¡Viva España!

Claro que sí, siempre y cuando nos estemos refiriendo a los millones de habitantes que la componen. Vivan sus gentes libres, que tengan trabajo, vivienda, libertad. Que tengan sueños por los que luchar y ganas de hacerlo. Que defiendan con fuerza lo que consideran justo. Que convivan en paz sin que la crispación programada cale en sus huesos. 

Que vivan nuestros hijos, que crezcan felices y sanos. Que no haya ni uno solo que pase hambre. Que vivan todos y jueguen. Que sueñen con que algún día podrán ser todo aquello que hoy desean. Y que lo consigan. 

Que vivan nuestros pensionistas, que no les roben más. 

Que vivan nuestras mujeres, libres y sin miedo. Que estén todas tranquilas porque no habrá nadie que vuelva a violarlas, pegarlas, silenciarlas o machacarlas. 

¡Viva el rey! 

Pero que viva en su casa. No queremos herederos que dicen representarnos sin consultar. No queremos más eslabones de una cadena absurda y nada democrática. Queremos ser todos iguales: con las mismas oportunidades, con los mismos derechos y con las mismas obligaciones. 

Yo no quiero más niñas condenadas a ser reinas. 

Quiero que aquí se pueda juzgar a todo el mundo. Con plenas garantías. Y no quiero mantener a la familia de nadie por el hecho de su consanguinidad.

¡Viva el orden! 

El que se descubre en el caos. Porque no hay nada más enriquecedor que los mil colores, sabores y olores. No es buena la uniformidad si por ella se entiende que algo se ve ordenado. Viva la paella viva el cocido porque con un poco de aquí y un poco de allá se hacen nuestros guisos más nutritivos. 

Viva el orden que permite convivir y saberse respetar en el valor de las diferencias. Y sobre todo, un orden construido entre todos donde aceptemos las necesidades de cada cual. 

¡Y la ley! 

La ley que nos iguala en derechos, la que nos blinda frente a los abusos. La que materializa los derechos fundamentales. La que no atiende a quien eres sino lo que has hecho (y lo que no). Vivan los jueces independientes, los que ponen al malo entre rejas, le hacen devolver lo robado y reconocen al inocente su condición. 

Viva la presunción de inocencia. Y vivan los procesos rápidos y eficaces. 

Viva la justicia con recursos suficientes para que nada quede en el sueño de los justos. 

Viva la libertad para quien no merece condena porque nada hizo. Y vivan las rejas para los que abusan creyendo que con ellos no va lo que para todos debiera ser. 

Que viva España, pero sobre todo, que deje vivir. Porque últimamente esto se nos hace irrespirable. Que deje vivir a los justos, a los que se expresan, a las mujeres, a los pensionistas, a los que quieren gobernarse mejor de otro modo, a los que tienen derecho a un juicio justo y una condena ponderada. Que viva esa España, la de las personas trabajadoras, de paz y honradas, las que son capaces de entenderlo casi todo si se les explica y es justo. Las mismas que ya no entienden nada porque esta España no es la que debiera.