Le tengo que reconocer honestamente al procesismo una increíble destreza suya a la hora de pervertir y fagocitar incluso las ideas políticas más excelsas. A menudo me digo, poniendo a prueba lo poco de naïf que todavía conservo en el alma: no, no serán capaces de hacer eso tan miserable. Pero la realidad siempre acaba poniendo mi tontería en su sitio, y el mal sigue haciendo su camino, parsimonioso como la migración oceánica de un pingüino. El último baño de realismo me ha sorprendido cuando leía, en este mismo nuestro diario, que una serie de independentistas-autonomistas próximos al president Puigdemont, como Jordi Ferres o Agustí Colomines, acaban de registrar el "Moviment 1 d’Octubre" como partido político con la intención de superar las siglas del PDeCAT en las próximas municipales. El invento, según parece, se habría registrado el mismo día de fúnebre toma de posesión de Quim Torra.

Hablar del pasado, en esta Catalunya nuestra continuamente estresada por la rauda actualidad, parece una cosa de arqueólogos, ya lo sé. Sin embargo, si me perdonáis las molestias, y ahora que muchos reivindican el 1-O como un hito a preservar, yo recuerdo perfectamente cuando Germà Bel, el mismo Colomines y parte de la cúpula esquerrovergente se burlaba de un posible referéndum de autodeterminación cuando muchos lo propusimos (recordad, aquello que se bautizó como "RUI"), tildándolo de "pantalla pasada" o, directamente, de "simple repetición del 9-N". También recuerdo, como si fuera hoy, que cuando Enric Vila, Jordi Graupera y un servidor empezamos a insistir en la importancia de un referéndum (no sólo por su carácter democrático-legal innegable, sino porque sabíamos que el Estado no lo podría parar ni a golpes de porra), la respuesta basculaba entre el desprecio o, directamente, el insulto.

La única cosa que el independentismo-autonomista todavía no había conseguido pervertir del todo era el 1-O

Como siempre, en la familia tenemos las cosas bien repartidas. A Enric lo acusaban directamente de loco, a Jordi de mirárselo todo desde la cuadrícula neoyorquina y a mí, of course, de ser un frívolo que no se jugaba nada. Todos los acusadores, evidentemente, perpetraban su retórica desde la comodidad de un sueldo público que la mayoría de ellos (y de ellas) ha conservado con el 155 y que, en caso de haber quedado en suspensión, la administración Torra restituirá muy pronto; porque, en la tribu, el president y los consellers no se restituyen, por desgracia, ¡pero las paguitas van que vuelan! Ahora supongo que entendéis, queridos lectores, por qué había gente saltando de alegría cuando hace semanas se invistió al Molt Honorable 131: parecía, os lo juro por mi madre, que en el Parlament hubiera aterrizado el Santo Padre para sellar la independencia del país. ¡Qué abrazos! ¡Qué forma de encajar la musculatura! ¡Amor, oh amor!

Como ya avisó veladamente Artur Mas, la maquinaria convergente pretenderá aprovechar una presidencia que bascula entre la cojera y el exilio para que los de siempre fagociten Junts per Catalunya y lo acerquen a la sala de máquinas de los mandarines de siempre. La única cosa que el independentismo-autonomista todavía no había conseguido pervertir del todo era el 1-O, aunque la vigencia del referéndum quedara prácticamente tocada de muerte cuando nuestros parlamentarios renunciaron a acatar el mandato de las urnas e investir a Puigdemont. Visto que eso de vender motos sobre la república mientras acatas la ley española cada vez se hace más difícil, la retaguardia convergente ha decidir embadurnar la memoria del 1-O para vejar el referéndum, ensuciarlo definitivamente y utilizarlo como una mujerzuela de cara a ganar más votos en las municipales y continuar con la estrategia del ir tirando.

Y tú pensarás, lector pacientísimo: no, no serán capaces de hacerlo, no serán capaces de pervertir y de fagocitar el sacrificio de tanta gente para hacer politiquilla de partido y ganar cuatro ayuntamientos. Pues yo te digo que sí, carísimo amigo, que incluso tendrán la valentía de dar un golpe de porra al referéndum que tú también hiciste posible y del que ellos mismos se reían. De hecho, no han cambiado mucho: empezaron blanqueando el 1-O y ahora se acabarán de mear en él. Sí, lector estimado, serán capaces de hacerlo. Sólo tienes que esperar un poco, créeme.