaron la os miembros más radicales por sus políticas al partido, y a los líderes demócratas de no saber entender la actitud de la mayoría de los norteamericanos, que quizás quieren de vez en cuando algunos pequeños cambios, pero no desean un régimen socialista. Los sectores más progresistas indicaban un movimiento hacia el socialismo con su apoyo al senador Bernie Sanders, que fue candidato a presidente: Sanders hizo el viaje de novios en Moscú en plena Guerra Fría, era amigo de Fidel Castro y no tenía ningún problema al identificarse como socialista.

El otro gran perdedor es el periodismo: ni sus ataques contra Trump han servido para llevar al poder a los líderes progresistas, ni sus proyecciones electorales se cumplieron

Aunque él insistía en que el socialismo y el comunismo no son lo mismo, los líderes demócratas pensaron que le sería muy difícil ganar con su perfil y apoyaron a Biden, que aceptó las ideas de Sanders y escogió como vicepresidenta a Kamala Harris, que a pesar de ser hija de inmigrantes no era ni pobre ni muy negra (sus padres llegaron a los Estados Unidos para hacer el doctorado, su madre era médico investigadora y su padre catedrático, y su familia vendía esclavos), pero en cambio está a la izquierda del espectro político, como tanta gente en California.

En algunos aspectos, los republicanos son los que han recogido los beneficias del desbarajuste demócrata, pero la pérdida de la presidencia limitará sus aspiraciones, aunque casi seguro podrán detener muchas iniciativas demócratas y, si tienen suerte, incluso podrían recuperar la mayoría en las dos Cámaras.

Pero con el dinamismo de la sociedad norteamericana, dos años es un tiempo muy largo y los sentimientos pueden cambiar, especialmente si pronto hay una vacuna para la Covid que permita volver a la normalidad y a hacer crecer la economía. Pero por mucho que cambien, lo que no habrá serán más esfuerzos por un gran movimiento socialista.

Finalmente, el otro gran perdedor es el periodismo: ni sus ataques contra Trump han servido para llevar al poder a los líderes progresistas, ni sus proyecciones electorales se cumplieron. Y no sirve la excusa de que las encuestas se equivocaron, porque había sondeos que preveían casi lo que ha pasado, pero los despreciaron porque no decían lo que querían vender.

De esta manera, a pesar de dejar la Casa Blanca, Donald Trump puede ser quien menos haya perdido: "América no será nunca socialista", prometió, y las elecciones le han dado la razón. Pidió a los negros que miraran si no les convenía más el Partido Republicano y el apoyo negro ha crecido en un 50% (del 8 al 12%). Dijo que ayudaría a las mujeres y a las minorías y en estas elecciones los republicanos han llevado al Congreso a más mujeres y latinos que nunca.