La buena nueva ha tardado mucho en llegar a la tribu, pero finalmente Quim Torra nos ha enseñado por qué ñoco debíamos de investir un gobierno efectivo y cuándo acaecerá el momentum más álgido y culminador del procés: ¡esperaban a darle la Creu de Sant Jordi a Leo Messi! De ahí a la independencia, cierto es, faltan escasos quilómetros. Ahora que estamos en ello ―visto que Messi y su progenitor fueron condenados a 21 meses de cárcel, de esos que sólo cumplen los atracadores de supermercados o los que roban chicles en un paqui, y todo por defraudar cuatro millones de euracos al fisco― yo sugeriría iniciar el periodo de restituciones prometido por el Govern en la campaña previa al 21-D y devolvería el más alto guardón de la patria a Fèlix Millet que, al fin y al cabo, tampoco se quedó tanta pasta. Cuando creíamos haberlo visto todo, este Govern va más allá.

De ahí a la independencia, cierto es, faltan escasos quilómetros

El amigo Arcadi Espada acostumbra a decir que Messi es una gran metáfora del procés. Según la teoría, un equipo como el Barça, que pasó toda su existencia perdiendo las finales de más importancia, de repente y con la ayuda del astro catalano-argentino, va y empieza a engordarse de Champions, la cual cosa habría llevado al pueblo catalán hacia la ficción colectiva que esto de la independencia es como uno de los tantos imposibles del número 10 en las finales. La teoría parecía descabellada, una boutade más de Arcadi, pero como siempre el Govern catalán se encarga de convertir en realidad incluso las críticas de sus más despiadados enemigos. Cierto es, los chavales de can Torra deben pensar que un guardón como éste ―reservado a ilustres políticos o académicos― debe regalarse a la única entidad vida de la nación que todavía puede hacernos saltar de alegría. Para el gobierno de la tribu, las emociones lo justifican todo.

Si Leo se dignase a pasear hasta la Plaça de Sant Jaume para recoger el guardón, cosa que yo descartaría, servidor aprovecharía para regalarle también el Premi d’Honor de les Lletres Catalanes o, puestos a petarlo, el Premi Internacional Catalunya. Si el Govern perpetrara este acto de justicia, sería la primera ocasión en estos fastos que un premiado recibiría un montón de estatuitas la existencia de las cuales desconoce como la órbita de un planeta lejano. ¡La ceremonia de entrega sería una cosa bárbara, la rehostia, el momentum que tanto anhelábamos! Che, moltas grasias i vijca el Barsa i vijca Catalunya!, diría nuestro héroe con el mismo nivel de catalán que le hemos visto a Cayetana. Suerte que al pobre Messi no le han preguntado por la independencia, hijito mío, que si nunca lo ponen delante de Marchena se marcaría un Trapero afirmando que el 1-O pensó de irse al Madriz.

¡Gracias, Govern efectiu! ¡Gracias, Quim! Ahora ya podemos correr a las barricadas, que Dios está de nuestro lado.