El continente no fue un derroche de vanguardismo. En esto de la caja tonta igual la Academia de Televisión también necesita una dosis de regeneración. Ahí lo dejamos. ¿El contenido? Si hay un solo indeciso que, tras el debate a cuatro y único debate de esta campaña, haya acabado con sus dudas, que levante la mano. Lo habrá seguro pero es difícil creer que la gran cita televisiva de esta campaña haya movilizado a alguien. Si acaso, dicen los expertos, a algún votante socialista que se dejara atrapar por el Rivera sin corbata, mucho más sólido y efectista que el que vimos en los debates de la anterior campaña.

El candidato de Ciudadanos se fajó en el cuerpo a cuerpo contra Rajoy y contra Iglesias, lo que no hizo Pedro Sánchez, que era entre todos ellos el que más se jugaba. Con todo, el presidente del Gobierno en funciones salió vivo del tres contra uno, aunque tampoco es que nadie esperara que muriera en directo, y menos porque se lo pidiera allí mismo Albert Rivera cuando le soltó aquello de que se sacrificara tras el 26-J para facilitar un gobierno.

La versión moderada de Pablo Iglesias -sólo orillada cuando el de C's mentó a Maduro y a Venezuela- no emitió un sólo destello que deslumbrara. Es lo que tiene creerse lo de la segunda posición, que uno no puede arriesgar como si fuera cuarta ni dar motivos para que la derecha agite el espantajo de la radicalidad no vaya a ser que funcione lo del voto del miedo.

Si alguien debió arriesgar y no lo hizo fue Pedro Sánchez

Si alguien debió arriesgar y no lo hizo fue Pedro Sánchez. No convenció, no emocionó y sí lloró mucho por la leche derramada. Su torpe insistencia en recordar que no fue presidente en marzo porque Rajoy e Iglesias se lo impidieron hizo que se presentara ante el electorado como un candidato ya fracasado. Esto además de que los suyos según avanzaba la noche perdieran toda esperanza de que la cita sirviera para remover algo en favor del agonizante PSOE con un golpe de efecto que nunca llegó. Otra ocasión perdida… Y otro motivo más para la echar balones fuera.

Lean lo que escribió su oráculo económico, Jordi Sevilla, en su cuenta de twitter, ocho horas después de que Sánchez saliera más desfondado de lo que entró del madrileño Palacio de Congresos: “¿Contra quién han estado esta mañana los tertulianos y comentaristas independientes, además de ya habitual “contra Pedro Sánchez”?

La culpa, ya saben, siempre es del mensajero o, como diría Gabinete Caligari, del cha-cha-chá. Lo de la autocrítica y la reflexión no va con esta dirección socialista. La culpa fue de la herencia recibida, de la división interna, de los barones… y ahora de los tertulianos.

Pues lean, lean. Aquí el mensaje que el equipo del mismísimo Sánchez envió a sus correligionarios en la primera pausa del debate: “Seguimiento-PSOE: SER/ Especial 13J. Rivera está arrasando en las redes con un 58% de comentarios positivos mientras le sigue Iglesias con un 41% de comentarios positivos… Rajoy tiene un 31% y parte con mejor punto que en ocasiones anteriores”. ¿Y Sánchez? En la primera parte debe ser que no estaba y en la segunda, mejor que no hubiera estado.