Se ha abierto un nuevo período. Es innegable. Ahora veremos si podremos hablar de un periodo para bien o si, por el contrario, nos echaremos las manos a la cabeza. Si algo está claro es que con Sánchez todo es posible.

Aunque lo suyo es dejar el margen de los primeros 100 días para ver cómo van transcurriendo los acontecimientos, ya podemos ir viendo alguna señal que nos debería hacer reflexionar.

Está claro que se quiere plantear una España federal. Y me parece muy positivo. Sin embargo no me queda del todo claro  (vaya, por decirlo suave) que esto le sirva de nada a Catalunya. Solamente serviría desde una perspectiva en positivo que pase por ampliar las vías de expresión de la ciudadanía, esto es, hacer viables referendos que permitan conocer el sentir del pueblo en los distintos territorios. Conocer así el grado de autogobierno del que quieren dotarse en cada lugar. Y por supuesto, los Catalanes tienen pendiente dos fundamentales: uno, que es el que supone que el pueblo catalán vote el estatuto que quedó después de los varapalos que le dieron en el Tribunal Constitucional. Porque hay que recordarlo: actualmente el estatuto de Catalunya está incompleto, necesita ser refrendado por la población sobre la que ha de aplicarse. Y en segundo lugar, el referendo sobre la independencia, que también sería sano desarrollar.

Si la sociedad catalana republicana ha obtenido los apoyos (que están siendo muchos) hasta ahora, ha sido precisamente por dejar en evidencia al fascismo de la ultraderecha

No es casual, está claro, que Batet sea quien se vaya a encargar de este asunto. Una catalana.

El nombramiento de Borrell al frente del ministerio de asuntos Exteriores tiene mucha intencionalidad, sobre todo respecto a Catalunya. Porque será quien pilote el relato de España respecto al procés en el ámbito internacional. Es cierto que tiene un reconocido y reconocible prestigio, al menos hasta ahora. Porque mucho me temo que si se dedica a pasearse por terceros países diciendo las barbaridades que ha dicho desde el púlpito de las concentraciones organizadas por Sociedad Civil Catalana, es muy probable que cambien la opinión que de él han tenido hasta ahora. Y eso, sumado a sus incompatibilidades (tan desconocidas en España y tan difíciles de encontrar ahora en la red), puede que la tortilla se dé la vuelta. Y de hecho creo que será probable.

Sin embargo hay algo que me preocupa, es cierto: es el hecho de que ahora Sociedad Civil Catalana (que es esa asociación de ultraderecha en la que participan dirigentes del PSC, Ciudadanos, VOX, el PP, la Fundación Franco y demás grupos afines a la extrema derecha) potencie un discurso victimista y exagere cualquier oportunidad que tenga de culpabilizar a los independentistas. De violentos, de no pacíficos, de provocadores. Y esto es un riesgo porque esta es la organización sobre la que se van a apoyar los medios de comunicación para que, a su vez, Borrell vaya contando por el mundo la propaganda que quieren generar: desmontar lo que ha traído hasta ahora tantos apoyos, esto es: que los soberanistas catalanes son profundamente demócratas, pacíficos y dialogantes.

Ayer ya sucedió en la Universidad de Barcelona: un grupo de antifascistas acudieron a reventar el acto que SCC había organizado. Un imperdonable error que traerá sus consecuencias. Han caído en la trampa y no se quieren dar cuenta de que este tipo de actitudes van a darle munición a la ultraderecha para tachar de fascismo lo que ellos quieran. Ese no es el camino.

Un llamamiento a los hiperventilados salvadores de la patria: fascismo es cualquier actitud que pretenda limitar los derechos de los demás

Si la sociedad catalana republicana ha obtenido los apoyos (que están siendo muchos) hasta ahora, ha sido precisamente por dejar en evidencia al fascismo de la ultraderecha. En el momento en el que se empiece a actuar con intolerancia, con agresividad e incluso violencia, los independentistas catalanes estarán perdidos. Y sobre todo si tratan de justificar este tipo de actitudes.

Es curioso como algunos hiperventilados nos señalan con el dedo a quienes defendemos la libertad de expresión, también para SCC. Ahora resulta que si no aplaudimos todas las ocurrencias que vengan de un lado, estamos contra sus demandas. No han entendido nada y esto es un gran riesgo: tirar por tierra todo el trabajo realizado de manera ejemplar.

Un llamamiento a los hiperventilados salvadores de la patria: fascismo es cualquier actitud que pretenda limitar los derechos de los demás. Y tratar de impedir que otro se exprese, por muy bestia que aquél pueda ser en sus expresiones, es también un acto fascista. Sí.

Para denunciar actitudes que consideramos puedan estar contra los principios y derechos fundamentales, está la vía jurídica. Nunca los escraches. Poca broma.