Vuelta al cole. Incertidumbre. Un experto dice que los niños no contagian. Otro dice que sí, pero que menos que los adultos. Uno dice que son asintomáticos, y otro que abrir las escuelas en estas circunstancias es una barbaridad. Unos dicen que algunos niños pueden enfermar con casos graves y la ministra dice que son los menos. 

Si quiere, usted puede encontrar informes médicos que le pondrán la piel de gallina; pero si lo desea también, los hay que le dejarán muy tranquilo. 

Escuchará estos días a tertulianos hablar del tema. A políticos. Y a algún médico que no se querrá pillar las manos. 

Lo que será difícil escuchar es al personal docente, que tiene que volver también a la escuela. A ellos y a ellas se les ve poco, y no porque no tengan nada que decir, sino más bien todo lo contrario. 

En este mantra generalizado de lo estupenda que es la vuelta al colegio en plena segunda ola de pandemia, las voces que casi no se oyen son las que anunciaron que irían a la huelga. Esas voces no interesan porque dejan en evidencia el desastre que podríamos ver en unos días: la falta de planificación, de medios, de personal, de información. 

Esta sociedad olvida desgraciadamente pronto lo que hace unos días era un asunto de extrema gravedad: enviaban a trabajar a personas sin equipos de protección

Si hacemos la prueba y hablamos con los maestros, maestras y personal que trabaja en los centros educativos, es posible que escuchemos un mensaje similar: no se sienten seguros, no se sienten cuidados y no se sienten valorados. 

Aquí todos hablamos del riesgo de contagio a los niños. Un tema importante sin duda. Pero poco se oye sobre la puesta en riesgo de sus profes y de quienes trabajan en el centro. 

Parece que no se ha aprendido nada de la barbaridad que han tenido que soportar en el sector sanitario. Esta sociedad olvida desgraciadamente pronto lo que hace unos días era un asunto de extrema gravedad: enviaban a trabajar a personas sin equipos de protección. Y a muchos de ellos les costó la vida exponerse al virus sin las medidas necesarias. 

No hablo desde el alarmismo. Hablo desde la absoluta irresponsabilidad y desfachatez de quienes toman decisiones al respecto, y las toma mucha gente. Usted y yo también las podemos tomar. El problema está en que no las tomamos, ni usted ni yo ni quien tenga todavía más autoridad para hacerlo. 

Se promete contratar personal, pero después en demasiados sitios esto no se cumple: y si no hay más personal, no se reduce la ratio por clase, y si esto sucede, hay más riesgo y todo se complica. Se plantea usar otros espacios más allá de los centros educativos para garantizar distancia: no se adopta la medida y se renuncia a lugares alternativos. Una detrás de otra. A tragar. Y si eres maestro o trabajas en un colegio, a tratar de hacer todo lo que esté en tu mano. Siempre que puedas. Y en muchos casos arriesgando su salud  y la de sus familias. 

Me van a disculpar, pero yo me he perdido algo durante el verano. Seguro debe ser eso. Porque yo viví una pandemia terrible que nos encerró a todos. Vi hasta militares fumigando. De pronto llegó el verano y todo dejó de ser terrible porque la curva había bajado... y mientras el sol apretaba, las cifras volvían a subir estrepitosamente. Pero esta nueva normalidad hace que ahora preocuparse y querer ir con mucho cuidado y prudencia pase a estar mal visto. ¿Se referirían a eso con la nueva normalidad? 

No escuchar a aquellos que tendrían mucho que decir vuelve a ser una vez más un error: respecto a la pandemia, respecto a nuestra sociedad y respecto a nuestro sistema. 

Escuchen a los profesores a ver qué dicen a partir de ahora.