Dicen que estamos a menos de seis meses para alcanzar aquello que los cursis denominaban el estat propi ¡pero resulta que nos habíamos olvidado del pequeño detalle de comprar las urnas para votar! Si hace un año el vicepresident Junqueras nos informaba de que teníamos menos hacienda que la región de Murcia, ahora hemos sabido que incluso la pérfida y subvencionada Andalucía tiene 8.500 urnas en propiedad que todavía tendremos que alquilar a la Susanita para declararnos libres. Y mira que hemos pasado tiempo pensando en las urnas, desde que la Molt Honorable profe de catalán, con la garganta inflamada del propio griterío y antes de cobrar sueldo oficial, pedía su presencia al president Mas. Pero como todo en la vida, los receptáculos transparentes que recluirán la voluntad de los catalanes se tienen que pagar. Ya teníamos trescientos proyectos de constitución, habíamos pregonado un estado beatífico sin ejército y lleno de rosas, pero nuestros burócratas, por desgracia, ¡habían olvidado comprarnos las urnas!

La anécdota es risible pero expresa perfectamente la división de un Govern que apuesta en sordina por la unilateralidad pero donde todo el mundo vive rehuyendo el primer paso. De momento sabemos que Vicepresidència ha encargado las urnas al Departament de Governació para que licite un contrato de compra (unas 8.200, concretamente), pero la consellera Meritxell Borràs dice que necesita una petición por escrito. La cosa es muy divertida, porque Meritxell no debe tener suficiente con una llamadita ni una reunión, que dice que quiere un burofax o una letra firmada con la sangre de un ternero recientemente sacrificado, es decir que Meritxell –en definitiva– quiere salvar (o no mojar) el culo cuando se le reclame desobediencia. Tenemos, en definitiva, un Govern conformado por auténticos héroes que se van repartiendo el tubérculo para disipar líquidamente su acción en el referéndum. Aquello que tendría que ser motivo de iniciativa y de orgullo, en el fondo, vuelve a ser el refugio de la puta y de la ramoneta.

Al final, tendremos que pensar en autodeterminarnos de nuestros líderes para sacar adelante sus promesas

El referéndum (bendecida CUP) todavía no tiene fecha ni pregunta, pero ya tiene un grupo de gente peleándose por desviar responsabilidades ante la futura impugnación del Constitucional. Sigo pensando que, en vez de vivir rehuyendo responsabilidades, las fuerzas políticas independentistas catalanas tendrían que hacer firmar la convocatoria del referéndum de autodeterminación al gobierno en pleno y, sobre todo, a los setenta y dos diputados pel sí que lo sustentan. Nada mejor para rehuir el arte de licuar la responsabilidad que provocar una asunción general de lo que todos nuestros políticos nos han prometido. Si la compra de unos millares de urnas ya suscita tanta disputa entre nuestros dirigentes, imaginad cuando se tenga que encarar el control de la policía o del territorio una vez se declare la independencia. Si un ticket de compra provoca tanto miedo, imaginad el resto.

Pensaba que el referéndum era un motivo de orgullo entre nuestros líderes, no de cobardía. Ahora que Marta Rovira propone que los jubilados del país nos organicen la votación, quizás la próxima pensada será preguntar a los exprisioneros de la Model que nos fabriquen unas hermosas urnas de cristal, como hacía la Ferrusola con los ramos de flores. Sinceramente, no entiendo cómo se puede hacer el ridículo de esta manera sin enrojecerse. Al final, tendremos que pensar en autodeterminarnos de nuestros líderes para sacar adelante sus promesas. President, compre las urnas. Y vosotros haced el jodido favor de hacer la votación, asumid la responsabilidad adquirida con el pueblo, firmad todos, los setenta y dos y el Govern en pleno, poned fecha y pregunta, y parad de hacernos perder el tiempo de una puñetera vez. Y hecho eso, si os queda generosidad y no os hemos mandado a hacer puñetas, de paso defended el voto por el sí.