Salvador Illa, actual president de la Generalitat de Catalunya, se reunirá con Carles Puigdemont en Bruselas este martes, porque ahora toca. No es el único motivo confesado; también ha hablado de diálogo y cuatro tonterías más de las que se utilizan en política para no decir nada con sustancia y, supuestamente, justificarlo todo.

Da pereza intentar encontrar cualquier tipo de coherencia en las acciones y declaraciones del actual president de la Generalitat de Catalunya; más allá de lo que le conviene hacer por cuestiones de carrera individual o por cuestiones, a veces las mismas, de trayectoria e intereses de su partido. Ahora bien, Illa tiene la gran virtud de, en cada paso que da, subir de nivel. Hacer pasar por normal —en el contexto de esta nueva normalidad que no se saca de la boca— lo que ahora se propone hacer requiere de mucha más fe e imaginación y menos neuronas de las que dispongo actualmente. ¡Y no solo con relación a su figura!

Las graves anomalías que intenta normalizar la política catalana y española señalan un grado de esquizofrenia muy alto

Con la visita que Salvador Illa ha anunciado, da un giro de volante importante respecto de su consideración pública —de la privada no puedo hablar—, sobre la figura de Carles Puigdemont; porque hay mucha más distancia que los kilómetros que se tienen que hacer entre Catalunya y Bélgica, en pasar de hacer ver que Puigdemont no existe o no es nadie —dejamos de lado el tema huido, proscrito de la justicia y no sé cuántas otras descalificaciones más—, e ir a verlo oficialmente. ¡Subrayo el verbo ir!

Illa señala, para construir esta imagen de normalidad, que se reúne con Puigdemont igual que lo ha hecho con otros presidents de la Generalitat, obviando que normalmente él, como actual president de la Generalitat, lo que hace es recibir en palacio a los expresidentes. Aunque también se pueden encontrar, donde sea, no daremos por usual, ordinaria, habitual, costumbre, frecuente, ni natural que se desplace fuera del país, tampoco del suyo, para hacerlo.

En la normalidad de Illa la necesaria internacionalización de la política catalana no es curiosa, es completamente cínica; ¡a no ser que solo hablemos de su viaje a China y sigamos haciendo ver que Carles Puigdemont está fuera del país porque está de vacaciones! Las graves anomalías que intenta normalizar la política catalana y española señalan un grado de esquizofrenia muy alto.