El jueves pasado me entretuve viendo algunos gags del Polònia. Hacía muchísimos meses que no veía el programa de Toni Soler, pues eso de seguir alimentándolo (cuando ya le hemos sufragado la primera residencia, la masía del pueblo y la herencia de los churumbeles) me parece una cosa demasiado pornográfica incluso para un espíritu maligno como servidora. Viendo de nuevo el espacio, y a pesar de la pericia de muchos de sus guionistas, resultaba fácilmente comprobable cómo los escribientes de Toni tenían serias dificultades para hacer chistes sobre la política catalana actual, y no porque esta no genere muchas ocurrencias, sino porque la vida y milagros de nuestros mandatarios ya se ha convertido en una tomadura de pelo tan supina, en una oceánica y sórdida carrera para ver a quién nos hace la broma de peor gusto, que ni la pluma más creativa ni la careta más deformada puede superar el delirio del presente.

Esta semana, por ejemplo, hemos sabido que el conseller de Treball, Afers Socials i Famílies (yo añadiría también, para no olvidarnos, el sintagma "de residencias de ancianos"), Chakir el Homrani, cesaba la cúpula de su departamento después del ridículo y la posterior crisis en la gestión de las ayudas a los autónomos. Como a El Homrani no lo puede cesar ni Cristo redentor (porque, aunque no se note ni en el comercio ilegal de ratafía, este país no tiene presidente), y los capataces de ERC consideran que eso de admitir que un conseller es un incompetente antes de las elecciones te deja demasiado en bolas ante tu electorado, el Espíritu Santo de Lledoners pensó que sería buena idea sustituir a Josep Ginesta y a Francesc Iglesias por los también republicanos Oriol Amorós, Enric Vinaixa y Marta Cassany. Visto que el conseller es más sagrado que Alá, que se larguen sus apóstoles.

La realidad nos dice que nunca, pero jamás de los jamases, Catalunya había estado tan mal gobernada y sometida a unos intereses tan mezquinos

Aparte de que algunos de los cambios son por sí solos delirantes y no responden a criterios técnicos (Amorós siempre había tocado temas de la cosa municipal y de inmigración, para poner sólo un ejemplo), con esta operación de maquillaje ERC no pierde nada de nada. Los cesados se quedarán sin trabajo un par o tres de meses, hasta que lleguen las elecciones y, gane o no la Generalitat, Aragonès los recolocará en una nueva poltrona. La operación de maquillaje es tan hortera, tan sumamente chapucera que, ciertamente, ya casi no puedes ni reírte. Pero eso no ha sido todo. Durante estos días de desavenencias entre juntistas y republicanos, que tanto Budó como Aragonés habían intentado disimular con ruedas de prensa maratonianas y risibles, también hemos sabido que el antiguo presidente Torra ha ofrecido sus servicios como figura mediadora, de prestigio, para superar el anguloso matrimonio del independentismo.

Lo habéis leído bien, queridos lectores. Después de ser inhabilitado y que ni Dios reclame su restitución, pues eso de restituir fue cosa exclusiva de mártires y exiliados (pero sólo alcanzable a policías españoles como Trapero) Quim se nos quiere disfrazar de enviado especial de la ONU en misión de paz en la selvática relación entre Junts y Esquerra. Vale la pena leer la misiva que los responsables del gabinete expresidencial le escribieron a Torra que, con la prosa típica de Pere Cardús, pide "sentido de país, solidaridad y responsabilidad" a unas formaciones que, como sabe el mismo Torra, sólo se mueren por que antes de llegar a febrero el rival cometa todavía más cagadas que uno mismo. La situación es tan surrealista que sólo faltaba Quim disfrazado de casco azul mientras se prepara su oficinita en Girona para jubilarse con una pensión dorada. Qué cojones, de verdad.

Es normal, decía antes, que ante este gobierno de los peores nuestros humoristas queden absolutamente indefensos a la hora de crear situaciones burlonas de calidad, pues sólo tienen que poner el espejo a una realidad tan risible como dolorosa: y la realidad nos dice que nunca, pero jamás de los jamases, Catalunya había estado tan mal gobernada y sometida a unos intereses tan mezquinos. Comparado con este gobierno de los peores, el tripartito parece la cúpula de asesores de Franklin D. Roosevelt. No me extraña que, alejado del programa Polònia, ahora el amigo Soler haya vuelto al mundo de la novela y ya se nos esté preparando una imagen de hombre de cincuenta años, de ademán meditativo, desvalido y con poca ilusión para contar chistecitos de la tribu. Mientras sus ganapanes se pelean con la sordidez del presente, Toni ya piensa en cómo afrontar este nuevo tiempo de decadencia para hacerse el sabio y llenar más la bolsa.

Hay gente que sabe adaptarse al futuro con mucha ciencia. Es envidiable, lo tengo que admitir. Mientras Toni ensaya la postura de hombre reflexivo, sus mal pagados guionistas deben de freírse a alprazolames para ver cómo leñes llenan el próximo Polònia. Les envío todo el cariño del mundo, porque todos estos ho tornaran a fer, y las tragedias siempre se repiten en forma de farsa. Yo de ellos lo denunciaría a los tribunales enemigos, porque eso en casa lo llamamos competencia desleal...