La información según la cual los Mossos investigan como posible homicidio la muerte del fundador de Mango, Isak Andic, apuntando como principal sospechoso a su hijo, lo tiene todo para el bla, bla, bla. Ya me entienden. Que si lo mató su hijo y no fue un accidente, que todos hemos pasado por el camino de las cuevas del Salnitre y ahí es imposible caer, que de qué sirve tener tanto dinero para acabar así. ¿Somos malvados, y más con los ricos? Sí.
Esta misma respuesta la ha dado estos días John Carlin en La Vanguardia para defender a la familia Andic. Dice cosas como que “nos olvidamos de que, salvo la casualidad de sus circunstancias, los ricos son personas de carne, huesos y lágrimas como nosotros”. Que no pensamos "en el infierno en vida al que les estamos condenando". Los ricos también lloran, vamos. Carlin también critica a las autoridades y a los Mossos d'Esquadra. Y admite que era amigo de Andic y que eso es lo que le empuja a escribir el artículo. "No exagero si digo que llegamos a ser amigos. Conozco, aunque no tan bien, a su hermano mayor, a sus dos hijas y al propio Jonathan. Me consta que todos ellos no solo apoyan a su hermano o sobrino a capa y espada, sino que mantienen que la relación entre Isak y Jonathan había sido, en los últimos años, ejemplar —de respeto, amistad y cariño—. Hubo un enfrentamiento por discrepancias empresariales hace una década —en 2015, cuando Mango atravesaba un momento delicado— pero es una vieja historia”.
A esta defensa se han añadido también Josep Creuheras —presidente de Planeta y Atresmedia—, Toni Ruiz —CEO de Mango— y Dani López —persona de confianza de Andic—, los tres albaceas del testamento del fundador de Mango. Han firmado una carta en La Razón. En ella lamentan que "asistimos a la peligrosa vulneración de garantías fundamentales. El derecho a la presunción de inocencia, pilar de nuestro Estado de derecho, a menudo ha sido obviado". Y añaden: “Como albaceas, podemos y debemos afirmar que la voluntad de Isak Andic, reflejada en su testamento, se ha cumplido de forma escrupulosa”. Unas líneas con la clara idea de alejar motivos para el homicidio.
Si la víctima fuera una persona anónima, ¿estaríamos hablando del tema con la misma fruición? Yo creo que sí
Puedo estar de acuerdo con todo, pero quizás no tanto en otras consideraciones. Por ejemplo, cuando dicen que “se trata de la salud de nuestro debate público y del imperio de la ley”. Quizás ya empieza a haber demasiada gente que cree saber de qué hay que hablar y de qué no. Pero sobre todo estoy en desacuerdo con Carlin cuando dice: "imagínense si las circunstancias de la muerte de Isak Andic hubieran sido iguales pero el muerto hubiera sido un pobre, o un desconocido que sufre para llegar a fin de mes, y el único testigo hubiera sido su hijo, también persona anónima. ¿Estaríamos hablando del tema con la misma fruición? Lo dudo".
Yo sí creo que estaríamos hablando. Al fin y al cabo, vivimos en el país —pónganle el nombre que deseen— donde el programa que tiene más éxito en la tele se llama Crims, donde buscamos al culpable del crimen de Tor o la verdad del caso Helena Jubany como si todos fuéramos criminólogos. Y donde todas las plataformas quieren true crime y celebrities. Y este caso, depende de cómo lo vistas, lo tiene todo, sí. Y no sé si es culpa de los medios, de los Mossos o de la condición humana.