El alcalde de Coripe, el socialista Antonio Pérez, ya dijo el año pasado que pensaba que el muñeco al que ajusticiarían sería el de Puigdemont. Así quería congraciarse, de hecho era su manera de pedir disculpas, con la opinión pública después del alboroto que la fiesta, declarada de Interés Turístico Nacional que celebran en esta localidad el Domingo de Resurrección, fuera denunciada por incitación al odio. En aquella ocasión la elegida fue la asesina confesa de un menor. Lo que hacen es escoger a un personaje de la actualidad que consideren malo y lo fusilan y lo queman ante todo el pueblo. La barbaridad es todavía mayor porque en este caso los detalles superan el mismo hecho. Quien escoge el personaje son los padres y las madres de la escuela porque se recauda dinero para un viaje de fin de curso. Quien proporciona la munición para disparar al muñeco de tamaño real es la policía local.

Por lo tanto, en primer plano —y en segundo, porque no me consta que la escuela ponga objeciones al hecho— personal de la administración pública de un país supuestamente democrático se dedica a tomarse la justicia por su mano. ¡Ejemplarizante, seguro! Quizá estén tentados de decirme que solo es una representación, y que desde esta perspectiva hay que evaluar con otros parámetros. Pues entonces, déjeme solo que diga que más educativa no puede ser la experiencia. Todas las horas de educación para la ciudadanía, sí es que todavía dan la asignatura, a la papelera. Y hay a quien le preocupan las escuelas catalanas; ciertamente los mismos y las mismas que ahora no dicen nada, o peor, aplauden la idea.

Pero en todo caso, quiero dar las gracias al alcalde socialista de este pueblo porque me ha dejado claro que nada ha cambiado y que el PSOE, y el PSC, —si es que todavía existe—, sigue siendo el del 155 y que por lo tanto da el mismo miedo que la derecha tripartita contra la que supuestamente lucha en estas elecciones. ¿Alguien me puede explicar dónde radica la diferencia entre unos y otros? Intento de todas todas encontrarla y la razón, la lógica, el conocimiento, la contrastación y el análisis de la realidad me dicen una y otra vez que no hay nada que hacer. En ocasiones, el discurso va por otra parte, cada vez menos y de manera más torpe, pero los hechos son bien claros. ¡Qué triste!, aunque da para muy buenos chistes; como el del programa La Competència sobre una dimensión una dimensión paralela en la que Miquel Iceta es socialista.

quiero dar las gracias al alcalde socialista de este pueblo porque me ha dejado claro que nada ha cambiado y que el PSOE, y el PSC, —si es que todavía existe—, sigue siendo el del 155 y que por lo tanto da el mismo miedo que la derecha tripartita contra la que supuestamente lucha en estas elecciones

Al alcalde de Coripe, desde el socialismo, nadie le debió decir hace un año, ni le deben haber dicho ahora, "ni te pase por la cabeza ajusticiar a Puigdemont". Aunque solo sea porque la justicia alemana ha dicho una cosa bien diferente, desde la seriedad y el rigor contrastados a todo lo que nosotros seguimos diciendo o dejamos que digan. Y lo que es todavía más importante, después de la experiencia fallida del año pasado, seguro que se han reunido las autoridades pertinentes del pueblo con el fin de no cagarla este año y, por lo tanto, la decisión ha sido más sospesada que nunca. Han acertado de lleno, dado que alboroto solo se ha dado en Catalunya; cuando menos, eso parece por las portadas. Y después dicen que no somos dos países diferentes, pues cuesta un huevo de Pascua disimularlo; y ya lo sabemos. Catalunya para el PSOE tampoco importa. A no ser que sea para decir, igual que este gran alcalde, "estos días no se puede decir nada bueno de los catalanes” y sacar cuántos votos puedan para seguir sin novedades ni mejoras en las infraestructuras catalanas y sin financiación justa, proporcional y equitativa para las ciudadanas y ciudadanos de Catalunya. Habéis mandado muchos años en Madrid, y ¿qué ha cambiado para Catalunya respecto a cuando mandaba al PP? Nada. Se necesita mucha desfachatez para seguir haciendo una campaña diciendo que el problema está en la independencia, en la movilización ciudadana y en la república y no en la lógica viciada, administrativa y política del reino de España.