Los periodistas madrileños que habían vivido durante lustros aplaudiendo los safaris y las queridas a Juan Carlos I, encantados de sufragarle la fiesta con dinero público, se encabritaron cuando el monarca no hizo de Franco para frenar el soberanismo catalán a golpe de sable, y así el divorcio entre los propagandistas y el monarca acabó con la infanta Cristina piando sobre sus finanzas ante un juez podemita. Más allá del hecho de que la sentencia absolutoria contra la hija del Rey emérito sea o no justa, lo único trascendente del juicio por el caso Nóos ha sido el toque de atención que las élites españolas han hecho a la monarquía para ponerla a prueba y recordar al rey Felipe VI que si se despista lo pueden matar. Que el monarca actual tenga un discurso todavía más duro que su padre sobre la independencia no es nada casual y responde a los deseos del Club 155 de atar España con el acero de la corona.

Roca ha ganado el caso de su vida haciendo un último homenaje al barroco español: lejos de señalar a los ladrones, ha dejado que se devoren entre ellos como lobos avaros.

Ironías de la vida, ha sido un catalán ilustre quien ha conseguido salvar a la Infanta de la horca en el último momento. Me jugaría todo el oro del mundo a que ha sido el mismo Miquel Roca quien, más allá de conseguir convencer al juez de que Cristina sabía bien poca cosa o nada de lo que hacía su marido con la pasta defraudada, desvió muy inteligentemente la atención de la pareja de sangre azul a las prácticas de extorsión del sindicato Manos Limpias y del caso Ausbanc. Con la aparición del escándalo por el cual se supo finalmente que el sindicato fascista intimidaba a empresas y particulares bajo la amenaza de buscarles problemas judiciales, la tensión contra Cristina se disipó y Urdangarin quedó simplemente como el aprovechado de la corte. Roca ha ganado el caso de su vida haciendo un último homenaje al barroco español: lejos de señalar a los ladrones, ha dejado que se devoren entre ellos como lobos avaros.

Después del viacrucis de Cristina y la defenestración de Juan Carlos, Felipe tendrá que recobrar la confianza de los sablistas de su corte con un lenguaje todavía más beligerante contra el referéndum de autodeterminación en Catalunya. Las declaraciones de la fiscal Magaldi denunciando agresiones ficticias y miradas de odio inauditas y las despachadas de Eduardo Inda sobre los jueces y ETA intentan batasunitzar la vida política catalana en este sentido: los cortesanos piden a un rey intervencionista que pare la locura independentista sin tanto miramiento. Primero han tocado a la hermana, y todavía les quedan muchos familiares. A medida que se acerque el referéndum, cada día nos divertiremos más.