El señor Ábalos, ministro de Fomento, ha sentenciado que “los catalanes estarán encantados” con la lluvia de millones para Catalunya que promete el gobierno del cual forma parte. No cree que a “ningún catalán, que se sienta catalán, le molesten estas inversiones”. Daré por hecho que también habla de mí. Es cierto, no me molestan, aunque más tarde lo matizaré; porque ya no por territorio, por capítulos, los números del presupuesto no los haría, ni mucho menos, de la misma manera.

Me molestan no las inversiones que se hacen, a no ser que estén mal hechas. Me molestan y, además, sobremanera, las que no se hacen, las que se dejan de hacer, las que hace años que no se han hecho y las que están pendientes de cumplirse, a pesar de existir una sentencia judicial de estas que les gustan tanto a los partidos constitucionalistas. Hablo de la ya famosa disposición adicional tercera del Estatut con respecto a las inversiones en infraestructuras. Tema en el que queda claro que mucha Constitución, pero si la sentencia no les gusta, no la cumplen. Ni cuando dicen explícitamente que lo harán. Es decir, ahora; porque por lo que veo en las cifras propuestas, ya de entrada el porcentaje es más pequeño: sólo el 16,8%, cuando en relación al PIB tendría que ser el 19,2%.

Es muy poco acertado intentarlo otra vez de manera tan torpe, sabemos contar y tenemos memoria

Soy catalana, vivo en Catalunya y me siento catalana, pero no me provoca ni frío ni calor la lluvia de millones que usted y su gobierno anuncian. No porque no los necesite o porque los menosprecie, sino al contrario. No me hace ningún tipo de efecto porque no es la primera vez que me engañan y no cumplen. Los impagos, la falta de inversiones y los intereses ―a pesar de las deudas― son los elementos que definen los presupuestos del estado español en relación a Catalunya. Es muy poco acertado intentarlo otra vez de manera tan torpe, sabemos contar y tenemos memoria. No hablo de los políticos ―ni de los suyos ni de los otros―, sino del resto de población, aunque no de toda; porque habrá quién se lo creerá y habrá que sencillamente les seguirán el juego. A todos estos ya los tiene en el bolsillo, por lo tanto, no nos dé nada y no se tendrá que sentir insultado por ser amigo de separatistas.

Tampoco me impresionan estos presupuestos porque de sociales no tienen nada; por mucho que se resalten las inversiones y los incrementos en temas sensibles que se utilizan para la propaganda. Sólo hay que mirar qué se gasta un país democrático con un gobierno socialista en una sola familia que, no sólo no pasa hambre, ni frío, ni no tiene casa, sino que tiene una vida de lujo a cargo de los presupuestos del Estado, para entender por qué nada cambia, y por qué los pobres sólo hacen que aumentar.