Hasta ahí llego a entender el argumentario.

Pero yo hay muchas cosas que no entiendo. Voy a intentar explicarme, porque imagino que no seré la única madre preocupada por la cantidad de incógnitas y miedos que tengo en estos momentos. 

Está ya claro que los niños contraen la Covid-19. Al principio de la pandemia hubo información contradictoria, pues algunos decían que los niños no se infectaban, hasta que ya se ha confirmado que sí. Y que también son un vector de contagio, o sea que transmiten el virus: a otros niños, pero también a los adultos. 

A estas alturas se sabe que la mayoría de los niños suelen ser asintomáticos: esto significa que si han sido infectados por el virus, puede que no haya ninguna señal que nos haga sospecharlo. Ni tos, ni fiebre, ni mocos, ni nada de nada. Y esto es importante: porque los asintomáticos pueden contagiar, y de hecho, lo hacen sin levantar sospechas. Por eso, evidentemente es importantísimo controlar cualquier síntoma que pueda darse en ellos, como es lógico. Sobre todo, según los expertos, problemas intestinales, que son las señales que en ellos suelen darse ante este virus. Sin embargo, tomar la temperatura en los colegios, si bien puede detectar algún caso, no es una medida que nos diga realmente si los niños están infectados. Puede haber fiebre por otros motivos que nada tengan que ver con la Covid-19, pero sobre todo, lo más importante, es que puede haber un portador del virus sin que haya fiebre, por lo que tomar la temperatura no nos avisaría ante estos casos. 

También dicen los científicos que los niños pueden generar anticuerpos al mismo tiempo que tienen el virus. Lo que está por ver es si, en ese momento, siguen pudiendo contagiarlo a otras personas. Otra sorpresa más de las que se están llevando los científicos a medida que van avanzando y conociendo más a este virus que ha marcado nuestras vidas desde hace meses. 

También se sabe que hay un síndrome, denominado MIS-C (síndrome inflamatorio multisistémico), que ocasiona complicaciones graves a niños que han sido infectados por Covid-19 o que han estado en estrecho contacto con el virus. Afecta a niños con patologías previas pero también a niños sin ellas, o sea, sanos. Produce afecciones cardiacas y respiratorias, entre otras. Se considera grave y están apareciendo casos que están siendo investigados. Aquí puede leer el último informe que se ha publicado en el Journal of Pediatrics sobre ello, hace un par de días: 

Se desconoce por el momento, según señalan, las razones por las cuales a unos niños puede llegar a afectarles de este modo, mientras que a otros, de momento, parece no pasarles nada. Y subrayo el "de momento" y el "parece", puesto que los efectos de este virus se van conociendo a medida que pasan los días. Y son muchas las cuestiones que quedan por descubrir y de las que ya se sabe algo, no todo el mundo está al día de ellas. Como por ejemplo, los problemas en el sistema nervioso que están sufriendo algunas personas que han contraído el virus, bastantes casos en personas jóvenes y asintomáticas. O los coágulos que comenzaron a aparecer en la sangre, provocando ictus y problemas de circulación sanguínea a personas que en algunos casos no tuvieron síntomas del virus. 

Se conoce que en España los datos oficiales ya reportan casi medio millón de personas contagiadas. Decenas de miles de muertos. Y en estos momentos, una nueva situación que apunta al descontrol de infecciones tras haber conseguido reducir la intensidad de casos. Dicho en román paladino: estamos ante una situación aparentemente descontrolada. Los hospitales todavía no están colapsados, pero ya empieza a haber señales. Y eso que, todavía, no ha llegado la gripe, algo que complicará más las cosas sin duda. 

Con este panorama nuestros gobernantes deciden abrir las escuelas. La ministra de Educación ha llegado a decir que ante esta nueva normalidad que nos trae la pandemia, lo primero que ha de abrirse son las escuelas, que deberán ser lo último que se cierre. Lo dice y se queda tan a gusto. Y yo me quedo horrorizada. 

Se habla de igualdad de oportunidades para todos los niños. Se repite una y otra vez. Y no es verdad: en los centros privados se está facilitando a las familias la elección sobre educación presencial o telemática

Los docentes ya han dado voces de alerta desde prácticamente todos los territorios: las medidas no son suficientes para garantizar la protección (ni de los niños ni suya); nadie responde ante la falta de medios, de personal, de espacio y de herramientas; el calendario sigue su ritmo y parece no frenar por nada ni por nadie, salvo en excepciones como Asturias o Murcia donde han decidido esperar unos días antes de abrir las aulas. 

Se apela a la importancia de la educación en las aulas, a la socialización de nuestros hijos, a lo fundamental de acudir a clase. Como si los padres, madres y tutores no lo supiéramos. Como si pudiéramos priorizar algo por encima de la salud de nuestros hijos. Cuando no, en absoluto, no se puede: primero la salud y después todo lo demás. 

Pero claro, escuchas a Ayuso decir que lo más probable es que todos los niños acaben contagiándose del virus, y te echas a temblar. Como cuando oyes a algún dirigente político decir que los casos graves detectados en niños son un mínimo porcentaje, y que por eso hay que estar tranquilos. ¿Tranquilos? Cuando no se sabe por qué hay niños que lo viven sin enterarse y hay otros que pueden llegar a fallecer o tener problemas de salud crónicos no te puedes quedar tranquilo. Es evidente. 

Como tampoco nos podemos quedar tranquilos al pensar que si exponemos a nuestros hijos en estas circunstancias, estaremos exponiéndonos todos: a sus maestros, a sus padres y sobre todo a sus abuelos. ¿O tenemos que asumir que cuando llevamos a los más pequeños al colegio se acabó el volver a ver a los abuelos, so riesgo de contagiarles?

Si está pensando que pongo el grito en el cielo por llevar a mis hijos al colegio, pero no lo he puesto para llevarlos a otros lugares, se equivoca. En mi caso no han estado expuestos en ningún lugar donde no debieran estar. Hemos respetado todas las normas, todas las pautas, en todo momento. Evidentemente eso no nos hace infalibles, claro está. Pero sí que hemos hecho todo lo que ha estado en nuestras manos para evitar todos los riesgos. Algo que no se va a dar en las escuelas, porque sencillamente, ya se sabe que no hay medios. 

Se habla de igualdad de oportunidades para todos los niños. Se repite una y otra vez. Y no es verdad: en los centros privados se está facilitando a las familias la elección sobre educación presencial o telemática. Y los padres de estos centros no tienen que plantearse las amenazas de la Fiscalía sobre la persecución de quienes no lleven a sus hijos a la escuela en estas circunstancias. Los demás, sí tenemos que asumirlo. Y no es justo. Ni es igual la oportunidad de unos niños que la de otros. Por lo que parece, donde hay dinero hay posibilidad de estar en un espacio más seguro (tu casa) que cuando se apuesta por la educación pública, donde no se garantiza en muchos casos ni la distancia física necesaria entre los alumnos, ni las ratios reducidas, ni el personal docente de apoyo... 

En Francia han abierto las escuelas esta semana. Han sido más de cien clases y 22 escuelas las que han reportado contagios y han tenido que cerrar. Son pocas, en opinión del gobierno, si se tiene en cuenta el total de colegios que es 60.000. Pero también son conscientes de que no pueden decirlo muy alto, porque estas cifras se presentan después de haber abierto cuatro días. Así que hay que añadirle un "de momento". Y ante esta situación, desde el gobierno francés ya se ha anunciado que tomarán medidas. Concretamente, que se pondrá en marcha la educación a través de sistemas telemáticos y se ayudará a los padres con el cuidado de sus hijos para evitar que tengan que ausentarse del trabajo.

En Estados Unidos, nada más comenzar la vuelta al colegio, en estados como Florida, los casos entre menores aumentaron en un 137%. Los contagios entre los niños se dispararon. En este artículo puede verse el listado de los colegios, con el número de casos en cada estado, lo que evidencia, una vez más, que la vuelta al colegio supone un riesgo para la salud de nuestros hijos.

No entiendo por qué ahora parece que algunos nos preocupamos de más, cuando en realidad, eso era lo que nos pedían estos meses: que nos lo tomásemos en serio

Las circunstancias que vivimos son extraordinarias. Todos queremos que esto acabe cuanto antes y que paren de una vez los contagios y las muertes. Para conseguirlo es necesario sumar esfuerzos múltiples: desde la ciencia a la responsabilidad ciudadana, tanto colectiva como individual. 

Plantear que haya familias que consideren que pueden mantener el ritmo de las clases desde casa, coordinadas con los profesores y asegurando un espacio mucho más seguro que las aulas (y las casas lo son), es necesario. Es más: no se entiende la amenaza desde las instituciones a quienes nos preocupamos por la salud de nuestros hijos, pero también de la de nuestros seres queridos y de la comunidad en su conjunto. 

Seguramente se me escape algo, porque sinceramente, ni entiendo la dejadez a la hora de tomar medidas, ni entiendo la falta de información, ni entiendo por qué restar importancia a los casos complicados en niños, ni entiendo por qué ahora parece que algunos nos preocupamos de más, cuando en realidad, eso era lo que nos pedían estos meses: que nos lo tomásemos en serio. No comprendo cómo ahora esos mismos son los que nos pretenden perseguir y nos acusan de no anteponer la educación a la salud de nuestros hijos. No lo entiendo.