Hará cosa de semanas, y ya con la aplicación del 155 a la vista, me encontraba en una tertulia radiofónica donde osé decir que, en una hipotética situación de tensión territorial como la que teníamos a tocar, los progresistas de Podemos no dudarían a fusilarnos con el famoso artículo de la Constitución, en caso de que estuvieran en el gobierno de España. La afirmación causó el escándalo que os podéis imaginar (yo, pobre de mí, que siempre digo cosas cartesianas, claras y distintas) y una señora de estas de izquierdas de Barcelona de toda la vida —ya sabéis, de este tipo de chica que dice cosas como que la policía pegó a los catalanes no porque fueran catalanes, sino porque eran subversivos— me dijo con cierta suficiencia que yo conocía muy poco el mundo de progresista de verdad, el de las calles y de todo aquello del 15-M. No insistí mucho más, porque eso de discutir con socialistas siempre fatiga.

Como acostumbra a pasar, yo tenía razón y el tiempo es una ley que acostumbra a poner a todo el mundo en su lugar. Con la dimisión forzada de Albano-Dante Fachin el lunes pasado, acompañada por ocho miembros del núcleo duro de Podem en Catalunya, Pablo Iglesias ha dejado bien clara cuál es su idea de proceso constituyente y de democracia interna de partido. El capataz de Podemos ha intervenido su dirección comarcal porque, como todo buen español, le ha parecido intolerable que Fachin sea bien visto por amplios sectores del independentismo, por el simple hecho de que él y otros miembros de Podem hayan apoyado a los presos políticos catalanes. Iglesias ha demostrado por enésima vez que los revolucionarios progresistas españoles, antes que revolucionarios y progresistas, son españoles. La consecuencia es bien clara: se manda desde Madrid y que las sectoriales tengan la bondad de obedecer el dictado.

Si hay alguna cosa que un revolucionario español no tolera ni que lo maten es apostar por un proceso constituyente en España y que un simple catalanito tenga la osadía de empezarlo antes que él

Fachin ha aducido más de una vez que todas sus decisiones han sido colegiadas (¡y votadas!) con los militantes de Podem de Catalunya. Pero eso, amigo Albano-Dante, a tu camarada español le da absolutamente igual. Porque tienes que entender una cosa, querido compañero: si hay alguna cosa que un revolucionario español no tolera ni que lo maten es apostar por un proceso constituyente en España y que un simple catalanito tenga la osadía de empezarlo antes que él, y más aunque cometa el pecado de hacerlo desde aquello que considera su país, sin autorización del komintern. Los herederos del 15-M, los críos que cantaban aquello de que las plazas son nuestras y tal no han tenido ningún problema con intervenir a un partido político autónomo. Iglesias y los suyos han aplicado la medicina de siempre: mientras cantan al federalismo, desautorizan a una hipotética federación de España porque va demasiado a la suya.

Hace tiempo me encontré a Albano en el Parlament y, medio en cachondeo, le dije que cuando se le agotara la paciencia acabaría haciéndose independentista. La broma, como siempre pasa, escondía un altísimo tanto por ciento de verdad. Lo vuelvo a repetir: si tuvieran que aplicar el 155 en Catalunya no dudarían ni un segundo a hacerlo, porque antes que progres son españoles. Estos son, ya lo veis, los críos que querían romper el cerrojo del setenta y ocho. Qué panda de farsantes, my god.