Si alguna gracia debo concederle al procesismo es su habilidad inconmensurable para inventarse el eslogan ideal y pregonar la frase catchy. Des de aquel ancestral Ni un pas enrere, pasando por lo d’Els carrers seran sempre nostres, uno podría elaborar una antología de epigramas con el objetivo de alegrarle la existencia al personal, mandamientos que aparecen siempre y como por casualidad cuando se tiene la tentación de bajar la guardia. Debo confesar que la última invención de los publicistas del procés me tiene loco, porque aúna la capacidad de ser maleable y adaptarse a mil formas sintácticas, aunque, refiriéndose al juicio del 1-O, acostumbra a tomar esta forma: La condemna contra els nostres presos retratarà Espanya davant la comunitat internacional, idea que se puede expresar de forma más breve y dura en la frase La sentència del Suprem deixarà Espanya retratada.

La idea de fondo, como entendería cualquier bebé, afirma que la sentencia (aparentemente condenatoria) del 1-O mostrará la putrefacción del sistema judicial español y todo dios, des de los mineros chilenos hasta las bailarinas niponas, verá qué tipo de Estado dictatorial es España y éste implosionará. Comparto la premisa: a saber, la naturaleza política y de escarmiento que tiñe todo el proceso judicial del 1-O. Pero la tesis de fondo no solo me sorprende, sino que me lleva a pensar de nuevo que mis queridos compatriotas no tienen ni la más reputa idea de lo que es España. Porque España, amigos, siempre ha vivido encantada con que la retraten, sea cual sea su arte maléfico para sobrevivir, sea cual sea la crudeza de su maquiavelismo con tal de mantenerse unida. Porque los estados, queridos lectores, no tienen moral: sobreviven a base de intereses.

El Tribunal de Estrasburgo dictaminó hace meses que Arnaldo Otegi no había tenido un juicio justo. En efecto, la más alta instancia judicial retrató a España como un país donde al menos este juicio fue una farsa. ¿Visteis algún juez español amonestado, sancionado o despedido de su curro por esta sentencia? ¿Visteis cómo dimitía el actual ministro de Justicia o el tribunal que envió a la trena al pobre Arnaldo? No, amigos míos, por el simple hecho de que a España le suda el rabo el Espíritu Santo de Estrasburgo, porque lo que quería su deep state era meter en el trullo a Arnaldo y que la gente del norte se calmase en sus reivindicaciones de independencia. ¿Y sabéis qué, estimados colegas? Les salió de puta madre. Y si el precio de tener a Otegi en la cárcel más de seis años fue solo una sentencia recriminatoria de Europa, pues hijito mío, como diría el más grande moralista español, tan largo me lo fiáis.

El juicio al procés, sea cual sea su sentencia, no solo no retratará al Estado delante del mundo, sino que lo resultante del escrito del Tribunal Supremo será jaleado a los mil vientos por los españoles. Porque una característica de la hispanidad, y a ver si lo entendéis de una puñetera vez, es que el mundo deba agradecerte el hecho de haberlo descubierto gracias a La Pinta, La Niña y la Santa María. A ver si lo pilláis de una vez, que esto de no conocer el carácter de tu enemigo ya empieza a cansar un poquito. Vosotros sí que vais a quedar retratados…