Puede que usted no siga el tenis, pero sin duda habrá oído estos días hablar de Novak Djokovic, el jugador serbio, campeón del mundo, que se encuentra ahora mismo en Australia esperando a que un juez decida si puede o no permanecer en el país para jugar la semana que viene el Abierto. 

El problema gira, aparentemente, en torno al hecho de que el tenista no está vacunado contra la covid-19. Digo lo de “aparentemente” porque esta cuestión está desarrollándose en distintos planos: ha generado debate en el ámbito sanitario, legislativo, deportivo, social y político. 

En un principio, el tenista habría obtenido una exención médica para poder acceder al país y al llegar al aeropuerto las autoridades de control de fronteras determinaron que su visado no era válido. 

En ese momento el tenista tenía la opción de coger sus maletas y marcharse por donde vino o permanecer en el hotel destinado a los viajeros que deben pasar cuarentena, y pelear por vía judicial para obtener respuesta. Subrayo que el tenista puede marcharse del país cuando le dé la gana, por lo que no me parece correcto decir que haya sido “detenido”. En base a la legislación del país donde ha llegado, se tendrá que resolver si cumple con los criterios establecidos o si, por el contrario, no es así. Esa es la cuestión y el debate y mienten aquellos que han querido generar una falsa polémica sobre los supuestos privilegios que debería tener la estrella del tenis. En ningún caso se ha planteado semejante cuestión en el plano real. Los hechos hay que valorarlos en base a la realidad y no a la manipulación de la misma. 

Novak ha elegido la última opción, y será un juez quien dilucide lo sucedido y tome una decisión al respecto de la permanencia o no del tenista para poder jugar el Open de Australia. El tenista dijo públicamente en abril del 2020 que estaba en contra de la vacunación obligatoria. Explicó que “no le gustaría ser forzado por alguien” para tener que competir. Desde entonces ha habido un empeño sistemático en querer dar una imagen del campeón mundial del tenis de “antivacunas”, “negacionista” e ignorante en cuestiones sobre salud. 

Lo sucedido en Australia estos días es un lugar del camino que se ha venido recorriendo durante los últimos meses, desde que la postura de Novak ha sido la de que no acudiría jugar si se le exigía vacunarse. Desde entonces, hemos ido siguiendo puntualmente cómo se iba desarrollando este “partido”. 

Es importante contextualizar también en qué punto se encuentran los países que han entrado en escena, pues Australia está siendo uno de los que ha adoptado medidas más drásticas en los últimos meses ante el aumento de contagios. Serbia, por su parte, acaba de registrar el máximo número de contagios desde que comenzó la pandemia y políticamente continúa su recorrido hacia la integración en la Unión Europea. 

La polémica generada a raíz de este suceso ha supuesto ya un debate acalorado entre quienes consideran a Djokovic un líder de los “antivacunas” y quienes consideran que “la ley está para cumplirse y Novak no es más que nadie por mucho número uno del tenis que sea”. Más o menos hemos visto que la mayoría de las voces en los medios de comunicación españoles han optado por considerar al tenista serbio algo parecido a un “pirado”, “un provocador”, “un insensato” contrario a las vacunas, y algunos incluso se han referido a él como un ser peligroso que estaría dispuesto a exponer a la población australiana al temido virus. Del otro lado, quienes ya consideran a Novak un referente casi religioso, un superhombre que representa la defensa de la libertad, del amor y de la luz. 

El asunto de Novak nada tiene que ver con que sea el número uno del tenis, sino más bien con una situación que podría afectar a personas provenientes de otros países que, en base a sus derechos, no se han vacunado y se encuentran con un conflicto en un tercer país

La polarización que roza lo absurdo en no pocos de los planteamientos públicos, ha sido posible gracias a la ayuda inestimable de la prensa, que no ha dejado de dar una información bastante sesgada y cubierta de opinión en muchos casos. Y considero personalmente que este caso ofrece debates muy interesantes que nos estamos perdiendo gracias al hecho de haber silenciado posturas diversas en los principales medios de comunicación, así como información relevante que la población debería conocer. Me refiero a cuestiones de ámbito legal, al de los derechos, a las medidas sanitarias, a la industria farmacéutica y a la confrontación social que estamos sufriendo. 

¿Qué se analizará exactamente en sede judicial?

Esta noche de domingo, hora española (mañana del lunes en Australia), tendrá lugar el juicio que resolverá la situación del tenista serbio Novak Djokovic. 

Se realizará de manera telemática y podrá ser visto en directo por el público que tenga interés en saber lo que se pone sobre la mesa. Si usted tiene interés en seguirlo, debe leer las instrucciones que se facilitan.

El juicio deberá analizar lo sucedido con el visado, que en un principio parecía haber sido dado en virtud de una exención médica contemplada en la legislación australiana (haber pasado el virus en un tiempo previo establecido) y que fue denegado en el momento de llegar al aeropuerto. Pero hay una puntualización: la legislación en Australia choca en este asunto. Lo que exige el Estado de Victoria, donde se disputa el Open de tenis, podría ir contra la ley estatal. Y aquí es donde hay gran parte del problema. 

Según la información disponible hasta ahora, la organización que gestiona el Open de Australia otorgó permiso al tenista serbio en base a la normativa vigente en el Estado de Victoria (donde se desarrolla la competición). La excepción tendría la base en el hecho de haber pasado el virus en los seis meses previos. Es una de las causas de exención para presentar pasaporte de vacuna contra el SARS-COV-2 en el Estado de Victoria. Sin embargo, las cuestiones de control fronterizo se asignan a nivel federal y en base a la normativa estatal, esa excepción no estaría prevista. 

Tenis Australia y el gobierno del Estado de Victoria han acusado al gobierno federal de haber generado una situación de confusión sobre las pautas necesarias. 

La ministra australiana de Interior, Karen Andrews, señaló que “si bien el Gobierno de Victoria y Tenis Australia pueden permitir que un jugador no vacunado compita en el Abierto de Australia, es el Gobierno de Australia el que hará cumplir nuestros requisitos en la frontera”. 

El primer ministro de Australia, Scott Morrison, ha sido también contundente: “No hay casos especiales. Las reglas son las reglas, especialmente cuando se trata de nuestras fronteras (…) Nadie está por encima de las reglas”, afirmó. 

Desde el gobierno de Serbia también se han pronunciado. El presidente, Aleksandar Vucic, afirmó ante la polémica haber hablado con el tenista: “Le he dicho a nuestro Novak que toda Serbia está con él y que nuestros organismos están haciendo todo lo posible para que el acoso al mejor tenista del mundo termine inmediatamente”.  Además, el Ministerio de Asuntos Exteriores convocó a Daniel Emery, embajador de Australia en Serbia, para que diera explicaciones sobre la situación. 

El secretario de estado en el Ministerio de Exteriores serbio, Nemanja Starovic, declaró que Serbia no quiere influir en la decisión de las autoridades judiciales de Australia, aunque también dejó caer su “esperanza de que el gobierno australiano se mantenga en el espíritu de las buenas relaciones bilaterales de Australia y Serbia, y en conformidad con sus competencias, permita a Djokovic que pase la Navidad ortodoxa en un alojamiento mejor”. 

Es evidente que aquí se ha abierto la puerta para que la política aparezca y, por lo que se ve, nadie ha querido perder la oportunidad de “poner su granito de arena”. 

Y en medio de esta tormenta, el tenista, que siempre se ha caracterizado por una fuerte personalidad, pendular según algunos, que no ha dejado pasar oportunidades para demostrar su recelo hacia las polémicas. Con su padre como portavoz, los titulares estrambóticos han estado sobre la mesa avivando la tensión en una cuestión que podría haberse tratado como un “problema burocrático” sin más. Porque el asunto de Novak nada tiene que ver, como he dicho antes, con que sea el número uno del tenis, sino más bien con una situación que podría afectar a personas provenientes de otros países que, en base a sus derechos, no se han vacunado y se encuentran con un conflicto en un tercer país. Un problema que se va a dar, por desgracia, muy frecuentemente si los estados no ponen sentido común y escuchan a los expertos sobre medidas absurdas ante los contagios (como el pasaporte vacunal ante la covid). 

Según han apuntado algunos medios deportivos, habría sido la dirección y organización logística del torneo (Tenis Australia) quien habría dado pautas incorrectas a los jugadores sobre las exenciones. Se ha señalado a un error burocrático por el que el tenista habría solicitado el visado incorrecto. 

De un error burocrático a un conflicto social

A medida que la tensión ha ido en aumento y, lejos de intentar mantener la información objetiva, la mayoría de los medios han querido utilizar esta cuestión para atacar al tenista y menospreciarle por no ser favorable a las vacunas. La polarización ha llegado al punto en el que la familia del tenista denuncia estar ante “el mayor escándalo deportivo diplomático de la historia”. 

La falta absoluta de puntos medios, de contar toda la historia completa, está generando que la figura del tenista sea considerada tanto un “héroe” como un “villano”. 

En mi opinión, poco ayuda a valorar este asunto con calma el hecho de que su propio padre lo compare con Jesucristo o su mujer, Jelena Ristic, aparezca afirmando que “la única ley que deberíamos respetar es el amor”.

Evidentemente, también me resulta absurdo querer considerarle alguien peligroso para la salud como están haciendo no pocos comentaristas públicos con gran influencia. 

Cuando faltan grises, se acaban cometiendo injusticias y diciendo muchas barbaridades como en este caso. 

26 solicitudes de exención médica

Según explicó Craig Tiley, el director del Open de Australia, han sido 26 los deportistas que han solicitado exenciones médicas para poder participar en la competición. Pero, sin especificar a cuántos, señaló que “sólo les fue concedida a alguno de ellos”. Añadió en su explicación que lo pusieron “extremadamente difícil para los solicitantes, para garantizar que el proceso era el correcto y asegurar que los expertos médicos lidiaban con ello de forma independiente”. 

El caso de Novak no ha sido el único, aunque con notables diferencias en el caso al que me voy a referir. 

La tenista rusa, Nata Vikhlyantseva, se ha quedado ya sin jugar en el Open a pesar de estar vacunada. La razón en esta ocasión es que la vacuna rusa Sputnik no se encuentra aprobada en territorio australiano. 

Sirva este detalle para darnos cuenta de que lo de Novak no va de privilegios, y por lo que se ve tampoco atiende al hecho en sí mismo de la vacunación. Sino que, además, debe ser una vacuna determinada, de unas marcas concretas entre las posibles existentes. Es un hecho que no cabe pasar por alto, porque olvidamos con demasiada frecuencia un debate necesario: ¿en base a qué criterios unos países han apostado por unas marcas, retirado otras, o establecido cambios de producto en las dosis administradas siendo algo inusual en la práctica médica? Otro debate interesante que podría haber generado el asunto de Novak y Nata. Pero, obviamente, no interesa poner el foco en ello, no vaya a ser que nos preguntemos por la eficacia de los distintos preparados, los distintos posibles efectos adversos, y por qué no, también su coste, ya que lo hemos pagado entre todos. ¿Acaso sabe usted la diferencia de precios entre los distintos viales y la posible influencia de este factor en la elección entre unas u otras? 

En toda esta historia hemos dejado de hablar del interés económico, de los beneficios de las farmacéuticas y sus adláteres y de la situación generada en las bolsas cada vez que aparecía una variante nueva. Esto por desgracia no va solamente (ni principalmente) de salud. Abramos los ojos de una vez. 

Novak habría pasado el virus

Los abogados del tenista, por su parte, afirman que Novak recibió permiso desde Inmigración. Han presentado como prueba un documento en el que el Departamento de Inmigración australiano había evaluado el expediente del deportista y afirmaba por escrito que “cumplía con los requisitos para poder proceder a una llegada a Australia libre de cuarentena”. La carta, según los abogados, data del 1 de enero. Por esta razón, el tenista habría anunciado en sus redes sociales que acudiría a jugar a Australia porque disponía de “una exención médica”. 

Es una cuestión que pone sobre la mesa una serie de cuestiones relevantes: no sólo para el tenista, ni para Australia o Serbia. Se plantean aquí preguntas para quien quiera hacérselas sobre cuestiones de gran relevancia que nos afectan a todos

Esto que anunciaba el tenista el día 4 de enero fue confirmado por la Federación de Tenis de Australia mediante un comunicado: “Pidió una exención médica que le ha sido otorgada tras un riguroso proceso de revisión llevado a cabo por dos comités de expertos médicos”. En aquel momento nadie sabía cuál era la razón por la que esa exención se había concedido, y se señalaba a la protección de datos clínicos para no profundizar más en la cuestión.

En el día de ayer se hizo pública por parte de los abogados del tenista la razón principal de la exención: haber pasado el virus recientemente. Pero esta cuestión también ha traído polémica: ¿en qué fecha ha pasado el tenista el virus?

Resulta que hay polémica también sobre la fecha: sus abogados habrían afirmado que el tenista dio positivo el pasado día 16 de diciembre. Seis días después del límite establecido por la organización del Open de Australia para presentar las exenciones médicas de cara al salvoconducto de entrada al país. Primera sombra. 

Por si esto no fuera suficiente, parece ser que ese mismo día el tenista habría estado en un acto público celebrado en Belgrado en su honor. Y al día siguiente también se le vio en un evento organizado por la Federación de Tenis de Belgrado, donde estuvo sin mascarilla en la entrega de premios. No son detalles menores y deberán ser aclarados en las próximas horas. 

Además de esta cuestión de carácter “burocrático”, el hecho de que el tenista hubiera pasado la enfermedad en los últimos seis meses plantea necesariamente el debate sobre la valoración de los anticuerpos generados de manera natural frente a la protección de las vacunas. ¿Por qué no considerar válido un análisis que demuestre que una persona ha pasado la enfermedad en lugar de un pasaporte vacunal? ¿Por qué prevalece una sobre otra cuando es posible hacer un test sobre la presencia de anticuerpos? Otro debate que no he visto en los medios. 

El que sí he visto, sin embargo, antes de saberse que el tenista habría superado la infección recientemente, era el que consideraba que una persona no vacunada podía ser peligrosa, y que esta era la justificación para que no se le permitiera acceder al país. Y este debate ha dado lugar a que algunos políticos, como Gabriel Rufián en España, hayan afirmado que la vacunación no es una decisión individual, sino que es una obligación moral de la sociedad en su conjunto. Una afirmación que pone de manifiesto el desconocimiento del hecho nada despreciable de que las personas vacunadas contagian y se contagian de la misma manera que son susceptibles de hacerlo las no vacunadas. Ha quedado ya demostrado y reconocido por todos que las vacunas, si bien protegen a las personas que se las inoculan ―especialmente a personas vulnerables― frente a una infección grave o la muerte, no inmunizan. Y el hecho de que las vacunas no sean esterilizantes hace que sea potencialmente igual de contagiadora una persona inoculada que otra sin inocular. Dependerá de cada caso específico y de su respuesta inmune ante el virus. Otro debate que no he visto, sino todo lo contrario: la criminalización de los no vacunados y las afirmaciones falsas para generar odio.

¿Qué consecuencias podría tener si el juez rechazase la presencia en Australia de Novak? 

En términos deportivos, si Djokovic no puede jugar, nos quedaremos con las ganas de saber si podría llegar a ser el máximo ganador del Grand Slam en la historia del tenis, superando la marca de Rafa Nadal o Roger Federer.

En términos jurídicos, según las autoridades fronterizas australianas, en respuesta a la pregunta planteada por The Associated Press al respecto: “Una persona cuyo visado ha sido cancelado puede estar sujeta a un periodo de exclusión de tres años que impide la concesión de un nuevo visado temporal”. “El periodo de exclusión se considerará como parte de cualquier nueva solicitud de visado y se puede renunciar a él en determinadas circunstancias, teniendo en cuenta que cada caso se evalúa según sus propios méritos”. Si esto sucediera, Novak podría estar hasta tres años inhabilitado para poder pisar suelo australiano. 

Una cuestión que pone sobre la mesa una serie de cuestiones relevantes: no sólo para el tenista, ni para Australia o Serbia. Se plantean aquí preguntas para quien quiera hacérselas sobre cuestiones de gran relevancia que nos afectan a todos. Por eso algunos hemos querido poner el foco en ello estos días: no porque seamos antivacunas, no porque adoremos a nadie, sino porque nos hacemos muchas preguntas que nadie parece querernos responder. Y el caso de Novak lo pone en evidencia una vez más.