Desde el mismo instante en que el soberanismo decidió trufar su lista de encausados con muchos números de acabar en la prisión, el independentismo hipotecó su futuro político a la estrategia penitenciaria y judicial española. Hoy por hoy, sin una hoja de ruta (ecs) muy clara, lo único que aglutina a los partidos catalanes favorables a la secesión es la voluntad de que los presos vuelvan a su casa cuanto antes mejor: el problema, por lo tanto, no es lo ético que hay en este ruego, que comparto al milímetro, sino como el enemigo puede utilizar nuestro anhelo moralizador para lavarse el ano y seguir ganando la partida. Esta es la gran ironía que resume la negligencia política del procés: por una parte, el independentismo quiere demostrar al juez Llarena que los políticos encausados no han hecho nada de lo que se les acusa y, por la otra, este mismo no-haber-hecho nada demostraría que todo (desde la aprobación de leyes de transitoriedad hasta la declaración del 27-O) habría sido sólo un farol para hacer presión al Estado.

Lejos de aprovechar las elecciones del 21-D para regenerar la política catalana y desligarla del yugo penitenciario español con nuevos liderazgos, los partidos optaron por vender la moto de una restitución del todo falsa (a excepción del caixa-cobri Mascarell, que siempre cae de pie y con nómina), para así regalar la pelota al gobierno de Sánchez. Lejos de sentirse presionado, ahora el presidente español respira con todo el aire del mundo: la prueba fehaciente, la sumisión con que la esquerrovergència autonomista ha aprobado hace muy poco la renovación de la cúpula de RTVE que habían propuesto PSOE, Podemos y el PNV, un cambio político-comunicativo en que el independentismo ―sí, ese mismo que, encendido, perjuró mil veces que abandonaría el Congreso cuando la independencia fuera efectiva― se ha limitado a hacer de vergonzante comparsa, también con nómina incluida. Focalizándolo todo en los prisioneros, como podéis comprobar, la política catalana ha acabado siendo prisionera. A pesar de la gesticulación, a Sánchez le aprobarán toda ley que proponga. Toda.

El independentismo ha aceptado como normal la tesis según la cual es más importante resolver el tema de los encarcelados que aplicar la independencia

El independentismo había conseguido tener al Estado en jaque el 1-O, sin embargo, después del referéndum no aplicado, sólo hemos vivido renuncias que no han aumentado en nada la promesa republicana. Paralelamente, y eso es lo que más me duele, los partidos catalanes demuestran vivir gustosamente instalados en el arte del chantaje emocional en el que sobresalió el pujolismo. Toda la energía que se tendría que haber dedicado a implementar (ecs) el 1-O y a luchar por la restitución de los políticos encausados, se ha abocado al amarillismo más vergonzante sobre la situación de los presos: bajo la excusa de no olvidar su desdicha, que también comparto, la prensa amarilla del país ha grapado todo el sentimentalismo del mundo y lo ha enviado a Estremera para que los propagandistas de la tribu hagan pornografía emocional. No es lo mismo tener empatía por los que sufren, en definitiva, que convertir este padecimiento en un espectáculo y querer sacar rédito político para seguir engañando a la gente.

El movimiento lo entiende incluso un enano. Cuando tú le dices a tu torturador que hoy el pie te duele mucho, será del todo lógico que aproveche para golpeártelo, ¿verdad? Pues eso es exactamente lo que ha hecho el independentismo con los presos y la exhibición de dolor con que se ha atrapado incluso a sus familias en un Sálvame que ha tenido instantes de auténtica vergüenza ajena: abrir la herida para que el poder judicial español pueda seguir ensañándose. Hoy por hoy, y no es una buena noticia, el independentismo ha aceptado como normal la tesis según la cual es más importante resolver el tema de los encarcelados que aplicar la independencia. Como todo sistema de chantaje, la religión tiene sus monjes particulares, aquella curiosa gente que, después de leer artículos como este, te acusa de tener poca empatía y de no solidarizarte con una situación del todo injusta. Es el manual básico del chantajista: si piensas diferente de la norma es porque eres malo.

Como te he dicho muchas veces, querido lector, el primer paso para la libertad es que huyas de todo este engaño, que es todavía más asqueroso cuando se dedica a apelar a los buenos sentimientos y a la empatía. Porque mientras te tienen lloroso, por desgracia, te pueden seguir engañando. Tú escoges, como siempre.