La noticia no es que Jaume Collboni pretendiera adjudicar una campaña publicitaria para el fomento de la lectura de 111.000 euritos a su amigo Risto Mejide mediante la ilustrísima técnica digital (a saber, a dedo), porque en casa ya hace muchos años que nos afeitamos y depilamos, y eso del Mejide con el Institut de Cultura de Barcelona había ido exactamente como la mandanga de concurso público que también urdió Collboni para nombrar a su colega Ramon Bosch como nuevo gerente de Biblioteques de Barcelona, un chiringuito que el segundo teniente de alcalde de la ciudad quería ahorrarse, simplemente porque ya tenía adjudicada (sic) la plaza, lo cual fue exactamente igual que el fichaje de Jordi Tort como gerente del Auditori y la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya, silla que a pesar de ser otorgada con un concurso con un jurado espléndido de expertos funcionarios y blablabla recayó en quien el capataz de la cultura barcelonesa ya quería.

Eso lo sabe todo el mundo, aunque sólo servidor tenga los cojones de escribirlo ante la cobardía y la castración de la tribu, porque la cosa forma parte ancestral y nuestrísima de la gestión inmaterial del arte casero. Los concursos son los padres y la castidad de las milfs casadas y quien se sorprenda del amiguismo en la gestión cultural barcelonesa es que, hasta ahora, ha vivido en Marte. Pero antes, y eso sí que tiene más chicha, cuando te daban a dedo un concurso intentabas, cuando menos, currártelo un poco para disimular y no entregabas, como Mejide, un PDF sobre lectura con faltas de ortografía e ideas de bombero disfrutado como promover un envío de libros a Donald Trump para que se haga más tolerante. La noticia, eso sí, es que el Gremi de Llibreters se tragara esta caca sin parpadear, una asociación donde, por cierto, conviven las grandes superficies del fast-book con los pobres libreros que se desviven para conseguir que todos disfrutemos dignamente la lectura.

La noticia es que cada día hay más gente a quien no le complace bajar la cabeza mientras el dinero de la cosa pública se tira para sufragar excrementos

La noticia es que las cosas están cambiando, y así es como muchos libreros del país, desde Isabel Sucunza (La Calders) a Xavi Vidal (No Llegiu), se han rebelado contra el Gremi por comerse campañas publicitarias de mierda como esta sin más y las han acabado tumbando; la noticia es que cada día hay más gente a quien no le complace bajar la cabeza mientras el dinero de la cosa pública se tira en excrementos, y es así como muchos profesionales que ya habían criticado a Santi Vila por urdir un programa de lectura consistente a regalar cheques para comprar libros, al más puro estilo venezolano, ahora han dicho que ya está bien, que lo más provechoso para fomentar la compra y la lectura de libros sería que la Generalitat y el Ayuntamiento se dedicaran a no tocarles las pelotas en exceso y a no gastar el dinero corruptamente. La noticia es que la gente, poco a poco, ya no está para hostias y puede cambiar la inercia.

Todo eso que ha pasado estos días no es culpa de Risto Mejide, que al fin y al cabo regenta una empresa privada y ha pescado a un cliente amigo más, que, por si fuera de poco el chollo, le ha exigido bien poca cosa. Ni tampoco es culpa única de Jaume Collboni, que seguirá perpetrando la gestión cultural amiguista que siempre se ha vivido en Barcelona desde la llegada del PSC a la ciudad, en casos mucho menos escandalosos pero igualmente flagrantes. La culpa es tuya, querido lector y votante, que todavía callas y que todavía sigues sin hacer nada para que toda esta mafia se vaya a casa para siempre. Si finalmente se ha retirado eso del Mejide es porque hay gente que ha alzado la voz. Si pasara con todo, y de forma coordinada, nos tragaríamos muchos menos fraudes cada día y tendríamos una cultura mucho más libre.

Por cierto, antes de que los libreros protestaran, ¿dónde estaban los periodistas culturales de la tribu? Y tú, Ada, querida activista, adorada alcaldesa, ¿tienes alguna cosa que decir?